Enviado por : Michael Artime 2004-12-10 16:22:00 SETI y la canción de la ballena solitaria
Tal vez no sea una noticia de astronomía, ni de astrobiología.
Pero... ¿y si realmente estuviéramos solos? Diciembre 04, 2004 Exclusivo de la edición impresa de New Scientist El canto de la ballena solitaria continúa siendo un misterio Una ballena solitaria con una voz diferente a cualquier otra conocida ha estado vagando por el Pacífico durante los últimos 12 años. La bióloga marina Mary Ann Daher del Instituto Oceanográfico de Woods Hole en Massachusetts, EE.UU., y sus colegas, utilizaron señales registradas por los hidrófonos de rastreo de submarinos de la marina de los EE.UU. para trazar los movimientos de las ballenas en el Pacífico norte. Los registros parcialmente desclasificados muestran que una ballena solitaria que canta en una frecuencia de aproximadamente 52 hertz ha cruzado el océano cada otoño y cada invierno desde 1992. Sus llamados no se corresponden con los de ninguna otra especie conocida, aunque claramente pertenecen a una ballena del orden de los misticetos, un grupo que incluye a las ballenas azules, a las de aleta y a las jorobadas. Típicamente, las ballenas azules llaman en frecuencias que se encuentran entre los 15 y los 20 hertz. A veces utilizan frecuencias más altas, dice Daher, pero no llegan a los 52 hertz. Las ballenas de aleta producen sonidos pulsantes de unos 20 hertz, mientras que las jorobadas cantan en frecuencias mucho más altas. Por otro lado, los senderos de la ballena solitaria tampoco se corresponden con los patrones migratorios de cualquier otra especie. A lo largo de los años, los llamados se han hecho ligeramente más profundos, quizás a causa del envejecimiento de la ballena, pero su voz es todavía reconocible. Daher duda que el cetáceo pertenezca a una nueva especie, aunque no se han registrado llamados similares en ningún otro lado, a pesar del cuidadoso monitoreo. Referencia de la revista: Deep-Sea Research (vol 51, p 1889) Jon Copley Enlace con el artículo en inglés. Por largos años hemos estado buscando vida extraterrestre inteligente. Hemos creado fórmulas, realizado cálculos, armado conferencias y equipos de estudio, y hemos estado escuchando a los cielos con poderosos instrumentos. Incluso, hemos enviado algo así como un mensaje en una botella espacial. Creo que hay sobradas esperanzas sobre la existencia de vida en otros lugares del universo. Pero lo que realmente nos interesa es la vida inteligente. Saber que no estamos solos. Por supuesto, siempre están los que dudan. Los que dicen que es un gasto inútil, y los que se descorazonan fácilmente. Ciertamente, es posible que estemos solos. Quizás ha habido en el pasado y habrá en el futuro especies inteligentes, con lapsos vitales demasiado breves como para superponerse, y debemos considerar la posibilidad de que, en un momento dado, exista solamente una de ellas (y entonces, ahora, en este momento, seríamos los únicos en todo el cosmos). También es posible que seamos apenas unos advenedizos, y que las otras especies inteligentes sean tan superiores a nosotros que no nos entiendan, o que no quieran respondernos, tal como nosotros no entendemos y no deseamos responder al llamado de la ballena solitaria. Únicamente lo registramos. ¿Pero deberían estas dudas, estas consideraciones, hacer que cesáramos en nuestra búsqueda?. Si tal hiciéramos, seríamos entonces menos que esa pobre ballena. Nos faltaría el coraje de enfrentar al universo, y no tendríamos el derecho de llamarnos humanos y considerarnos en la cúspide de la evolución terrestre. Pienso que el único camino posible es seguir buscando. La curiosidad, el ansia de conocimiento, es lo que nos ha convertido en lo que somos hoy, y negarnos a la búsqueda de nuestros pares cósmicos sería negarnos a nosotros mismos. Nuestro destino manifiesto es el universo. Y algún día, en algún lugar, alguien responderá a nuestro llamado. Diciembre 10, 2004 ![]() ![]() |
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