
El astrobiólogo Imre Friedmann ve su investigación sobre la terraformación de Marte como un "experimento mental".
Crédito: Florida State University.

Una fotomicrografía de Chroococcidiopsis, aumentada 100 veces.

En muchos ambientes desérticos, la Chroococcidiopsis crece en la parte inferior de las rocas transparentes, justo bajo la superficie.
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Por: Henry Bortman
Un raro microbio de la Tierra podría un día transformar el árido terreno marciano en suelo cultivable.
Aunque Marte podría haber sido alguna vez caliente y húmedo, el planeta rojo es hoy una tierra árida y helada. La mayoría de los científicos están de acuerdo en que es altamente improbable que alguna criatura a viviente, incluso un microbio, pudiera sobrevivir tanto tiempo en la superficie del planeta.
Cuando los primeros humanos viajen a Marte para explorar el planeta rojo de cerca, tendrán que cultivar su comida en invernaderos presurizados calentados . La atmósfera marciana es demasiado fria y seca como para que las plantas crezcan en espacios abiertos. Pero si los humanos esperan poder establecer alguna vez colonias duraderas en su vecindario planetario, necesitarán sin duda encontrar la forma de plantar al aire libre. Imre Friedmann tiene una idea de cómo podrían dar el primer paso. |
Friedmann es un microbiólogo que recientemente se unió al equipo del Ames Research Center del Instituto de Astrobiología de la NASA. Friedmann fue uno de los conferenciantes invitados a la conferencia patrocinada por la NASA “La Física y la Biología de Hacer Marte Habitable”, realizada en el ARC en Octubre del 2000. Su charla se centró en un organismo que podría utilizarse para iniciar el proceso de convertir la superficie de Marte en suelo cultivable.
Marte está cubierto de una capa de rocas y polvo fino, conocido como
regolito. Convertir el regolito en tierra será necesario para añadir materia orgánica, igual que los granjeros orgánicos de la Tierra fertilizan su terreno añadiéndole compost.
En la Tierra, el compost está hecho principalmente de materia vegetal en descomposición. Los microorganismos juegan un importante papel rompiendo las plantas muertas, reciclando sus nutrientes de vuelta al suelo de manera que las plantas vivas los pueden reutilizar. Pero en Marte, dice Friedmann, donde no hay vegetación que descomponer, los cuerpos muertos de los propios microorganismos podrían proveer la materia orgánica necesaria para construir el terreno.
El truco consiste en encontrar el microbio correcto. “Entre los organismos que conocemos actualmente,” dice Friedmann, “el
Chroococcidiopsis es el más adecuado” para la tarea. El
Chroococcidiopsis está presente en los habitats microbiales desérticos más extremadamente áridos, donde ninguna otra cianobacteria puede existir.
Lo que convierte al
Chroococcidiopsis en tan buen candidato es su habilidad para sobrevivir en un amplio rango de ambientes extremos que son hostiles para la mayor parte de las otras formas de vida. El
Chroococcidiopsis se ha encontrado creciendo en fuentes termales, hábitats hipersalinos y en gran cantidad de desiertos áridos y calientes a través del mundo, así como el helado Desierto de Ross en la Antartida. “El
Chroococcidiopsis es el organismo que aparece constantemente”, señala Friedmann, “en casi todos los ambientes extremos – como mínimo en los ambientes extremadamente secos, extremadamente frios y en los extremadamente salados. Es el único que siempre aparece.”
Además, donde
Chroococcidiopsis sobrevive, es normalmente el único ser viviente que lo hace. Pero alegremente cede su predominancia cuando las condiciones permiten que se desarrollen otras formas más complejas de vida.
En busca de pruebas sobre como cultivar
Chroococcidiopsis en Marte, Friedmann observa sus hábitos de crecimiento en las regiones áridas de la Tierra. En ambientes desérticos, el
Chroococcidiopsis crece tanto en el interior de rocas porosas (crecimiento endolítico), o justo bajo la superficie, en las capa inferiores de los granos traslúcidos (crecimiento hipolítico).
Estos granos ofrecen un microclima ideal para el
Chroococcidiopsis de dos maneras diferentes. Primero, atrapan la humedad que hay bajo ellos. Los experimentos han mostrado que pequeñas cantidades de humedad pueden aferrarse a las superficies inferiores de las rocas durante semanas después de que sus superficies superiores se hayan secado. En segundo lugar, debido a que los granos son traslúcidos, permiten que llegue la luz necesaria a los organismos para mantener el crecimiento.
Friedmann imagina enormes granjas donde las bacterias son cultivadas bajo tiras de cristal que están tratadas para alcanzar las características adecuadas de transmisión de la luz. Hoy Marte, sin embargo, es demasiado frio para que esta técnica funcione de forma efectiva. Antes incluso de que un rudo microbio como el
Chroococcidiopsis pueda ser criado en Marte, el planeta debería ser calentado considerablemente, justo por encima del punto de congelación. Este proceso podría llevar cientos de años. reds of years.
¿Que es lo siguiente?
Friedmann admite que sus ideas sobre el crecimiento de
Chroococcidiopsis, en este punto no son más que un expreimento mental. “No creo que ninguno de nosotros viva lo suficiente para verlo”, se rie. Ni la NASA ni ninguna otra agencia tiene ni siquiera planes para enviar humanos a explorar el planeta rojo, y mucho menos para terraformarlo.
“Cuando llegue el tiempo de empezar el proceso de terraformar Marte”, explica, “digamos dentro de 50 años, la tecnología será tan diferente que cualquier cosa que planeemos hoy, son la tecnología actual, estará ridículamente desfasada”. Friedmann espera que en esa época “la ingeniería genética se habrá desarrollado hasta el punto de podamos producir organismos diseñados para hacer el trabajo”. Incluso si el
Chroococcidiopsis es finalmente usado como base, será una versión enormemente mejorada del
Chroococcidiopsis actual.