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Instituto SETI

Impulso de fusión: aquí viene Andrómeda

Impulso de fusión: aquí viene Andrómeda

Por :Sara Benedicta Oyola

Nicolai Kardashev ha sugerido que podría haber tres clases de civilizaciones –Tipo I, que controla los recursos de su planeta; Tipo II, los recursos de su estrella, y Tipo III los recursos de su galaxia.


Por: Laurance Doyle Instituto SETI

Observando el ultimo término de la Ecuación de Drake, vemos que se relaciona con el tiempo de vida de las civilizaciones tecnológicas –cuanto tiempo duran como entidades tecnológicas (implicando una comunicación interestelar). Las tres principales consideraciones acerca de nuestra civilización en este momento podrían caracterizarse como a) interactuando bien una con otra, b) interactuando con el medio ambiente, y c) estado permanente tecnológicamente alerta sobre asuntos a gran escala procedentes del espacio. Como ejemplo de lo último, los dinosaurios tuvieron más de 200 millones de años para desarrollar un deflector cometario, pero jamás lo hicieron. Algunos dinosaurios eran bípedos, tenían garras oponibles, y eran bastante inteligentes –así que ¿por qué no inventaron, por ejemplo, el viaje espacial? Bueno, ese es un tema para otro ensayo. Mientras tanto, vamos a apegarnos a algunas de las cosas que podríamos querer solucionar “allí afuera” en varios momentos en el futuro, desde unos cuantos miles a unos miles de millones de años a partir de ahora.

Inversión del campo magnético
Se considera que el campo magnético de la Tierra es generado por un efecto dínamo –esto es, el movimiento de partículas cargadas en su enorme núcleo de hierro y níquel mientras gira. Otros planetas también tienen campos magnéticos, y parece haber una cierta relación entre la intensidad del campo magnético con el tamaño y la velocidad de rotación del núcleo magnético. Júpiter, con un núcleo enorme y un periodo de rotación de 10 horas, genera un masivo campo magnético, por ejemplo, una nave enviada allí tendría que ser especialmente construida para resistir un campo tan intenso. Usted recordará la película de ciencia ficción Outland, con Sean Connery varado en una colonia minera en Io, una de las lunas de Júpiter. Sin embargo, Io sería inhabitable dado que el campo magnético de Júpiter hace fluír una corriente eléctrica de 5 millones de amperios a través suyo.

No obstante, los campos magnéticos también pueden ser útiles. Ellos pueden proteger a los habitantes del planeta de las partículas de altas energías provenientes de, por ejemplo, el viento solar. (Sí, el Sol tiene un componente eólico, uno que puede ser utilizado para impulsar una nave solar en el futuro cercano). Cuando las partículas de altas energías provenientes del Sol encuentran el campo magnético de la Tierra, son desviadas hacia los polos, causando preciosas “cortinas” aurorales de colores mientras golpean la atmósfera. Sin el campo magnético de la Tierra, estas partículas de altas energías podrían dañar la biología en la Tierra.

Cuando rocas que contienen magnetita se enfrían a partir de volcanes o son cocinadas (como la arcilla en una alfarería) ellas registran la dirección del campo magnético de la Tierra en el momento del enfriamiento. Resulta que, examinando rocas de varias épocas, que la Tierra ha invertido su campo magnético varias veces –la última, hace unos 750,000 años (el promedio es de aproximadamente cada pocos cientos de miles de años). Mediciones recientes de primitivas alfarerías y otras evidencias sugieren que el campo magnético de la Tierra puede estar inclinándose –quizás esté preparándose para una inversión tardía.

Esto podría tener lugar dentro de los próximos dos mil años. Si el campo magnético de la Tierra está apenas comenzando a invertirse, sería ciertamente importante para nosotros protegernos de las partículas de altas energías del viento solar y del espacio. No sería un evento tan devastador como, por ejemplo, un impacto cometario, pero indica que no podemos darnos el lujo de ingresar en otra Edad Media durante los próximos mil años más o menos. Si la civilización es mantenerse a sí misma, nosotros necesitamos estar sobre nuestros pies tecnológicos bastante a partir de ahora.

La luna estabiliza la rotación de la Tierra
La teoría más popular sobre el origen de la luna es que esta proviene de la Tierra. Nosotros podemos calcular las historias evolutivas de la órbita de la luna mientras se alejaba de la Tierra después de la formación. (Esta aún está alejándose debido a la fuerza de la marea a razón de una pulgada por año. La mayoría del arrastre de la marea proviene de la disminución rotacional de la Tierra, con la mayor parte causada por aguas arrastrándose sobre el Mar bastante bajo de Bering). Efectuando algunos cálculos de este tipo para Marte, se descubrió que la dirección del eje de rotación de Marte podría invertirse bastante repentinamente. Ahora, esto no es la “precesión” normal (como se la llama) de unos pocos grados que cambia, por ejemplo, nuestra estrella polar a través de los milenios. Marte se ha calculado que ha invertido su eje de rotación hasta 90 grados en tan poco como un par de millones de años. Esto fue resultado de un momentum angular orbital, bajo ciertas circunstancias, transferido hacia el momentum angular rotacional y causando un acoplamiento que condujo a un giro en la dirección del eje de rotación.

¿Entonces por qué no ocurrió esto en la Tierra, cuyo eje aparentemente no ha girado por más de unos pocos grados? La explicación pretendida es que la Luna absorbe toda transferencia de momento angular orbital a rotativo, evitando la inversión.
¿Un giro de este tipo sería importante? Podría volverse bastante grave –como hace un par de cientos de millones de años cuando todos los continentes se combinaron dentro de un gran continente llamado “Pangea”- si el eje de rotación de la Tierra se invirtiera tanto como aquella vez en que un gran continente se convirtió en un continente polar como la Antártica. De modo que parecería que es necesaria una luna para un planeta estable con vida.

Estas fueron quizás noticias sorprendentes para aquellos a quienes les gustaría ver planetas habitables extendidos en la galaxia requiriendo, como lo hacen, un planeta semejante a la Tierra en la zona habitable circunestelar así como también un satélite bastante grande. Esto parecería descartar planetas habitables muy comunes. Sin embargo, investigación adicional dentro las historias rotacionales de los planetas muestra que la Tierra solía girar un poco más rápido. Si la Tierra gira más rápido, eso también actúa como una protección contra la inversión del eje de rotación. De manera que, quizás si la luna no hubiera salido de la Tierra, nuestro mundo todavía estaría girando rápido lo suficiente como para estabilizarse a sí mismo contra la inversión. De esta manera puede haber otros planetas habitables sin una luna grande, pero los habitantes tendrían aún menos horas en sus días que nosotros.

La luna, por supuesto, se encuentra perfectamente ubicada ahora para cubrir exactamente el disco solar durante los eclipses. Este encaje perfecto ha permitido, por ejemplo, una prueba de la Relatividad General, el descubrimiento del elemento helio, y el descubrimiento de la corona solar. Y evidentemente la luna ha sido y es un gran estímulo y base de práctica para nuestros primeros esfuerzos en el viaje espacial. No obstante, alejándose a razón de una pulgada por año, en aproximadamente 1.6 mil millones de años la luna ya no podrá estabilizar la rotación de nuestro planeta. Tendremos que estar preparados para un paseo climatológico salvaje para entonces a menos que comprendamos qué hacer. Finalmente, la Tierra tendrá el mismo periodo de rotación que la órbita de la luna (por ejemplo, el día equivaldrá al mes) y entonces la luna es de esperar que caiga hacia la Tierra, formando un anillo quizás no distinto al de alrededor de Saturno. Será un gran espectáculo, sin dudas.

Aquí viene Andrómeda
Podríamos hablar acerca de muchos fenómenos interesantes más, pero quizás el más espectacular será la fusión de la galaxia espiral Andrómeda con la Vía Láctea en aproximadamente seis mil millones de años. Si bien ninguna estrella será probablemente tocada (el espaciamiento entre las estrellas es enorme), esta interacción afectará con toda seguridad a cada estrella en ambas galaxias. La Vía Láctea, en su historia de 12 mil millones de años, ha devorado muchas galaxias más pequeñas, pero una fusión semejante será una experiencia sin igual. Cada estrella se considera que tiene una nube (llamada la “Nube Oort” en nuestro sistema solar) que consta de aproximadamente un trillón de cometas. Mientras las dos galaxias chocan, estas nubes de cometas se mezclarán, causando crecientes impactos en los planetas interiores de cada estrella. Millones de sistemas estelares arrojados por la marea alrededor podrían causar inestabilidad en las órbitas de los planetas alrededor de ellos.

Nicolai Kardashev ha sugerido que podría haber tres clases de civilizaciones –Tipo I, que controla los recursos de su planeta; Tipo II, los recursos de su estrella, y Tipo III los recursos de su galaxia. En este momento estimamos que nos encontramos alrededor del tipo 0.1 más o menos. Un Tipo II construye cosas como las esferas de Dyson (estructuras rodeando la estrella para capturar toda su energía). Evidentemente, una civilización de Tipo III necesitaría ocuparse de la fusión de Andrómeda con la Vía Láctea.

Así que, aquí lo tenemos –algunos puntos en la agenda para los siguientes miles de millones de años. Disponemos de cierto tiempo para la planificación, pero es importante que estemos alertas –realmente no podemos darnos el lujo de ingresar en otra Edad Media extendida, por ejemplo. Y quién sabe, podríamos convertirnos en una civilización de Tipo III antes de que Andrómeda llegue. Si no, quizás algunas otras especies en la galaxia puedan reunirse lo suficiente como para ayudarnos.
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