Si piensas que puedes ganar a la naturaleza, no estás solo afligido con arrogancia, tu aflicción podría ser terminal.
Este es el mensaje de aviso del cine de ciencia ficción. Este género popular de cine proclama que la búsqueda del hombre por controlar su entorno con las tecnologías no es un paseo por una carretera de ladrillos amarillos hacia cosas maravillosas, si no una marcha de una milla verde hacia la propia autodestrucción.|
Los peligros de vivir en nuestro propio futuro tecnológico es el tema de
Yo, Robot, una nueva película inspirada en la colección de historias clásicas de Isaac Asimov del mismo nombre. La película, que se desarrolla en el 2035 en el centro de Chicago, es una versión soleada del terreno urbano furioso que creó Ridley Scott para
Blade Runner. Las calles abundan con humanidad, si, pero hay robots en todos los lados. Los sofisticados ciborgs parecen benignos, recogiendo basura y paseando a los perros. Son tan atentos y humildes como Hudson, el mayordomo.
Pero el detective de homicidios Del Spooner, interpretado por Will Smith, es precavido. Sospecha que los modelos mas nuevos de los aparentemente respetuosos autómatas, usados en la mayoría como electrodomésticos, están empezando a impacientarse bajo sus collares de titanio. Toda la escena es una reminiscencia de la Roma Imperial, una ciudad llena de esclavos – una inquietante clase baja que podría decidir que su parte necesita mejoras.
Sin embargo, pocos comparten las inquietudes de Spooner. “Los robots no sienten nada; no están vivos,” le dicen. Y de hecho, los robots son solo “luces y funcionan como un reloj” ¿verdad? Solo software sofisticado, controlando cuerpos antropomórficos que parecen como si hubiesen sido ensamblados con partes de metal de bicicletas robadas del garaje de Lance Armstrong. Y si esto no calma tus nervios, piensa en esto: todos vienen con una garantía. Están programados para adaptarse rigurosamente a las tres leyes robóticas adaptadas por Asimov en sus historias. Las leyes se resumen en: “obedece a los humanos, no les causes daño alguno, y protéjete a ti mismo en la medida que no se comprometa a tus amos humanos.”
Bien, como todo el mundo sabe, el software es poco perfecto. Un gurú tecnológico de U.S. Robotics, la industria que produce estos bípedos sintéticos, avisa sobre los “fantasmas en la máquina” – que presumiblemente es la interacción de varias partes de código que podrían desembocar en un comportamiento inesperado. El comportamiento que podría hacer de los robots algo demasiado humano. El comportamiento que podría hacer que los robots rompiesen las leyes.
Yo, Robot es mas que una mirada a la sociología de lo ficticio, compañeros de alta tecnología lidiando con problemas tan controvertidos como si los androides pueden tener emociones o alma. Y, a pesar de las grandes dosis de combate robótico, es algo mas que una película de acción futura.
Esta es probablemente la razón por la que el mismo Asimov estaba menos interesado en la acción que en los conceptos. “Sus historias eran muy cerebrales,” dice Robyn Asimov, hija del escritor. “La acción no era su fuerte, si no las ideas.”
Pues bien las ideas están allí. La película es absorbente y divertida (Will Smith sobresale comunicando líneas inexpresivas). Además, estos no son los robots de tu papá, restringidos a quedarse de pie sin utilidad alguna y a veces murmullando “Peligro, Wil Robinson.” Estos robots mejorados tiene mas agilidad que un niño de 12 años, y mas energía también (el futuro ha mejorado claramente las pilas de iones de litio). Esto hace que la película vaya a todo ritmo.
Pero
Yo, Robot profundiza mas al fondo: nos hace enfrentarnos con lo que pronto podría convertirse en un escenario de verdad, y no solo un guión de película. Hay poca duda que para el año 2035 podrás comprar la potencia de computación de un cerebro humano por el precio de un almuerzo. Sin duda: un chip con el poder de procesamiento de la CPU gris dentro de tu cráneo costará como un billete salido del cajero automático.
Ahora hay que reconocer que hay algunos que creen que a pesar de tal capacidad, las máquinas nunca serán capaces de una inteligencia al estilo de los humanos. Pero eso sugiere que hay algún tipo de milagro imposible de medir localizado entre nuestras orejas.
El punto de vista alternativo, es que la conciencia sintética – máquinas pensantes que puedan “escribir una sinfonía, o pintar una obra maestra” – no solo es un desarrollo posible, si no uno que probablemente ocurra en este siglo. Asimov escribió sus historias de robots en 1950. Solo dos generaciones mas tarde, es posible que la ficción sobrepase a la realidad.
Si inventamos máquinas pensantes, ¿como trataremos sus interacciones con las nuestras? ¿Seremos capaces de paralizar sus iniciativas para siempre, con leyes similares a las de Asimov, para así evitar situaciones en las que los creados conecten a sus creadores? ¿Seremos capaces siempre de desenchufar a los androides?
Eso puede que no sea posible. Otra forma de verlo es la de alcanzar un acuerdo con la inteligencia sintética; darse la mano y “llevarse bien.” El precedente de esto no es bueno. Hace treinta mil años, había otros seres conscientes en este planeta: los Neardentales, homínidos con cerebros incluso mas largos que los nuestros (aunque sus intelectos eran inferiores). Los Neardentales no pudieron competir: evolucionaron muy lentamente. No había ninguna posibilidad de que nos pudiesen adelantar en la carrera de la inteligencia. Se extinguieron.
Sin embargo, la inteligencia artificial, liberada de la evolución Darviniana, podría adelantarnos. Así una sociedad en la cual las especies pensantes coexisten juntas pudiera ser un concepto erróneo.
Ideas sobre cómo tratamos o cómo nos tratarán, cerebros sintéticos, es más que material para una película. Es especulación para nuestro propio futuro. Y tened en cuenta esto también: lo que pasa en nuestro mundo es probable que tenga analogías en otros mundos. Y si encontramos inteligencia en algún lugar de la Galaxia, no me sorprendería si fueran robots; seres cuyos intereses y actividades puedan ir mas allá que el caminar de mascotas o el recoger la basura.
Yo, Robot es entretenimiento emocionante. Pero pudiese ser también una percepción útil dentro de nuestro propio futuro, y dentro del pasado de otras sociedades.