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El Meteorito del Lago Tagish

El Meteorito del Lago Tagish

Por :Liberto Brun Compte

Un consorcio científico de cuatro Universidades y la NASA están tratando hoy en día de descubrir los escombros y obtener muestreos de la química excepcional del sistema solar antiguo.

Alrededor de las 9:48 de la mañana del 18 de Enero del año 2000, una roca espacial de 150 toneladas se zambulló en la atmósfera terrestre. A medida que se acercaba a los remotos territorios Canadienses, en meteoro viajó a la velocidad que iría un coche en una autopista (67 millas por hora – unos 107 kilómetros por hora). Un consorcio científico de cuatro Universidades y la NASA están tratando hoy en día de descubrir los escombros y obtener muestreos de la química excepcional del sistema solar antiguo.

En efecto, el volumen de la roca, descendiendo entre el Territorio de Yukón y la Columbia Británica en una villa remota de vacaciones, inició su descenso del tamaño de un pequeño camión. Con 5 metros de anchura (ó 15 pies) el núcleo rocoso disparó los sensores del satélite del Departamento de Defensa para grabar su feroz explosión cerca del Lago Tagish. El meteoro había finalmente explotado con la energía de dos a tres kilotones de TNT.

Tales bolas de fuego son denominadas bólidos, y al igual que los 100.000 o más bandas meteóricas diseminadas en la atmósfera superior cada año, no tienen por lo general un núcleo lo suficientemente grande o una trayectoria extrema para sobrevivir después de llegar al suelo. La extraña bola de fuego del Lago Tagish dejó una estela luminosa naranja-blanquecina y azul que se mantuvo por espacio de 10 a 15 minutos mientras cientos de observadores eran testigos del evento en esa mañana.

Cerca de una hora antes de la salida del Sol en el Hemisferio Norte, se grabó una espectacular película, la roca espacial explotó con la fuerza de casi un cuarto del poder detonante de la bomba nuclear de Hiroshima (12.5 kilotones de TNT).

Aún con esa explosión rocosa, sin embargo, las primeras observaciones aéreas de vuelos sobre el área no mostraron ningún cráter ni fragmentos dejados que mostrasen la bola de fuego o su impacto. Pero afortunadamente para la comunidad científica, una semana después el 25 de Enero, un residente vecino, Jim Brook, encontró los primeros fragmentos del meteorito cuando se encontraba de regreso a su casa por el hielo de Taku Arm en el Lago Tagish. El conocía muy bien el lago congelado y tuvo la presencia de recoger las oscuras rocas heladas con su mano dentro de una bolsa de plástico. Lo que Brook había descubierto fue una clave extraterrestre de los tiempos antiguos del sistema solar, un meteorito de 4.500 millones de años.

A la fecha, más de 500 fragmentos han sido encontrados cerca del Lago Tagish y cientos han sido recuperados del propio sitio – algunos aún encajados dentro del hielo. Los eventos espaciales del 18 de Enero fueron los más amplios grabados en tierra por los sistemas de satélites del Departamento de la Defensa. Científicamente, “[Tagish Lake] es el descubrimiento de una vida,” dice Peter Brown, científico de meteoros en el Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Western Ontario y director conjunto de la investigación en la recuperación del meteorito. “Todo el proceso de recuperación del material y la determinación de su proveniencia convierte a esto en un equivalente científico al retorno de una muestra de una misión espacial – a una milésima parte de su costo.”

En conclusión, la inmensa suerte de aterrizar en un lago congelado, la recuperación estéril y el almacenamiento bajo cero, convierten a las rocas del Lago Tagish en la historia más original de un espécimen jamás estudiado. Ya que las rocas no alcanzaron nunca temperaturas elevadas, los gases congelados dentro de los fragmentos no pudieron escapar o desprenderse. Lo que Brown recopiló después como “hielo poroso, pensé que esto sería un poco como muestrear en la superficie de un cometa. Creemos que estos sean los meteoritos más frágiles jamás recolectados”.

El débil carbón de piedra encontrado en el Lago Tagish es en efecto un ejemplo extraño de una clase de meteoro denominada condritas carbonáceas: meteoritos que forman cerca de un tres por ciento de las rocas espaciales recuperadas. La clase química probable de esta caída constituye menos del 0.1 por ciento de todos los meteoritos recuperados a la fecha y representa las muestras más primordiales conocidas del sistema solar original. La pieza más grande recuperada pesó cerca de 200 gramos (media libra) y se han recuperado un total de casi un kilo (2 libras).

Esto llevó a los astrobiólogos interesados, a una época veinticinco años atrás, cuando una roca espacial Australiana, conocida como el meteorito Murchison, había captado la excitación y anticipación entre los expertos en meteoros. Esa roca en gran parte de carbón de piedra mostraba algunas pistas sorprendentes acerca de como podría haber comenzado la vida, ya que la bioquímica mostró señales de aminoácidos, los bloques de construcción más simples de las proteínas para las células. Antes de Murchison, se pensaba que el terrible descenso a través de la atmósfera calentaba las rocas más allá del punto de rompimiento de las moléculas orgánicas.

Un consorcio de químicos y científicos en meteoritos se prepararon para ir a obtener un pequeño corte interno de la roca en Lago Tagish (TL). Como ya fue explicado el artículo en una revista de Ciencia, el equipo incluía a 4 universidades de ambas costas y el Centro de Investigaciones de Ames de la NASA analizó su prístino interior. Como lo describió Sandra Pizzarello, una profesora de investigación, en el departamento de Química y Bioquímica de la Universidad del Estado de Arizona, el Lago Tagish prometía nuevos conocimientos acerca del sistema solar inicial. “En lo referente a la composición orgánica de TL, es difícil de escoger entre las muchas y sorprendentes características.”

A diferencia de Murchison, el meteoro del Lago Tagish no muestra señales de aminoácidos, pero muestra un número de cadenas de carbono cíclicas y de anillos-aromáticos. La evidencia de bolas como ojos de ciervo, o fulleréenos, tienen conexiones características tipo cajas que se parecen a los domos geodésicos promovidos por el arquitecto y futurista, Buckminster Fuller.

“Este es el material”, dice Pizzarello, “que también contiene componentes ‘exóticos’ embebidos (quizá presolares) tales como: nanodiamantes y fulleréenos. Los fulleréenos son, como los diamantes y el grafito, una fase pura del carbono. Tienen una caja estructural distintiva tipo balón de fútbol de hasta cientos de átomos de carbono que pueden retener otros átomos y moléculas, como las de los gases nobles. En TL la distribución de las cajas es diferente de, por ejemplo, la vista en Murchison en la cual las cajas predominan. Sin embargo, la composición de los gases nobles cae muy por en medio de los valores observados en otros meteoritos.”

Comparado con Murchison, las rocas de TL reflejan una rama evolutiva distinta para el carbono del sistema solar arcaico. El material soluble rico en carbono muestra una categoría más primitiva y menos compleja de la química. “Es muy interesante la presencia en LT, y en otros meteoritos, de compuestos denominados ácidos piridina-carboxílicos. El más simple compuesto de esta clase es el ácido nicotínico, que está ampliamente representado en la biosfera como un metabolito. Esta característica yo también la llamaría distintiva.”

Qué sigue Después

En los dos años desde su explosivo aterrizaje en la escena científica, el Lago Tagish se ha vuelto famoso: el más prístino, el más rastreado por satélites, el más frágil, uno de los más viejos y lleno de química exótica.

Con el consorcio científico viendo las rocas del Lago Tagish, Pizzarello publicará pronto los resultados de como el agua y el carbono han interactuado en la muestra ancestral del sistema solar. “Juntos hemos ya completado un estudio de los ácidos dicarboxílicos de TL (que aparecerá en la edición de Mayo del 2002 de Meteoritics and Planetary Sciencies dedicado exclusivamente a TL) que presenta los primerísimos análisis de la composición isotópica del hidrógeno de compuestos meteoríticos individuales.” El hidrógeno pesado (como el deuterio o el tritio) pueden ayudarnos a localizar la presencia de agua o de otros compuestos importantes para estudios futuros de meteoros.

Otros miembros del equipo de investigación son Yongsong Huang del departamento de Ciencias Geológicas en Brown University; Luann Becker del instituto para Crustal Studies de la Universidad de California Santa Bárbara; Robert J. Poreda del departamento de Ciencias Ambientales y de la Tierra, Universidad de Rochester; George Cooper del Centro de Investigaciones Ames de la NASA; y Ronald A. Nieman y Michael Williams, ambos en la ASU.
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