Un traductor universal para comprender a ET
Por :Daniel G. Furones
¿Hallaremos algún día un manual que nos permita descifrar mensajes de origen extraterrestre?
El pasado mes, antropólogos reunidos en una importante conferencia en Atlanta, Georgia, tuvieron la oportunidad de conocer cierta información que dará mucho que pensar a los entusiastas del programa SETI: comprender a los extraterrestres puede ser bastante más complicado de lo que muchos científicos habían creído hasta ahora.
Entre las diferentas sesiones celebradas durante la reunión anual de diciembre de la Asociación Antropológica Americana se desarrolló una bajo el título “Antropología, Arqueología y Comunicación Interestelar: Ciencia y Conocimiento de Mundos Lejanos”. La sesión incluyó ponencias de especialistas en campos tan diversos como la astronomía, la arqueología, la antropología y la psicología. Se preguntaron si existe una piedra Roseta cósmica, estableciendo un paralelismo con la piedra Roseta de la Tierra, que proporcionó la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. ¿Encontraremos alguna vez un manual similar que nos permita descifrar los mensajes que algún día podríamos recibir procedentes de extraterrestres?
Traductor universal
Hace treinta años, se emitió un mensaje hacia las estrellas desde el radiotelescopio más grande del mundo, en Arecibo, Puerto Rico, escrito en lenguaje matemático y científico. Pero, ¿podrá otra civilización comprender este mensaje? En la búsqueda de un lenguaje universal que permita superar las diferencias culturales entre humanos y extraterrestres, muchos se han fijado en los conocimientos que podemos tener en común con los científicos extraterrestres. Por ejemplo, las placas metálicas fijadas en dos naves Pioneer, lanzadas por la NASA en los años 1970, señalan nuestra posición en la galaxia respecto a importantes púlsares que lenta y sistemáticamente cambian de frecuencia con el tiempo, situando el lanzamiento de las naves tanto en el espacio como en el tiempo. Para una civilización extraterrestre que valore la inteligencia técnica sobre la inteligencia social, una descripción como ésta podría ser el comienzo de un mensaje ideal.
Pero no todos son tan optimistas respecto al uso de la ciencia y las matemáticas como lenguajes universales. Hace algunos años, el antropólogo Ben Finney, de la Universidad de Hawai, cuestionó las suposiciones habituales basándose en las lecciones aprendidas durante el desciframiento de jeroglíficos egipcios y mayas, una historia ocurrida en Atlanta. “Los científicos del programa SETI pensaron que un extraterrestre evolucionado desencriptaría sus mensajes utilizando números primos, el número pi, la constante de Planck y otras supuestas universales cósmicas, con lo que nuevos miembros del club galáctico podrían comenzar a descifrarlos de manera inmediata”, explicó Finney. “Yo cuestioné este razonamiento en base a la experiencia terrestre al descifrar antiguas inscripciones egipcias y mayas”.
Examinando más detalladamente el proceso de desciframiento de estos textos, Finney determinó que cuando se hacen suposiciones iniciales que resultan ser erróneas, el desciframiento puede retrasarse mucho tiempo. “Esta tarea fue largamente entorpecida por la falsa creencia de Plotinus de que había que tratar cada jeroglífico como una idea o un concepto en sí mismo sin ninguna referencia al lenguaje, y sólo se consiguió llevarla a buen término con la ayuda de claves como la piedra Roseta y el estudio de formas modernas del egipcio y el maya”. En el caso del programa SETI, parece que hay que aplicar la lección y ser flexible en las interpretaciones iniciales que hagamos de los mensajes procedentes de otros mundos.
“La búsqueda arqueológica de gentes de otros tiempos y lugares presenta cierta analogía con la búsqueda de inteligencia extraterrestre”, afirmó Paul Wason, arqueólogo de la Fundación John Templeton. “Sin la ventaja del contacto directo con seres vivos, sin la ayuda de comunicaciones escritas comprensibles…, los arqueólogos prehistóricos se basan en las conclusiones obtenidas principalmente a partir de los restos materiales de actividad pasada”.
¿Venimos en son de… paz?
El astrónomo Frank Drake, director del primer experimento SETI en 1960, hizo hincapié en la ambigüedad de comunicarse con seres de realidades muy diferentes. Citó como ejemplos mensajes interestelares que ya han sido elaborados, así como los primeros planes de comunicación con futuras generaciones de humanos aquí en la Tierra, mediante marcadores de posición de depósitos de residuos radiactivos. Según Drake, “puede que los esfuerzos más intensos y de mayor envergadura por comunicarse con criaturas inteligentes bastante diferentes a los humanos actuales hayan sido el programa que incluyó una grabación multimedia en dos de las naves Voyager, y el plan para colocar indicadores de peligro a prueba de fallos en depósitos permanentes de residuos radiactivos”.
Como uno de los diseñadores de estos dos mensajes, Drake es plenamente consciente del reto que supone hallar conceptos que puedan ser interpretados sin posibilidad de error. “En ambos casos, la elaboración del contenido del mensaje supuso enfrentarse a grandes problemas derivados de una potencial mal interpretación”, explicó. “Los redactores sabían que la interpretación del contenido del mensaje seguramente tendría lugar en un contexto muy diferente del actual, desconocido para ellos. Tratar de construir mensajes que no sean ambiguos en tales circunstancias es extremadamente difícil e inevitablemente lleno de errores”.
Como ejemplo, Drake destacó la ambigüedad de las figuras de un hombre y una mujer que fueron grabadas en las placas de las Pioneer. “¿Se trata de la representación de un hombre manteniendo un brazo levantado en señal de un saludo amistoso, o de una amenaza de agresión?”. Incluso suponiendo que los receptores pudieran discernir que lo que les mostramos son imágenes de nuestra especie, ¿cómo interpretarían nuestras intenciones?
Intenciones inteligentes
Puede que los científicos del programa SETI puedan obtener cierta ayuda de los científicos sociales para poder comprender a otras civilizaciones. Al igual que los arqueólogos tratan de distinguir entre rudimentarias herramientas de piedra y rocas sometidas a procesos naturales de ruptura, sus métodos pueden ayudar a los científicos del SETI a distinguir entre la estática cósmica de origen natural y las señales procedentes de civilizaciones inteligentes con el intencionado propósito de mandarnos saludos.
“Normalmente la arqueología consiste en la búsqueda de inteligencia, intencionalidad, propósito y cierta estructuración”, explicó Wason, “es más, nuestro principal objetivo consiste en recuperar detalles concretos relativos a lo que, específicamente, supusieron esas intenciones y propósitos”. Las conclusiones resultantes podrían proporcionar información sobre las posibles vías para estructurar los mensajes, sugirió. “Esto resulta relevante para la elaboración de mensajes, reforzando la idea de que deberíamos prestar atención a todos los aspectos relativos a la forma y el contexto del mensaje, no sólo a su contenido. También es importante para identificar cualquier indicio de intención o propósito más allá de nuestro planeta”.
Otros mundos
Los campos de la antropología y la arqueología también ofrecen analogías útiles para comprender a “los Otros”, seres totalmente diferentes de nosotros. Podrían proporcionarnos elementos para una mejor comunicación de ideas o nociones de cultura más amplias, incrementando de ese modo la probabilidad de que los mensajes sean inteligibles. Por ejemplo, simulaciones basadas en modelos antropológicos del primer contacto entre culturas terrestres podrían servir para evaluar la validez de los protocolos que actualmente se utilizan como guía para responder ante la detección de señales de origen extraterrestre.
A pesar de todo, el retraso de siglos o milenios que existe entre cada intercambio hace que mantener un diálogo interestelar resulte imposible, excepto si el diálogo se mantiene a través de generaciones. Ante esta perspectiva, los malentendidos que en un principio pudieran surgir podrían permanecer sin ser corregidos durante mucho tiempo. “Sin la aportación del Otro al diálogo”, afirmó la arqueóloga Kathryn Denning de la Universidad de York, “sin su reacción ante nuestros malentendidos y sin sus respuestas a nuestras preguntas, el peso de la auto-corrección cae sobre nosotros. Entonces, puede que el desafío tanto para el programa SETI como para la arqueología sea el de reconocer nuestras propias suposiciones y librarnos de ellas en lo posible. ¿Podemos convertirnos nosotros mismos en seres sin pretensiones, sin costumbres… incluso, en extraterrestres?”