Resumen (27 de febrero de 2005) Las crías de las ratas aprenden por exploración, aunque su periplo podría ser menos azaroso y más retorcido de lo que un robot pueda imitar. Experimentos con sensores en el hocico de un robot móvil muestran que los robots podrían dejar al azar, cuando exploran, menos cosas de lo que inicialmente se suponía.
basado en una noticia de UC Davis
Un robot explorador embiste contra una pared del mismo modo que lo haría una cría de rata intentando aprender una ruta.
Créditos: UC Davis
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Los robots que se comportan como crías de rata podrían tener algo que decir sobre el comportamiento de las crías y el suyo propio, según los investigadores de UC Davis.
Sanjay Joshi, profesor ayudante de mecánica e ingeniería aeronáutica, y Jeffrey Schank, profesor asociado de Psicología, han registrado la conducta de crías de rata y de robots construidos a semejanza de aquellas, con los mismos sentidos básicos y habilidades motoras, para comprobar cómo la conducta surge a partir de un simple conjunto de reglas.
Las crías de rata de entre siete y diez días de edad, ciegas y sordas, no parecen servir para mucho. En una grabación de video en una pista rectangular realizada en el laboratorio de Shank, se las puede ver moverse de un lado para otro hasta que chocan contra una pared, la siguen hasta que su nariz llega a una esquina, y entonces casi siempre se quedan quietas. Debido a que sus sentidos y su capacidad de respuesta son tan limitados, las crías de las ratas constituyen un buen punto de partida para construir robots que hagan lo mismo.
El laboratorio de Joshi ha desarrollado robots con largos pies y hocicos afilados, más o menos con la misma forma que una cría de rata. Los robots están rodeados por sensores para que puedan “sentir” que han chocado contra una pared o una esquina. Están programados para mantener el contacto con los objetos que tocan, al igual que hacen las ratitas.
Interpretación por computador del Róver en el borde de una depresión, en una posición muy similar a la del Opportunity en el borde del cráter Endurance.
Créditos: Maas/NASA/JPL
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Sin embargo, cuando se ponía a las “ratas robotizadas” en una pista rectangular como las que se usan en los experimentos con ratas de verdad, mostraban una conducta nueva. Se deslizaban por todo lo largo de la pared y se daban continuamente contra la esquina, aunque siempre preferían una pared sobre las demás. En lugar de parar en la esquina, continuaban moviéndose, dando vueltas por la pista.
“Cuando volvimos a analizar los datos de los animales, encontramos que éstos también prefieren una pared en lugar de otra cuando chocan con las esquinas”, ha dicho Joshi. “Los robots nos han mostrado qué debemos buscar en los estudios con animales”.
El seguir una pared, o el quedarse atascado en una esquina son conductas emergentes, afirmó. Esto quiere decir que no están escritas en el código de la computadora, pero surgen como resultado de las instrucciones que el robot sigue al interactuar con el entorno en cada momento.
El equipo también está observando la conducta que aparece cuando grupos de ratas “robóticas” interactúan usando diferentes tipos de reglas. Esto podría mostrar a los biólogos qué podrían estar haciendo las ratas. “El conocimiento de la biología de estos sistemas simples podría servir más tarde para el diseño de robots más sofisticados”, afirmó Joshi.