Conversaciones con los hombres de la Luna
Por :Jesús Canive
Aunque he asistido a conferencias de Alan Shepard y Buzz Aldrin, en realidad sólo he tenido la oportunidad de charlar durante un rato con dos “hombres de la Luna”.
Aunque he asistido a conferencias de Alan Shepard (el primer Norteamericano en el espacio y Comandante del Apolo 14) y Buzz Aldrin (Piloto del Módulo Lunar del Apolo 11 y segundo hombre en pisar la Luna), en realidad sólo he tenido la oportunidad de charlar durante un rato con dos “hombres de la Luna”.
Mi primera experiencia fue hace dos décadas. Tenía sólo unos pocos años cuando el Sputnik fue puesto en órbita. Entonces empecé un álbum de recortes que contenía recortes de cada nave espacial, tripulada o no, desde el Sputnik hasta las misiones Gemini de la NASA de dos hombres por capsula. No estoy seguro de porqué, pero en aquel tiempo, yo tenía mi astronauta favorito, era James Lovell. Seguía cada vuelo que realizaba y le tenía reservado un lugar especial en mi álbum.
De este modo, cuando estaba terminando el Master en Astronomía en San Diego y oí que James Lovell del Apolo 8 y del famoso Apolo 13 iba a dar una conferencia, llegué temprano. Él cruzó la puerta media hora antes de lo previsto y nadie pareció percatarse. Me acerqué, me presenté y estuvimos charlando durante media hora, los dos solos.
Hablamos de dos cosas, del Apolo 13 y, en menor medida, del hecho de que yo estaba interesado en el programa de astronautas. Me animó saber que un Master en astronomía “estaba muy bien”. Pero principalmente hablamos del Apolo 13. Recuerdo haberle dicho que se podría hacer una buena película. A medida que íbamos hablado, empezó a deslumbrarme. ¡Este hombre había estado en la Luna, no una sino dos veces¡. Aunque no llegó a pisar la Luna, era la nave que él comandaba por la que el mundo estuvo rezando cuando el Apolo 13 se encontraba en dificultades.
No creo que el mundo haya estado nunca tan unido, ni siquiera cuando el Apolo 11 se posó por primera vez sobre la Luna. Fuimos una comunidad global cuando virtualmente todo el planeta unido deseaba que la tripulación del Apolo 13 regresase sana y salva. Es difícil de describir a menos que lo hayas experimentado. Sabíamos que todas las religiones estaban rezando, meditando, realizando cánticos, etc. por aquellos hombres. Desde el Papa, presidentes, miembros de la realeza, hasta el ciudadano de a pie, cualquiera que tuviera acceso a los medios de comunicación, desde periódicos a la radio, la televisión, los chismorreos, sabía del Apolo 13 y ellos (su tripulación) eran nuestra (de todos) gente ahí arriba, a los que había que traer vivos de regreso a casa.
Cuando volvieron con vida, Gene Krantz lo denominó el mejor momento de la NASA, y visto en retrospectiva, realmente fue el mejor momento de muchos mejores momentos. James Lovell escribió el libro “Lost Moon” (Luna perdida) en el que se basó la película de Ron Howard, Apolo 13. Pero la diferencia entre la película y la realidad es que todo parecía suceder a la vez, y la certeza de que regresarían vivos, no estaba en ningún modo garantizada. Las tripulaciones de apoyo que llegaban dejaron sus coches con las llaves puestas por todo el recinto del Jonson Space Flight Center y acudieron corriendo hasta el Control de la Misión, ya que en algunos casos disponían únicamente de 15 minutos para poder salvarles la vida.
Así que allí estaba, comprendí, hablando con el hombre que había estado en la Luna. ¡Lo logramos¡. Mientras estrechaba la mano del señor Lovell antes de que iniciara su conferencia, tuve la sensación que de haber tenido acceso a la verdadera historia, de haber comprendido realmente lo importante que fue haber ido a la Luna.
No fue únicamente un subproducto para utilizar la NASA-ese. Está claro que Silicon Valley y la revolución de la informática no hubiera sido posible sin la carrera hacia la Luna. A menudo pienso que los historiadores no valoran suficientemente a John F. Kennedy y a Nikita Khrushchev por desviar el esfuerzo de sus complejos de industria militar hacia la carrera hacia la Luna. Jamás sabremos, especialmente después de la crisis de los misiles de Cuba, a dónde hubiera ido el mundo si no se hubiera desviado, al menos una parte, de aquella competición a algo más productivo que la guerra. Como alumno de cuarto curso durante la crisis de los misiles de Cuba, recuerdo el sentimiento de conmoción e incredulidad mientras nos refugiábamos inútilmente bajo los pupitres.
El hijo de Khrushchev sostiene que su padre tuvo una oferta de colaboración del Presidente Kennedy para ir a la Luna. Pero dos semanas después de esa oferta, que Khrushchev estaba a punto de aceptar, Kennedy fue asesinado. Puede que el fin de la “guerra fría” se hubiera adelantado décadas.
Pero ahora, en abril de 2005, ha pasado un tercio de siglo desde la última vez que tuvimos un pie sobre la Luna, y una de las últimas huellas corresponden al próximo “hombre de la Luna” con el que tengo que charlar un rato, el Doctor Harrison “Jack” Schmidt, Piloto del Módulo Lunar del Apolo 17 y el único científico (geólogo) que ha puesto un pie sobre la Luna.
Nos vimos más recientemente, pero la primera vez, fue hace cinco años cuando supe que iba a hablar en una reunión de internos de Astrobiología en el Centro de Investigación Ames de la NASA. Me enteré el día anterior y asistí a la conferencia. Al terminar me encontré haciendo cola para estrechar su mano. Mientras hacía cola y poco antes de llegar ante él, volví a tener ese sentimiento total, ¡Dios mío, este hombre ha caminado sobre la Luna¡, Sonreí, le estreché la mano y me volví para irme. Me giré de nuevo y añadí: “¿Sabe que hice mi tesis sobre el origen de la Luna?”.
Esbozando una amplia sonrisa me preguntó si creía en la teoría del gran impacto (que la Tierra habría sido golpeada por un cuerpo del tamaño de Marte y que eso es lo que había separado la Luna de la Tierra). Yo sabía que casi todos los presentes apoyaban esa teoría, pero aun no había logrado convencerme a mí mismo de ella, por lo que decidí decir simplemente la verdad. Dije algo así como: “Bueno en realidad, sé que se han realizado buenos trabajos dentro de esta teoría, y tiene muchos aspectos interesantes, y… bien… no. Mi opinión puede que no este cualificada, pero en realidad, no lo creo”.
Con una enorme sonrisa me dijo: “Yo tampoco”. ¡Un espíritu gemelo¡. Un espíritu gemelo que ha caminado sobre la Luna y un espíritu gemelo que ha estudiado geología lunar durante toda su vida. Intercambiamos opiniones durante la siguiente media hora, interrumpidos únicamente por las personas que hacían cola para estrecharle la mano. Fue estupendo. Hemos vuelto a tener un par de oportunidades para intercambiar opiniones, también en encuentros científicos. En cuanto al origen de la Luna, no se puede encontrar mejor apoyo que el del único geólogo que ha estado en la Luna.
Y así ha transcurrido un tercio de siglo desde que nosotros (humanos) pisamos el suelo lunar. Ha sido difícil para mi generación ver en la adolescencia cómo otras personas caminan por la luna y después permanecer a la espera mientras que los humanos no abandonan la órbita de la Tierra durante al menos dos generaciones. Ha sido difícil permanecer a la espera y ver cómo se disipaba la pericia acumulada, cómo se aparcaba la aventura de la exploración. Y simplemente recordar los viejos tiempos. Quizás hemos perdido el valor.
Pero puede que hoy tengamos en el horizonte una nueva carrera hacia la Luna. Los chinos ya tienen astronautas cualificados en órbita alrededor de la Tierra, y han indicado que les gustaría enviar personas a la Luna en los próximos 15 años. Sólo nueve de los doce hombres que caminaron en la Luna están todavía con nosotros. Todos los astronautas del Programa Apolo tienen más de 70 años (el más joven es Ken Mattingly, Piloto del Módulo de Mando del Apolo 16, cumplió 70 años el 17 de marzo de 2006) y tendrían que tener la forma física de John Glenn (que voló en la lanzadera a la edad de 77 años) para poder ayudarlos a alunizar de nuevo. Pero también hemos desguazado el cohete Saturno V, que nunca tubo ningún fallo pero que nunca más pondrá utilizarse al habérsele despojado de todos los equipos de apoyo cuando pusimos todos nuestros huevos en la cesta de la lanzadera espacial, si se me permite la expresión.
Puede que tengamos que empezar incidiendo en mucho de todo esto si hemos de volver a la Luna. Es un cambio histórico interesante. Cheng Ho, bajo el mandato del Emperador Yung Lo, navegó varias veces hasta el este de África y quizás hasta el Océano Atlántico, con cientos de naves y miles de hombres desde 1405 a 1433. Pero hoy en día el idioma chino no se habla fuera de China. Con un nuevo emperador, este inicio de la era de la exploración cesó y normalmente no se le incluye en la historia de la Era de la Exploración.
Al principio parecía que el idioma del espacio sería el inglés, después con la estación espacial Mir, habitada continuamente, pareció que sería el ruso. Pero quizás en un interesante cambio de la historia, el idioma de la Luna resulte ser el chino.
Quizás la era de la exploración continuada del sistema solar por el hombre comience con la primera expedición china a la Luna, dejando al margen los anteriores alunizajes norteamericanos, tal como le sucedió a los viajes de Cheng Ho a África.
Pero no, ir a la Luna por primera vez no fue como la conquista del salvaje oeste por los americanos europeos o del salvaje este por los europeos rusos. Puede que no sea una coincidencia que las dos naciones tan alejadas por el espacia tuvieran que explorar todo un continente cada una el siglo anterior. Ir a la Luna quizás fuera más como arrastrarse fuera del océano por primera vez e intentar vivir en tierra firme. Fue algo completamente diferente para nuestra especie. Ninguna especie de la Tierra ha hecho nunca algo parecido, dejar por completo el planeta par ir a otro mundo.
A largo plazo, quizás no tengamos elección. Creo que está en nuestra naturaleza superar los límites del espacio y del tiempo. Es estupendo tener un satételite tan grande en el que practicar la exploración que nos lleve a otros planetas y a las estrellas. Tal como decía el frecuentemente citado ingeniero y científico ruso del siglo XIX, Konstantin Tsiolkovsky, “La Tierra es la cuna de la mente, pero no podemos vivir eternamente en una cuna”.
El Apolo 8 nos dio por primera vez una imagen de la Tierra “elevándose” sobre la Luna a finales de los sesenta. En realidad era la nave espacial la que se elevaba, la Tierra no se eleva respecto a ningún punto en la Luna ya que ambas están sincronizadas en su rotación, aunque la Tierra pasa a través de fases, opuestas a las fases de la Luna, La Tierra llena sucede durante la Luna nueva y viceversa. Aquella fotografía nos mostró que la Tierra es, de hecho, una preciosa cuna y el movimiento ecologista moderno se inició (¿coincidencia?) en la misma época. Me pregunto qué otras lecciones nos esperan desde la perspectiva del espacio. Quizás ha llegado el momento de aventurarnos de nuevo y averiguarlo. Será divertido ver lo que el próximo tercio de siglo nos depara.