¿Fue Juanito Semillas de Manzana un Cometa?
Por :Jesús Nuño
Las semillas de la vida pudieron depositarse en nuestro planeta durante el gran bombardeo de meteoritos. Ya no parece tan malo ese bombardeo, ¿verdad?
Por: Grupo de escritores de Astrobiological News

Un nuevo experimento sugiere que impactos de cometas podrían haber sembrado las primeras semillas de vida en la Tierra hace miles de millones de años.
Basado en un anuncio de prensa de Ciencia@NASA
Hace 4000 millones de años, la Tierra era bombardeada por todo un ejército de cometas y asteroides. Las continuas colisiones convirtieron nuestro planeta en inhabitable durante un período que los científicos llaman Fuerte Bombardeo Tardío (Late Heavy Bombardment o LHB).
Dicho así, parece que el LHB fue un tiempo horrible para el cercado planeta (aunque según los investigadores quizás fue hasta algo bueno, después de todo). Los cometas-kamikaze podrían haber depositado importantes moléculas orgánicas en la Tierra, sembrando las semillas del desarrollo de la vida.
El Génesis por medio de cometas es una idea controvertida, pero acaba de recibir un gran empuje. Un experimento patrocinado por la NASA revela que las supuestas moléculas complejas que viajan a bordo de un cometa podrían sobrevivir a un impacto contra la superficie de la Tierra.
“Nuestros resultados sugieren que los distintos compuestos orgánicos procedentes del espacio exterior no pueden dejarse de lado solo por la severidad del impacto”, dice Jennifer Blank, geoquímica de la Universidad de California, Berkeley. Blank y sus colegas simularon la colisión de un planeta disparando un proyectil del tamaño de una lata de refresco contra un objetivo metálico conteniendo una pequeña cantidad de agua mezclada con aminoácidos: la base de las proteínas.
No sólo sobrevivieron parte de los aminoácidos, sino que, además, bastantes se conjuntaron para formar cadenas de 2, 3 y 4 aminoácidos, llamados péptidos. Aquellos que estén formados por cadenas largas se llaman polipéptidos, mientras que los más largos aún son proteínas.
“Lo más fantástico es que se han obtenido todas las combinaciones posibles de dipéptidos, varios tripéptidos y unos pocos tetrapéptidos”, comenta Blank. “Observamos variaciones en los ratios de péptidos producidos, en función de condiciones de temperatura, presión y duración del impacto. Es el comienzo de un nuevo campo de investigación dentro de la ciencia.”
“Y aún se consigue aumentar la tasa de supervivencia de los aminoácidos si el cometa, o el objetivo con el que impacta, se encuentran helados”, añade la científico.
El test balístico de Blank fue diseñado para simular la clase de impactos que debían de ser frecuentes en los comienzos de la Tierra, cuando los helados y rocosos escombros de nuestro Sistema Solar se combinaron para dar forma a los planetas. Muchos de los restos se reensamblarían formando cometas (bolas de nieve sucia, mejor dicho, dado que se trata de agua fangosa rodeando un núcleo rocoso), precipitándose contra la Tierra a velocidades superiores a 25 kilómetros por segundo (16 millas por segundo).
La severidad del impacto en laboratorio fue semejante a una colisión oblicua entre la rocosa superficie de la Tierra y un cometa aproximándose a ella en un ángulo menor de 25 grados con respecto al horizonte.
Benton Clark, científico jefe de los Sistemas de Vuelo en Lockheed Martin Astronautics, propuso en 1988 que, si los cometas son desacelerados lo suficiente (por ejemplo, con el rozamiento de la atmósfera, que será mayor cuanto menor sea el ángulo de impacto), algo de agua y algunos compuestos orgánicos podrían sobrevivir a la colisión.
“Pensamos que, en ángulos muy cerrados, pequeñas cantidades de agua helada del cometa podrían permanecer intactas como un charco de agua concentrada con moléculas orgánicas”, ideal para el desarrollo de la vida, según Blank. “El escenario del impacto tiene, en ese momento, los que se suponen son los tres ingredientes necesarios para el desarrollo de la vida: agua líquida, material orgánico, y energía.”
A pesar de que el “caza-cometas” Eugene Shoemaker estimó que, en los comienzos de la Historia de la Tierra, sólo un pequeño porcentaje de cometas o asteroides llegaron en ángulos tan bajos, el bombardeo habría sido suficiente para dejar una cantidad significativa de material orgánico intacto, y agua, de acuerdo a las estimaciones de Blank.
Un modelo bien conocido, empleado para explicar los comienzos de la vida en la Tierra, postula que el comienzo de la vida terrestre se originó a partir de moléculas complejas, como aminoácidos y azúcares, producidos por las descargas eléctricas en una atmósfera primitiva repleta de gases como metano, hidrógeno, amoniaco y agua. El famoso experimento de Miller-Urey, de 1953, dirigido por Stanley Miller y Harold Urey de la Universidad de Chicago, demostró que una descarga eléctrica, similar a la producida por un rayo, en un tubo de ensayo con éstas moléculas, puede producir aminoácidos.
Otros científicos creen que los bloques constructores de la vida en la Tierra llegaron del espacio. Los astrónomos han detectado diversos tipos de moléculas orgánicas en el espacio, flotando en nubes de gas, o flotando a la deriva en partículas de polvo. Van desde las más simples (agua, amoniaco, metano, ácido cianhídrico y alcoholes, incluyendo el alcohol etílico), hasta las más complejas.
Como curiosidad, remarcar que, de los más de 70 aminoácidos localizados en meteoritos, sólo 8 de ellos coincidían con el grupo de 20 que con más frecuencia se hallan como componentes estructurales de las proteínas que se encuentran en los humanos y en toda forma de vida sobre la Tierra.
Para comprobar que tanto el agua como los componentes orgánicos podrían sobrevivir a las altas presiones y las altas temperaturas de la colisión, Blank y sus colegas trabajaron durante tres años para diseñar una cápsula de acero que soportara el impacto de un proyectil disparado a 1600 metros por segundo (una milla por segundo) por un cañón de 80 milímetros de calibre en la Universidad de Chicago, y después en el Laboratorio Nacional de Los Álamos. El objetivo que ella y su equipo desarrollaron (un disco de acero inoxidable y dos centímetros de diámetro y medio centímetro de grosor), podía soportar unas 200.000 veces la presión atmosférica terrestre sin explotar.
Rellenaron la pequeña cavidad con agua saturada de cinco aminoácidos: tres de la lista de veinte que están presentes en los humanos (fenilalanina, prolina y lisina), y dos variedades detectadas en el Meteorito de Murchison (ácido aminobutírico y norvalina). El meteorito cayó en 1969 en Australia, y se cree que proviene del núcleo de un cometa.
Los contenidos líquidos se analizaron posteriormente en Argonne usando líquido cromatográfico y un espectroscopio de masa, para determinar los tipos y concentraciones de las moléculas presentes.
La supervivencia de gran parte de los aminoácidos y su polimerización durante la colisión convierte a la teoría del origen extraterrestre de los compuestos orgánicos en una gran adversaria contra la de Miller-Urey o similares, explicó Blank.
“Si un cometa por año nos impactara en un ángulo lo suficientemente cerrado, obtendríamos el equivalente a toda la materia orgánica producida en un año por la atmósfera oxidante del mecanismo de descargas eléctricas de Miller-Urey”, estima Blank. “Una ventaja es el hecho de que obtenemos todo el material necesario junto en un charco de agua, en vez de diluido en los océanos.”
Los próximos tripulantes que ella planea someter a un test de impacto son esporas bacterianas, de algunas de las cuales se piensa que podrían haber llegado a la Tierra por medio de cometas, para dar el salto inicial a la evolución.
(*) Juanito Semillas de Manzana, traducción de:
Jonhny Apleseeds