Diario de Arecibo: ¡Una vez más listos para la acción!
Por :Luciana Andrín
"Despliegue” es el término que utilizamos en el Instituto para hacer referencia a lo que es quizás nuestro mayor emprendimiento: El Proyecto de observación Phoenix.
El origen bélico de la palabra parece ser, a veces, lo más apropiado. Realizamos planes complejos para transportar personal y equipos a través de muchos kilómetros, a fin de que la gente y los equipos adecuados lleguen al lugar y en el momento adecuado para sacar el mejor provecho. Algo de ambos queda a la espera: queda gente para brindar apoyo; queda equipo en reserva ‘por las dudas’.
Afortunadamente, la fatiga de batalla de nuestro personal es temporaria; limitada al cansancio de nueve horas de viaje y el jet lag por atravesar cuatro husos horarios. Con un buen descanso nocturno, y un delicioso café con leche de la cafetería del Observatorio, las tropas estaban listas para lidiar con las cajas. John ensambló la electrónica de FI: nuestra interfaz con el receptor del observatorio. Mark erigió el muro refractario y la red. Tom montó las computadoras de control.
Luego John y yo comenzamos la tarea principal de ensamble: preparar los Módulos Programables de Detección (PDM – Programmable Detection Modules). Cada Módulo es una computadora personal que contiene alguna interfaz y tableros de procesamiento de señal, envueltos en material anti-impacto antiestático para protegerlos durante el viaje. Quitamos la envoltura cuidadosamente y luego reinstalamos los tableros en veinte módulos. Mientras nosotros nos dedicábamos a esto, Mark y Tom actualizaban y probaban los ocho módulos que habíamos dejado en Arecibo de nuestras últimas observaciones en abril. Luego de seis meses de desarrollo de los módulos en nuestro laboratorio Mountain View, los módulos que restaban necesitaban algunos cambios de software y redes.
El proceso completo: desembalar, ensamblar, actualizar y realizar las pruebas iniciales nos llevó aproximadamente tres días. Luego pasamos una semana realizando pruebas más detalladas. Durante esa semana llegaron otros tres miembros del equipo para ayudar a controlar nuestra interfaz con los sistemas de control del telescopio y el receptor de Arecibo. Estamos utilizando un nuevo receptor y electrónica del observatorio que nunca antes habíamos usado. Debemos probar todo cuidadosamente.
Ahora esperamos que lleguen dos miembros más del equipo. Después, el lunes, una vez más...
Afortunadamente para mí, el equipo está motivado. No creo que haya podido igualar el discurso del Rey Henry del día de San Crispin (*). Y de hecho, para cuando escuche los sonidos del alimentador Gregoriano girando hasta ubicarse en posición mientras alistamos los telescopios para nuestra primera noche de observación, todos los desafíos de las últimas semanas serán olvidados una vez más. Mientras cada uno de nosotros dirige sus ojos hacia el gigante instrumento que controlamos, nuestros oídos hacia las estrellas, recordamos que esto es en realidad amor, ¡y no guerra!
(*) N.T. De la obra Henry V de William Shakespeare