Científicos demuestran que puede formarse agua en las partículas de polvo interplanetario (o IDPs) gracias al efecto del viento solar. Este está formado por protones (iones de hidrógeno) que al impactar dañan los silicatos de las motas de polvo espacial y reacciona con el oxígeno liberado, formando diminutas burbujas de agua.
Estudios previos ya habían mostrado que el polvo espacial también contiene materia orgánica, el ingrediente clave para la vida junto con el agua. Así, esto dos hallazgos muestran la posibilidad de que el polvo procedente del espacio hubiera podido sembrar nuestro planeta con los ladrillos de la vida. Nuestro planeta o cualquiera otro del Universo.
Durante los últimos cuarenta años los investigadores han debatido acerca de si el viento solar puede producir agua. Cuando los astronautas trajeron a la Tierra muestras del suelo y las rocas lunares se observó que presentaban grietas producidas por el viento solar, cuando el material no estaba protegido por ninguna atmósfera.
En seguida se dieron cuenta de que, en este proceso, también podía formarse agua. Estas motas de polvo proceden de la rotura de cometas, asteroides y de los residuos de la formación de nuestro sistema planetario. Contienen gran cantidad de silicatos, minerales formados por silicio y oxígeno.
El viento solar está, sobre todo, formado por protones. Cuando impacta contra el polvo se liberan átomos de oxígeno, quedando así libres para reaccionar con los protones del viento solar y formando moléculas de agua. Se forman burbujas tan diminutas que, hasta ahora, habían sido indetectables.
Sin embargo, un equipo liderado por John Bradley, de la Universidad de Hawaii, ha utilizado un microscopio electrónico de última generación para finalmente detectar el agua en una de las motas de polvo, previamente recogidas por un vuelo de gran altitud de la NASA. Además, mediante simulaciones de laboratorio, fueron capaces de confirmar el proceso de formación de agua.
Este hallazgo abre nuevas posibilidades sobre el origen de la vida en la Tierra. Algunas teorías han sugerido que la vida pudo caer del cielo procedente del impacto de cometas o asteroides, antes de que dispusiéramos de la apropiada atmósfera protectora.
“Nuestro trabajo muestra que el polvo interplanetario pudo transportar también el agua y la materia orgánica, pero de forma mucho más amable para el planeta, al depositarse suavemente el polvo interplanetario espacial sobre la superficie de la Tierra joven”, nos cuenta Hope Ishii, co-autora del estudio.
Cuando entra en la atmósfera, el polvo se calienta por el rozamiento, por lo que esas partículas pueden actuar como diminutas incubadoras de las reacciones químicas y comportarse como transportadoras de agua y materia orgánica.
Aún así, este descubrimiento no sugiere que los océanos de la Tierra se formaran por este proceso.
Actualmente llegan a nuestro planeta entre 30.000 y 40.000 toneladas anuales de polvo interplanetario, pero es posible que, en los orígenes de nuestro planeta, esas cantidades fuesen muy superiores. Además el sol fue más brillante en el pasado, por lo que pudo haber sido capaz de formar más agua. Es difícil de calcular cuánta agua pudo formarse por este proceso, puesto que hay que tener en cuenta muchos factores que no conocemos bien ni podemos estimar correctamente.
¿Pudo también el polvo espacial haber transportado los ingredientes de la vida fuera de nuestro sistema solar?
“Donde quiera que exista polvo espacial y las estrellas generen viento solar se formará agua mediante este mismo proceso; es fascinante”
Detection of solar wind-produced water in irradiated rims on silicate minerals
http://www.pnas.org/content/early/2014/01/16/1320115111.abstract
http://www.astrobio.net/news-exclusive/space-dust-carries-water-and-organic-carbon/