Enviado por : Heber Rizzo 2024-03-16 23:13:00 Un río de estrellas en el cielo boreal
Los astrónomos han descubierto una angosta franja de estrellas que forma un arco gigantesco sobre el disco de la Vía Láctea. Esta “corriente” estelar se encuentra a unos 76 000 años luz de la Tierra y se extiende por al menos 45 grados a lo largo del cielo septentrional. En el número de marzo de Astrophysical Journal Letters, Carl Grillmair, un científico asociado de investigación en el Centro de Ciencia Spitzer del Instituto de Tecnología de California (Caltech), y Roberta Johnson, una estudiante graduada de la Universidad del Estado de California, Long Beach, informan sobre su descubrimiento. “Quedamos impactados por la longitud de esta cosa”, dice Grillmair. “Cuando un extremo de la corriente surja esta tarde del horizonte, el otro extremo ya estará a mitad de camino en el cielo”. La franja de estrellas comienza justo al sur del “cazo” de la Osa Mayor y continúa en una línea casi recta hasta un punto a unos 12 grados al este de la brillante estrella Arturo, en la constelación del Boyero. La “corriente” emana de un cúmulo de unas 50 000 estrellas conocido como NGC 5466. El recién descubierto grupo se extiende por delante y por detrás de NGC 5466 en su órbita alrededor de la galaxia. Esto se debe a un proceso conocido como “despojo de marea”, el cual resulta cuando la fuerza de gravedad de la Vía Láctea es muy diferente en un lado y otro del cúmulo. Esto tiende a estirar al cúmulo, el cual es normalmente esférico, a lo largo de una línea que apunta hacia el centro galáctico. En algún punto, particularmente cuando su órbita lo lleva cerca del centro galáctico, el cúmulo no puede seguir reteniendo sus estrellas más externas, las cuales derivan a órbitas propias. Las estrellas perdidas que se encuentran entre el cúmulo y el centro galáctico comienzan a moverse lentamente por delante del cúmulo en su órbita, mientras que las estrellas que están más allá del cúmulo van quedando lentamente por detrás. Las mareas oceánicas son causadas por exactamente el mismo fenómeno, aunque en ese caso es la diferencia de la fuerza de gravedad lunar entre un lado y otro de la Tierra la que “estira” los océanos. Si la gravedad superficial de la Tierra fuera mucho menor, entonces los océanos serían arrancados del planeta, tal cual como sucede con las estrellas de la corriente de NGC 5466. A pesar de su tamaño, este “río” no había sido detectado previamente por estar completamente sumergido en el vasto mar de estrellas en primer plano que conforma el disco de la Vía Láctea. Grillmair y Johnson descubrieron la corriente al examinar el color y el brillo de más de nueve millones de estrellas en la base pública de datos de la Inspección Digital Sloan del Cielo (SDSS). “Sucede que, como todas ellas nacieron al mismo tiempo y están situadas a aproximadamente la misma distancia, las estrellas de los cúmulos globulares poseen una “firma” única cuando se estudia la distribución de sus colores y luminosidades”, dice Grillmair. Utilizando una técnica conocida como filtrado comparado, Grillmair y Johnson asignaron a cada estrella una probabilidad de que alguna vez hubiera podido pertenecer a NGC 5466. Al observar la distribución de estas probabilidades a lo largo del cielo, “la corriente surgió y nos golpeó”. “La nueva corriente podría incluso ser más larga que lo que sabemos, ya que estamos limitados en límite austral por la extensión de los datos actualmente disponibles”, agrega. “En el futuro, inspecciones mayores podrían extender sustancialmente la longitud conocida de la corriente, posiblemente hasta extenderse por todo el cielo”. Las estrellas que componen la corriente son demasiado tenues como para ser vistas a simple vista. Debido a la vastedad de las distancias involucradas, son aproximadamente tres millones de veces menos luminosas que las estrellas más tenues que pueden ser vistas en una noche clara. Grillmair dice que estos descubrimientos son importantes para nuestra comprensión de lo que conforma la Vía Láctea. Como los ríos terrestres, estas corrientes de marea pueden decirnos cuál dirección es “hacia abajo”, cuán empinada es la pendiente, y dónde se localizan las montañas y los valles. Al medir las posiciones y velocidades de las estrellas en estas corrientes, los astrónomos esperan determinar cuánta materia oscura contiene nuestra galaxia, y si está distribuida uniformemente o en enormes trozos que la orbitan. Páginas web relacionadas -- ¿Cómo robar un millón de estrellas? -- Un nuevo cúmulo estelar -- Un cercano fósil galáctico -- Un cúmulo estelar rebosante de pulsares Heber Rizzo Baladán Web Site: Caltech Press Release Artículo: “Astronomers Discover a River of Stars Streaming Across the Northern Sky” Fecha: Marzo 15, 2006 Enlace con el artículo original en inglés: AQUÍ. | ||
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