Hasta las células se apoyan mutuamente
Por :Lourdes Leticia Cahuich
Nuevas investigaciones descubren que, incluso las más simples de las criaturas –las amibas unicelulares – tienen la capacidad de no solo reconocer a los miembros de su familia si no de discriminar selectivamente a favor de ellos.
Resumen (Ago 25, 2006): Nuevas investigaciones publicadas por los biólogos de la Universidad Rice en la publicación de ésta semana de la revista Nature descubren que, incluso las más simples de las criaturas sociales –las amibas unicelulares – tienen la capacidad de no solo reconocer a los miembros de su familia si no de discriminar selectivamente a favor de ellos.
basada en una publicación de la Universidad Rice
Un cuerpo fructífero del Dictysotelium purpureum.
Crédito: Owen Gilbert/Rice University
Nuevas investigaciones publicadas por los biólogos de la Universidad Rice en la publicación de ésta semana de la revista Nature descubren que, incluso las más simples de las criaturas sociales –las amibas unicelulares – tienen la capacidad de no solo reconocer a los miembros de su familia si no de discriminar selectivamente a favor de ellos.
El estudio proporciona pruebas del sorprendentemente sofisticado comportamiento social de los microbios, los cuales muestran niveles de cooperación que son típicamente asociados con los animales.
“Mediante el reconocimiento de los familiares más allegados, un microbio social puede comportarse de manera altruista directamente con sus parientes”, comenta la investigadora de post doctorado, Natasha Mehdiabadi, autora principal de éste estudio.
El reconocer a la propia familia es un comportamiento común entre los animales –como los chimpancés, ardillas de tierra o avispas del papel – y debido a que el reconocimiento de los parientes puede influenciar fuertemente en el comportamiento cooperativo, también puede impactar significativamente la evolución social de las especies.
Mientras los científicos han documentado en varias ocasiones los casos de reconocimiento de parientes, el estudio de Rice es de los primeros en documentar un comportamiento más sofisticado de discriminación de relativos en un microorganismo social.
Este nuevo estudio se basa en el examen del organismo unicelular Dictyostelium purpureum, un microbio común de los suelos que se alimenta de bacterias. En estado salvaje, cuando escasea la comida, el D. purpureum se congrega por miles, formando al principio babosas largas y delgadas, y después en cuerpos fructíferos similares a un cabello. Imitando hongos miniatura, estos cuerpos fructíferos se componen de un tallo libre y de pié y las esporas que cubren su parte superior. Finalmente, las esporas son llevadas lejos, usualmente en las piernas de animales que han pasado por el lugar, para comenzar el ciclo de la vida desde el principio. Pero para que se puedan dispersar las esporas, algunos de los individuos de la colonia deben sacrificarse de manera altruista para poder hacer el tallo.
Mehdiabadi y otros en el laboratorio de Rice, el biólogo evolutivo Joan Strassmann y David Queller anhelaban encontrar que el D. purpureum discriminara dando preferencia directa a sus parientes.
El equipo recolecto variedades salvajes del D. purpureum del Houston Arboretum y las llevó al laboratorio donde fueron cultivados en cajas de petri. En cada uno de los 14 experimentos, se colocaron un par de variedades en proporciones iguales dentro de una caja, y una de las trenzas de cada par fue etiquetada con tintura fluorescente.
Cuando escasea la comida, la célula solitaria del Dictyostelium discoideum se congrega y fusiona en una torre productora de esporas.
Crédito: Imagen de Mike Austin usando una foto de Rob Kay
La comida se racionó ocasionado que los microbios en cada caja formaran docenas de pegajosos cuerpos fructíferos.
Durante la observación de su desarrollo social, el equipo encontró que los cuerpos fructíferos individuales contenían predominantemente una raza o la otra.
“Nuestro experimento descartó diferencias potenciales en el momento del desarrollo y mostró que estos organismos se asocian preferentemente con sus parientes directos”, comenta Strassmann, el profesor Harry C. y Olga K. Wiess en Ciencias Naturales, quien también preside el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva en Rice.
No está claro como el D. purpureum distingue a sus parientes de aquellos con los que no está relacionado, pero Mehdiabadi comenta que probablemente este proceso se lleve a cabo por mecanismos genéticos