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Enero 2005

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Fecha original : 2002-02-12
Traducción Astroseti : 2003-05-13

Traductor : Emilio Jiménez
Artículo original en inglés
 EXTINCION       
 METEORITOS      
 EVOLUCION       
La Gran Muerte


Por Patrick L. Barry

Hace 250 millones de años algo desconocido limpió la mayor parte de la vida de nuestro planeta. Ahora los científicos están encontrando pruebas enterradas del misterio dentro de pequeñas cápsulas de gas cósmico

Fue casi el crimen perfecto.

Algún perpetrador – o perpetradores – cometieron asesinatos en una escala sin igual en la historia del mundo. Dejaron pocas pruebas de su identidad, y enterraron todas las evidencias bajo estratos y estratos de la Tierra.

El caso ha estado sin resolver durante años – 250 millones de años exactamente.|

Pero ahora las piezas están comenzando a aparecer, gracias a un equipo fundado por la NASA, detectives que han encontrado las “huellas dactilares” del villano, o al menos de uno de los cómplices.

El terrible evento ha estado perdido en la amnesia del tiempo durante eones. Fue recientemente cuando los paleontólogos tras escollar una tumba sin nombre en el bosque, se dieron cuenta de la existencia de un patrón en el registro fósil: Bajo un punto concreto en los estratos acumulados de la tierra, la roca muestra signos de un mundo antiguo rebosante de vida. En estratos más recientes, justo sobre ese punto, los signos de vida habían desaparecido.

De algún modo, la mayoría de la vida en la Tierra pereció en un breve momento de tiempo geológico hace 250 millones de años. Los científicos la llaman extinción Pérmica – Triásica o “La Gran Muerte” – no confundirse con la bien conocida extinción Cretacea – Terciaria que señala el fin de los dinosaurios hace 65 millones de años. Lo que sea que ocurrió durante el período Pérmico – Triásico fue mucho peor: Ninguna clase de vida se libró de la devastación. Árboles, plantas, lagartos, proto-mamíferos, insectos, peces, moluscos y microbios – todos fueron casi eliminados. Prácticamente 9 de cada 10 especies marinas y 7 de cada 10 especies terrestres se extinguieron. La vida en nuestro planeta casi llegó a su fin.

Los científicos han sugerido muchas posibles causas para la Gran Muerte: volcanismos severos, una supernova cercana, cambios en el medio ambiente producidos por la formación de un súper-continente, el impacto devastador de un gran asteroide – o alguna combinación de todo esto. Probar que tal teoría es correcta ha sido difícil. El rastro se ha enfriado a lo largo de los últimos 250 millones de años; muchas de las evidencias han sido destruidas.

“Esas rocas han pasado por mucho, geológicamente hablando, y muchas veces no preservan las marcas (de la extinción) demasiado bien,” dice Luann Becker, geólogo de la Universidad de California, Santa Bárbara. Desde luego, existen unas cuantas rocas de 250 millones de años en la Tierra. La mayoría han sido recicladas por la actividad tectónica de nuestro planeta.

Audazmente, Becker lidera un equipo científico fundado por la NASA que se desplaza por Hungría, Japón y China, donde tales rocas aún existen y han sido expuestas. Allí han encontrado signos evidentes de una colisión entre nuestro planeta y un asteroide de 6 a 12 Km. de diámetro – en otras palabras, tan grande o más que el Monte Everest.

Muchos paleontólogos han sido escépticos a la teoría de que un asteroide causó la extinción. Los primeros estudios de los registros fósiles sugerían que la muerte sucedió gradualmente durante millones de años – no de repente como un impacto. Pero puesto que los métodos de para datar la desaparición de las especies han mejorado, los estimados de su duración han menguado desde millones de años hasta entre 8.000 a 100.000 años. Un parpadeo en términos geológicos.

“Creo que los paleontólogos están cerrando el círculo y liderando el camino al decir que la extinción fue extremadamente abrupta,” hace notar Becker. “La vida se extinguió rápidamente en escala geológica, eso conlleva algo catastrófico que lo provoque.”

Tal evidencia es meramente circunstancial – actualmente no prueba nada. La evidencia de Becker, de todos modos, es más directa y persuasiva:

Muy dentro de las rocas Pérmicas – Triásicas, el equipo de Becker encontró moléculas en forma de bolas llamadas “fullerenos” (o “buckybolas”) con trazas de gases helio y argón atrapadas dentro. Los fulerenos contienen un número inusual de átomos de 3He y 36Ar – isótopos que son más comunes en el espacio que en la Tierra. Algo, como un cometa o un asteroide, debió haber traído las fullerenes a nuestro planeta.

El equipo de Becker encontró previamente tales buckybolas llenas de aire en los estratos de las rocas asociadas con dos impactos conocidos: el del Cretácico – Terciario de hace 65 millones de años y el de hace 1800 millones de años, el impacto del cráter de Sudbury en Notario, Canadá. También hallaron fullerenos que contenían gases similares en algunos meteoritos. Puestos juntas, estas pruebas componen el hecho de que una roca del espacio golpeó la Tierra en la misma época que la Gran Muerte.

¿Pero el asesino fue un asteroide o sólo un cómplice?

Muchos científicos creen que la vida ya estaba batallando cuando la putativa roca espacial llegó. Nuestro planeta estaba en medio de la angustia de volcanismos severos. En una región que ahora se llama Liberia, 1.5 kilómetros cúbicos de lava fluyeron desde una impresionante fisura en la corteza. (En comparación, el Monte Santa Elena expulsó un kilómetro cúbico de lava en 1980.) Tal erupción habría abrasado vastas extensiones de tierra, nublado la atmósfera con polvo y liberado gases que alterarían el clima del efecto invernadero.

La geografía del mundo también estaba cambiando entonces. Las placas tectónicas empujaban a los continentes juntos para formar el súper-continente Pangea y el súper-océano Panthalassa. Los patrones de la meteorología y de las corrientes oceánicas cambiaron, muchos litorales de costa y su ecosistema marino superficial dejó de existir, llevado al nivel del mar.

“Si la vida, de repente, tiene todas estas cosas en proceso,” dice Becker, “y entonces vas y das un golpe fuerte con una roca del tamaño del Monte Everest – ¡Chaval! Eso es realmente mala suerte.”

¿Entonces el “crimen” fue sólo un accidente? Quizá. No obstante, es bueno identificar a los sospechosos – un proceso de adelanto – antes de que pase de nuevo.

Nota del Editor: Los colegas de Becker incluyen a Rober Poreda y Andrew Hunt de la Universidad de Rochester, NY; Ted Bunch del NASA Ames Research Center; y Michael Rampino de la Universidad de New Cork y del Instituto Goddar de Ciencias Espaciales de la NASA. La financiación para la investigación fue proporcionada por los programas de Astrobiología y Cosmociencia de la NASA y la Fundación Nacional de la Ciencia.




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