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Enero 2005

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Fecha original : 2004-09-14
Traducción Astroseti : 2004-09-22

Traductor : Antonio Salceda
Artículo original en inglés
 ASTRONOMIA      
 ASTRONAUTICA    
Atención: Cuidado con el Polvo de Io
La luna de Júpiter Io lanza pequeñas partículas volcánicas a naves

Un penacho volcánico de Io, fotografiado por la nave Galileo, de la NASA [<a href=http://antwrp.gsfc.nasa.gov/apod/ap020622.html target=_blank><u>Más</u></a>]
Un penacho volcánico de Io, fotografiado por la nave Galileo, de la NASA [Más]

14 de Septiembre, 2004: El satélite de Júpiter Io está salpicado con volcanes, los más calientes y activos de nuestro sistema solar. Las fumarolas arrojan siseando penachos de gas y polvo a alturas superiores a los 400 Km. Aparecen, estallan, y desaparecen sin pausa, para de nuevo reaparecer.

Estas columnas, con su contorno perfilado por los arcos ascendentes y descendentes de las cenizas, son de una hermosura inquietante. En su cima alcanzan el espacio exterior, helándose. Bajo ellas, los científicos creen que nieva. Los copos de azufre, que cristalizan en la parte superior de los penachos, descienden suavemente para cubrir la colorida superficie de Io.

Y mucho más arriba de la nevada, sucede algo inesperado. En la cima de los penachos, una parte de la ceniza y el polvo que debería caer de regreso… no lo hace. Desafiando a la gravedad, continúa ascendiendo a una velocidad cada vez mayor, dos, diez, centenares de veces la velocidad de una bala, escapando desde Io hacia el espacio.

Aviso para navegantes espaciales: Io les tiene en el punto de mira.

La nave Ulises, una misión conjunta de la Agencia Espacial Europea y la NASA, realizó el descubrimiento en 1992, cuando al aproximarse a Júpiter, fue sacudida por una vertiginosa corriente de polvo volcánico.

'Menuda sorpresa', recuerda Harold Krueger del Instituto Max Planck en Heidelberg, el investigador principal del detector de polvo de la Ulises. 'Esperábamos encontrar polvo', nos dice, puesto que el sistema solar está sembrado con copos de cometas y asteroides 'pero nada como esto'.

El polvo apareció en una corriente compacta, como el agua saliendo de una manguera, a una velocidad extraordinariamente elevada, de alrededor de 300 Km. /s (670.000 mph). 'Lo que convierte a éste en uno de los materiales más veloces del sistema solar' dice Krueger 'superado sólo por el viento solar'. Por suerte, las partículas de polvo eran pequeñas, como las que componen el humo del tabaco, por lo que no traspasaron el casco de la nave, pese a su tremenda velocidad.

Al principio, nadie dirigió las sospechas a Io. Ulises estaba a 100 millones de km de Io cuando entró en contacto con la corriente, aparentemente más allá del alcance de los penachos volcánicos. Además, la velocidad de las partículas de polvo tampoco tenía sentido. Las partículas que escapan de las fumarolas de Io lo hacen a velocidades de 1 o 2 Km. /s, no a 300 Km. /s.

Desconcertados, los investigadores consideraron varias posibilidades: ¿Podrían ser los anillos oscuros de Júpiter los responsables?. Contienen gran cantidad de polvo, pero ¿cómo podrían generarse chorros de gran velocidad desde los anillos?. El cometa Shoemaker-Levy 9 era otro de los sospechosos. El cometa pasó tan cerca de Júpiter en 1992, que fue desgarrado. Los cometas son conocidos productores de corrientes de polvo, pero no con la velocidad de la que sacudió a la Ulises.

Ulises visita a Júpiter, en una imagen artística. [<a href=http://ulysses.esa.int/science-e/www/object/index.cfm?fobjectid=25418 target=_blank><u>Más</u></a>]
Ulises visita a Júpiter, en una imagen artística. [Más]

La nave Galileo de la NASA resolvió finalmente el rompecabezas. Como la Ulises, la Galileo fue acribillada por partículas de polvo en su aproximación a Júpiter en 1995. Y a diferencia de la Ulises que sólo estaba de paso junto a éste planeta, la Galileo se situó en su órbita. Conforme los datos se fueron acumulando a lo largo de los años, los científicos fueron correlacionando la actividad volcánica con la aparición de polvo, y pudieron demostrar que las corrientes de polvo eran moduladas por el movimiento orbital de Io.

El origen era claramente Io.

En cuanto a la extrema velocidad del polvo: 'la responsabilidad es de Júpiter', en palabras de Krueger.

Júpiter no es sólo un planeta gigante, sino también un imán gigante, que da una vuelta cada 9 horas y 55 minutos. Los campos magnéticos en rotación generan campos eléctricos, y estos son intensos alrededor de Júpiter. El polvo de Io, como el que se adhiere al monitor de su ordenador, está eléctricamente cargado, por lo que la fuerza eléctrica de Júpiter naturalmente acelera las partículas. 300 km/s no representa ninguna dificultad.

Cuando en el 2000 la sonda Cassini navegó junto a Júpiter en su ruta a Saturno, fue igualmente golpeada. El detector de polvo de la Cassini es más sofisticado que el de la Ulises. Además de masa, velocidad, carga y trayectoria, también puede medir composición. La Cassini encontró trazas de azufre, silicio, sodio y potasio – todos indicadores de origen volcánico.

'Esto plantea una interesante posibilidad', dice Krueger. 'Podemos analizar el interior ardiente de Io desde una gran distancia'. No hay necesidad de aproximarse demasiado a las fumarolas cuando se puede recoger su ceniza desde millones de kilómetros.

Tasas de impacto de las corrientes de polvo de Io medidas por la Ulises.[<a href=http://sci.esa.int/science-e/www/object/index.cfm?fobjectid=34712 target=_blank><u>Más</u></a>]
Tasas de impacto de las corrientes de polvo de Io medidas por la Ulises.[Más]

El polvo de Io puede alcanzar a la Tierra, según Krueger, pero no esperemos una lluvia de estrellas. Las lluvias meteóricas brillantes como las Perséidas o las Leónidas se originan con partículas del tamaño de los granos de arena. Las de Io son mucho más pequeñas. El grano promedio es de una diezmilmillonésima parte de metro. Si uno de ellos se desintegrara en la atmósfera de la Tierra, ni siquiera nos daríamos cuenta.

¿Fin de la historia?. Todavía no.

La Ulises visitó de nuevo Júpiter a principios de 2004, y de nuevo resultó acribillada. Los volcanes de Io volvían de nuevo a la carga. Pero algo extraño sucedía. El polvo procedía de la dirección equivocada.

'El polvo de Io supuestamente se escapa en el plano ecuatorial de Júpiter', dice Krueger, 'porque esa es la dirección que indica el campo eléctrico de aceleración'. En esta ocasión, la Ulises se acercaba al polo norte de Júpiter (para ser exactos, a 75 grados de latitud norte) hacia donde no debería dirigirse el polvo. Pero aún así, la nave resultó acribillada.

Júpiter, según parece, arroja el polvo procedente de Io en todas direcciones, lo que resulta difícil de comprender, dice Krueger. Las misiones que en el futuro visiten el planeta gigante, deberán desvelar el misterio. Cada embestida de polvo nos recuerda que aún nos queda mucho por aprender.






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