Una Vista Terrestre de Marte

Una Vista Terrestre de Marte

Por :Liberto Brun Compte

A medida que nos preparamos para investigaciones más intensas del planeta Marte, tratamos de enfocar las preguntas de las que desearíamos respuestas y de refinar las herramientas que se requieren para hacer posible encontrar esas respuestas.

Era el día de San Valentín en 1990, cuando un ojo dormido se despertó después de casi nueve años de inactividad y por unos breves instantes, desde una distancia de casi 6 500 millones de kilómetros, realizó su última mirada al vecindario cósmico del cual había salido. La Voyager 1, hoy día el objeto fabricado por el hombre más lejano de la Tierra, envió una imagen hoy día conocida como “Ese pequeño punto azul”.

El astrónomo y exobiólogo Carl Sagan, de una manera muy elocuente nos recordó que ese pequeño e inconsecuente punto en el espacio cósmico es la casa de todos nosotros, cada idea, cada planta, animal o microbio que jamás haya existido en nuestro planeta. Y hasta el momento, ese pequeño punto azul es el único lugar en el universo del que tenemos la certeza de que existe vida.

Estaba arrodillado a una profundidad de 36 metros en McMurdo Sound en la Antártica, esperando la llegada de mi compañero, un ROV (Robot submarino para investigaciones) que había sido enviado por el Centro de Investigaciones Ames de la NASA a más de 16 000 kilómetros de distancia. Esta descendiendo en el agua a través de un agujero de inmersión que había sido hecho a través de tres metros de hielo por encima de nosotros. A medida que lo observaba como descendía de manera grácil a través de la columna con el agua oscura, me di cuenta de que el de alguna manera distante agujero, se veía como un pequeño y pálido punto azul contra el oscuro hielo que lo rodeaba. Recordando la imagen de la Tierra tomada desde los confines de nuestro sistema solar, me pregunté si esto es como se vería la Tierra, o cualquier otro planeta del tipo de la Tierra, desde el punto de visto del Voyager, pero varios años antes. En los años en que he trabajado y buceado en los océanos y lagos de la Antártica, nunca había pensado en el hoyo de inmersión en esta manera, pero ahí estaba, como una pintura o una postal enviada a mí por el Voyager.

Mirando a Marte

A medida que nos preparamos para investigaciones más intensas del planeta Marte, tratamos de enfocar las preguntas de las que desearíamos respuestas y de refinar las herramientas que se requieren para hacer posible encontrar esas respuestas. Existen muchas formas de realizar esta tarea y una manera es estudiar la vida en la Tierra en un rango de ambientes que creemos pueden ser análogos de alguna manera a las condiciones que existieron previamente.

Aquí, nuestro trabajo en las regiones polares ha sido productivo de varias maneras. Las comunidades de esterillas microbianas formadas por cianobacterias y a diatomeas se han formado en los fondos de muchos de los lagos perennemente cubiertos de hielo en el Valle Seco de McMurdo localizado a 1120 kilómetros del Polo Sur.
Lo que hace tan especiales a estos ecosistemas es que no existen formas superiores de vida como crustáceos, insectos o peces que los alteren o rompan las formaciones de estas comunidades tan complejas. Un mecanismo de exclusión de variedades mantiene a todos fuera excepto a los microbios para que colonicen los alrededores del lago. Típicamente, este mecanismo de exclusión podría ser por altas concentraciones de sales (como en las salinas grandes de Norte América, la Exportadora de Sal, en Guerrero Negro, Baja California), o en los respiraderos de agua caliente como en Yelowstone o en el caso de la Antártica, las grandes cubiertas de hielo, extremos en química, aislamiento geográfico y las otras circunstancias polares que son inadecuadas para muchas formas de vida.

Todo el tipo de vida en los lagos es microbiano por naturaleza, siendo los organismos mayores los nematodos, rotíferos y los gastrotricos (pequeños animales tipo gusano con cilios en la parte ventral). Existen pocos casos de grandes ecosistemas dominados por microorganismos y las esterillas microbianas bénticas debajo de los lagos cubiertos de hielo se encuentran entre estos ejemplos poco comunes. Cuando descendemos a través del túnel de hielo adentro del agua del lago debajo de nosotros, estamos, en cierta manera, viajando hacia atrás en el tiempo entre 600 millones y 3 000 millones de años, a una Tierra mucho más joven anterior al desarrollo de la vida multicelular. La mayor parte de la historia de la Tierra, grandes cantidades de comunidades de capas microbianas acuáticas colonizaron y dominaron el planeta. Nuestros estudios muestran como crecen los agregados microbianos, su diversidad y función y esto ayuda a la interpretación del record geológico de las formas de vida iniciales en la Tierra.

Tranquilizándose

Mientras que las formas de vida ancestrales en la Tierra no existían (en su mayor parte), debajo del hielo, hubo épocas en las que si fue así. Hubo varios períodos de glaciación en el Precámbrico y quizá si llegó a existir una Tierra tipo Bola de nieve (una época cuando todo el planeta estuvo cubierto por hielo), entonces por lo menos, algunos grupos de esterillas microbianas similares a lo que hemos visto, podrían haber sobrevivido cerca del ecuador si es que el hielo no era más grueso de lo que tenemos en los lagos de Dry Valley.

Estos ambientes bénticos no solo nos proporcionan una visión de la pista evolucionaria que formó nuestro propio pasado, también pueden ayudarnos a ver como pudo prosperar en un antiguo y más clemente Marte. Los resultados de las misiones con los robots a Marte han proporcionado una evidencia definitiva de que alguna vez existió agua líquida en Marte ya sea en o cerca de la superficie del planeta rojo durante la época en que la vida se sabe que ya existía en la Tierra. También podría ser que fuese el caso que Marte nunca llegó a ser un lugar caliente – su temperatura media puede no haber sido muy diferente de lo que encontramos en los Dry Valleys (Valles Secos) de McMurdo donde la temperatura media anual es de alrededor de –20 C. Entre más entendamos los procesos físicos, químicos y biológicos que están ocurriendo en los lagos de la Antártica, más fácil será entender las condiciones que probablemente impactaron cualquier vida que pudo haber existido sobre Marte en un ambiente similar y de que manera se conservó el historial de esta vida – particularmente si los lagos marcianos u océanos estuvieron cubiertos con capas de hielo grueso.

También hemos estado investigando una serie de fuentes termales localizadas en la isla Axel Heiberg en el ártico superior Canadiense. Estas son las fuentes termales más al norte en el mundo y se encuentran en una región de permafrost espeso y continuo. El permafrost es simplemente un terreno que ha tenido una temperatura por debajo del punto de congelación por más de dos años seguidos. La temperatura media anual de Axel Heiberg cerca de las fuentes es de –4.2º C, que es ligeramente más caliente de lo que hemos observado en los Dry Valleys de McMurdo. Las profundidades del permafrost alcanzan 600 metros o más, convirtiéndolo en una barrera muy efectiva para el movimiento del agua ya sea hacia adentro o hacia fuera del suelo.

Nuevamente, Marte pudo haber sido extremadamente frío a través de su historia y el permafrost puede haber sido grueso siempre. Nuestro trabajo actual en Axel Heiberg, en conjunto con astrobiólogos de la NASA y de la Universidad McGill de Montreal, ha aclarado los mecanismos mediante los cuales el agua puede fluir hacia arriba a través del permafrost. También hemos estado catalogando las comunidades microbianas que existen en el agua y los sedimentos asociados a los manantiales. Los manantiales forman barreras de albercas, comederos y terrazas de carbonatos por encima de los cuales fluye el agua. Con la ayuda de métodos sofisticados, tenemos la esperanza de descifrar el papel que juegan las bacterias en el proceso de mineralización y si dejan o no un récord de su existencia en los sedimentos y los depósitos de minerales.

Los orígenes de la vida y la evolución de la biosfera aquí en la Tierra y quizá en Marte, sean misterios que buscan respuestas. Muchas de estas preguntas que han surgido a partir de estudios de análogos terrestres tienen respuestas a nuestro alcance y nuestras continuas investigaciones del pequeño punto azul, algún día nos conducirán a otra vida, en otros mundos.