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Grandes Simios y Mala Biología

Grandes Simios y Mala Biología

Por :Francisco M. Pulido Pastor

OK, imagine atrasar el reloj 70 años. Imagínese un regreso a esa singular época de la historia humana en la que el conocimiento de los continentes y océanos era sofisticado y extenso, pero aún no completo.

OK, imagine atrasar el reloj 70 años. Imagínese un regreso a esa singular época de la historia humana en la que el conocimiento de los continentes y océanos era sofisticado y extenso, pero aún no completo. Volviendo atrás sólo una generación, antes de que los aviones y naves espaciales punteasen la Tierra, se llega a una era en la que la naturaleza todavía guardaba unas cuantas cartas en la manga; cuando aun podían realizarse descubrimientos importantes.

Ahora imagínese que usted y algunas docenas de enclenques son los pasajeros de un tambaleante buque corroído, deslizándose a través de oscuras aguas hacia una mancha de tierra olvidada por el tiempo y los cartógrafos – bañada por el Pacífico Sur y agazapada en una niebla tan espesa como la salsa de galleta de Mississippi. Aquí, sobre la maliciosamente llamada Isla de la Calavera, descubre la especies clímax del Jurásico – dinosaurios – vivos y en plena forma. Estos toscos saurópodos de dientes chuecos comparten su casa y alimentos con un puñado de primates modernos. Estos últimos están compuestos por unos cientos de nativos permanentemente asustados, amenazados y malformados, y un simio de talla extra grande, King Kong.

La Isla de la Calavera es un lugar de acontecimientos. Saurópodos en estampida hacia una muerte retumbante, insectos carnívoros del tamaño de cabinas de teléfono que salen retorciéndose de los pantanos, y Kong – impactado por la visión de un cabello rubio – desarrolla un inapropiado interés en una mujer que va a bordo del barco. Con el tiempo, los empresarios que han iniciado esta nada idílica odisea capturan a Kong y le llevan de regreso a Manhattan como una atracción de feria.

Permítame poner un poco de énfasis: Estos chicos encuentran una isla llena de dinosaurios prehistóricos vivos. Y se traen al mamífero.

Ahora algunos verán esta clásica historia cinematográfica como una enternecedora historia de amor entre dos primates que comparten sus afectos pero sólo el 98% de sus genes. Un reciente artículo de opinión en el New York Times sugiere que esta película estuvo motivado por los experimentos soviéticos en los años 20 diseñados para producir un híbrido humano-chimpancé (en un intento de desacreditar a la religión, a la vez que ofender los valores de familia de los chimpancés). Después está el ahora olvidado hábito pre-bélico de traer bestias salvajes y nativos de tierras distantes para exhibirlos como exotismos vivientes. Tan recientemente como en 1931, se podían observar humanos enjaulados (africanos e inuits eran los favoritos) en exhibición en Europa.

Pero cualquiera que sea su ontología, “King Kong” cae bajo un género narrativo específico – la ciencia ficción encuentra un papel de moralidad. El escritor John Baxter ha resumido una moraleja de tales historias con la frase “hay algunas cosas que el hombre no está destinado a saber”. Demasiada curiosidad puede ser dañina para tu salud. Bueno, afortunadamente, cuando se trata de catalogar la vida en nuestro planeta, nos sentimos libres – incluso alborozados – por la creencia de que estabamos destinados a saber todas las cosas.

De hecho, buscar vida desconocida es una actividad bien acicalada. Charles Darwin registró la flora y fauna en cada puerto de escala a medida que el Beagle hilvanaba su ruta alrededor del globo. El famoso botánico del Capitán Cook, Joseph Banks, describió asiduamente nuevas especies cada día a medida que chapoteaban y machacaban su ruta a través del continente americano.

Quizá para tu sorpresa, esta suerte de exploración no sólo continúa, sino que lo hace con vigor. En 2004, investigadores japoneses tuvieron éxito al fotografiar un calamar gigante nadando a media milla de profundidad en el Pacífico (un espécimen de un chupador aun más grande fue sacado de las aguas en la costa antártica en 2003). El año pasado, los primatólogos informaron del descubrimiento de dos nuevas especies de lémur en Madagascar. Incluso más recientemente, los científicos encontraron un análogo más apacible y benévolo que el hábitat hogar de Kong en las montañas Foja de Nueva Guinea. En este aislado bosque tropical, ya han descubierto docenas de nuevas especies de plantas y animales.

Ahora es importante destacar que la loablemente diversa población de la Isla de la Calavera no es muy realista. En hábitats tan aislados, la competición entre especies es limitada. La consecuencia es que, con el tiempo, las especies predadoras tienen a hacerse más pequeñas mientras que las especies presa se hacen más grandes. El tamaño óptimo (al menos para los mamíferos) parece ser aproximadamente el de un conejo. Kong es más grande que muchos conejos. Aumentar un gorila hasta los 17 metros de alto en la cruz da como resultado un simio seriamente impotente, apenas capaz de mantenerse en pie (por no hablar de escalar rascacielos). Eso es debido a que cuando se infla el tamaño de un animal, el peso se incrementa bastante más rápido que la fuerza. King Kong sería un apacible mega mamífero. Después, está la notable ausencia de una Reina Kong, lo que no habla muy a favor del futuro de la descendencia de King. Sus ancestros, como los del monstruo del Lago Ness, han ignorado la necesidad de una reserva mínima de crías.

Francamente, la Isla de la Calavera, por muchas razones, es una fantasía considerablemente menos creíble actualmente de lo que lo era hace una generación. Viola tanto la geografía como la biología. Puedes apostar que las criaturas por descubrir de la Tierra no serán ni reliquias de saurópodos ni simios sobredimensionados (lo que es bastante peor: nuestra población de grandes simios está muy probablemente encaminada a la extinción). Pero cualesquiera que sean, estas especies desconocidas indudablemente existen en gran número. Un reciente artículo de la BBC destaca que pasarán miles de años antes de que compilemos un catálogo completo de la vida en la Tierra. Miles de años.

Y, por supuesto, esto es solamente la vida en este planeta.
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