
Aviones espaciales como el de esta recreación artística pueden en breve llevar a sus afortunados pasajeros en un viaje al espacio –por un precio. Copyright de la imagen XCOR/Space Adventures
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Los tiempos han cambiado desde los días del Sputnik y el Apolo. Entonces, los únicos jugadores del juego espacial eran los Estados Unidos y la Unión Soviética. Tenías que ser una superpotencia para ser alguien en el espacio.
Hoy en día, todo el mundo puede.
Ahora es posible comprar acciones de docenas de compañías que ofrecen servicios espaciales en el mercado. Con base en países como Japón, Australia y Francia, estas compañías pondrán en órbita una carga para ti, o si deseas ser tú mismo quien se ponga en órbita, te reservarán un asiento en un futurista “avión espacial”.|
De todos modos, una industria de turismo espacial viable está aún lejana. Mientras tanto, las compañías han estado carga comercialmente durante años –son viejas noticias. La vanguardia de la comercialización del espacio se halla en un tercer frente denominado “observación remota”.

Lo creas o no, esta imagen del radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico fue tomada desde más de 400 millas de altura. El satélite de observación espacial IKONOS tomó esta imagen de 1 metro de resolución. Copyright Space Imaging
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Los satélites orbitales de observación remota observan la Tierra empleando sus sensores calibrados científicamente para documentar todo tipo de fenómenos importantes –por ejemplo el crecimiento humano descontrolado, contaminación del agua, y erosión costera. Los datos recogidos han revolucionado el modo en que se realiza la investigación en la Tierra, y ofrecen nuevas perspectivas a quienes toman las decisiones sobre cómo encarar problemas globales como la deforestación y el cambio climático.
El trabajo de construcción, lanzamiento y operación de estos satélites ha recaído tradicionalmente en agencias gubernamentales como NASA y la Agencia Espacial Europea. De todos modos en estos momentos NASA está ayudando a empresas privadas a entrar en el juego.
“La Ley Comercial del Espacio de 1998 fomentó la compra por parte de NASA de datos de observación remota a compañías privadas, siempre que éstas cumplieran las necesidades de la agencia”, explica Vicki Zanoni, una ingeniera del Centro Espacial Stennis de NASA en Mississippi quien lidera los esfuerzos del centro por entender la calidad de los datos de los satélites comerciales.
En otras palabras, las compañías pueden entrar en el mercado de los datos obtenidos por satélites sabiendo que como mínimo competirán por ser proveedores gubernamentales; está estipulado por ley. La idea es dar a la industria un estímulo y de este modo traspasar la frontera de la comercialización del espacio.
Pero como en cualquier mercado libre, los compradores sólo adquirirán aquellos productos que cubran sus necesidades. Cuando se compran datos, NASA debe, de forma coloquial, poder estrujar los tomates y golpear los melones. Debe estar segura de que no está obteniendo datos corruptos.

Grandes lonas alquitranadas son desplegadas en el Centro Espacial Stennis para comprobar la precisión de los satélites comerciales de observación. Los empleados del Centro Stennis visten calcetines para asegurarse de no marcar ni dañar las lonas, y emplean ventiladores eléctricos para eliminar los restos. Propietario de la imagen: NASA
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“El gobierno está comprando datos comerciales para dar apoyo potencialmente a decisiones globales, de inteligencia o de defensa del territorio”, dice Zanoni. “Por tanto, debemos estar seguros de que los datos que estamos comprando son precisos. Y el mejor modo de hacerlo es que el gobierno los verifique de forma independiente”.
Este es el motivo de que NASA esté uniendo sus talentos a los del Observatorio Geológico de Estados Unidos (USGS) y a los de la Agencia Nacional de Imagen y Cartografía (NIMA) para probar los datos comerciales. Su colaboración es conocida como el Equipo de Evaluación de Imagen Comercial de Agencias Conjuntas, o “JACIE” para abreviar.
Los miembros de JACIE comprueban los datos de diferentes formas. Por ejemplo, cuando un satélite comercial de interés pasa por encima del Centro Espacial Stennis -el centro de NASA que inició y participa en JACIE- los científicos depositan enormes lonas alquitranadas hechas a medida en campo abierto. Estas lonas reflejan una cantidad específica conocida de luz, así que observándolas en la imagen resultante del satélite, les indica a los científicos con qué precisión mide el satélite la reflexión de la luz solar -una variable importante para el estudio del clima.

Los científicos emplean blancos “geodéticos” de 2.44 metros como éste en posiciones precisas de un descampado para ayudar en la verificación de la precisión de los satélites comerciales de observación remota.
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Otras pruebas consisten en disponer dianas de 2.44 metros de diámetro en una rejilla, situada en un descampado, y emplear GPS para establecer exactamente su longitud y latitud con una precisión de centímetros. Éstas aparecen en las imágenes de satélite como puntos de referencia que los científicos utilizan para comprobar la exactitud geoposicional del satélite.
Una vez finalizadas las pruebas, “podemos entonces afirmar con seguridad que nuestros científicos pueden emplear los datos comerciales del modo en que tenían previsto, o podemos aconsejarles sobre cómo emplear mejor los datos”, dice Zanoni.
Esta seguridad, que es vital para realizar investigación científica creíble, garantiza que las agencias gubernamentales continuarán dirigiéndose a la inexperta industria de observación remota para satisfacer sus necesidades de información. Y de ese modo hacer dar “un gran paso” adelante a la comercialización del espacio.