por Seth Shostak, Instituto SETI
En el mosaico del seco y ensuciado por las vacas rancho a 250 millas al noreste de San Francisco, un inusual cultivo está clavado sobre el matorral polvoriento. Tres docenas de hongos metálicos han brotado cerca de la modesta villa de Hat Creek, y están girando sus ojos de aluminio hacia el cielo. Estas antenas, de 6 metros de diámetro y la altura de una portería de fútbol americano, son la vanguardia de un eventual rebaño de 350 platos, esparcidos sobre más de media milla de escombros y lava. Son la primera instalación de la Instalación de Telescopio Allen (Allen Telescope Array, ATA).
En la primavera, 42 de estas antenas estarán funcionando, y mientras esto es apenas más del 10% del tamaño final del ATA, incluso esta sub-instalación parcial puede hacer una ciencia interesante. En unos meses a partir de ahora, lo hará.
La primera incursión del joven ATA en el SETI será conocida por el directo (si no demasiado galvánico) nombre de Prospección del Plano Interior Galáctico (Inner Galactic Plane Survey). La palabra 'prospección' debe sorprender a muchos que están familiarizados con el diseño de este telescopio. Después de todo, está siendo sintonizado finamente para examinar con rapidez un gran número de sistemas estelares en una así llamada 'búsqueda dirigida'. La instalación completada será excepcionalmente ágil para este escrutinio individual, y dejará a búsquedas dirigidas previas en el polvo de los datos.
Pero la promesa de velocidad futura, y de sensibilidad futura, hace de una búsqueda dirigida ahora –usando sólo una sub-instalación- una idea menos que emocionante. Es semejante a cabalgar en burro hasta California un año antes de que terminen el ferrocarril transcontinental. Podrías esperar perfectamente y tener un viaje mejor.
En el otro lado, mientras que la instalación está siendo construida –y consecuentemente mientras la sensibilidad y resolución están todavía en alza – hay oportunidades para usarla en pequeños proyectos de SETI que toman un rumbo diferente que el buscar sistemáticamente una estrella acogedora de vida tras otra. Así que comenzando esta primavera, el ATA se embarcará en un esfuerzo de seis meses para escrutar el santuario más interior de la Vía Láctea: la región cercana al centro galáctico.
Ahora muchos lectores dejarán caer sus mandíbulas por esto, ya que se les ha dicho que el centro galáctico es un lugar ruinoso para la vida, inteligente o de cualquier otro tipo. Después de todo, es una mala vecindad, acribillada con dura radiación, y el emplazamiento de un masivo, malévolo, agujero negro. Todo eso es verdad, y los aproximadamente cien años luz centrales de la galaxia probablemente son una 'tierra sin extraterrestres'. Pero cuando diriges un telescopio al sucio núcleo de la Vía Láctea, tienes la ocasión de recoger señales de todas las civilizaciones entre tu y éste, y todas aquellas más allá de la lejana franja en abanico de la galaxia. Mirando a través de las regiones más densamente pobladas de la galaxia, se garantiza que la cuenta de estrellas será alta: aproximadamente decenas de millones por grado cuadrado. Este es el centro urbano de la Vía Láctea, tan espesamente cuajado como la crema de Devon.
La Prospección del Plano Interior Galáctico chequeará esta hormigueante parcela celestial en una franja de 2 grados de alto y 10 de ancho. Dos o tres 'haces' de punta de alfiler, cada uno de 1/30 del área aparente de la luna llena, escrutarán lentamente esta banda, deteniéndose en cada posición el tiempo suficiente (medio minuto para cada banda de frecuencia) para aumentar la sensibilidad a las señales débiles. Los receptores digitales que tamizan la estática entrante serán sintonizados desde 1390 a 1720 MHz (si es usted conocedor del SETI, debe reconocer ésta como más o menos el 'agujero del agua'), y ese ancho rango espectral será segmentado en 450 millones de ultra-estrechos canales de 1 Hz. A medida que progresa este barrido de SETI, los investigadores interesados en la física del centro galáctico estarán haciendo su astronomía fabricando imágenes de esta inusual región con su propio receptor de mil canales.
Hay un problema con enseñar a un telescopio sobre el núcleo más interior de la galaxia: Es un objeto del hemisferio sur, pasando por el cenit en lugares como digamos, Paraguay. Pero afortunadamente, el centro galáctico no está tan al sur como para ser invisible en California, y la rotación de la Tierra lo arroja a la vista en Hat Creek durante 5 horas al día. Por tanto llevará siete meses completar esta prospección, que – manteniendo las actuales tendencias – es un poco como un híbrido: parcialmente búsqueda dirigida y parcialmente prospección del cielo.
No se revisará la totalidad del cielo, y no se dirigirá a sistemas estelares individuales. Pero aproximadamente 500 millones de estrellas pasarán bajo la mirada de radio de la Prospección del Plano Interior Galáctico. Casi todos estos reinos estelares están muy lejos – miles, y decenas de miles de años luz de distancia – lo que significa que una señal detectable requerirá un poderoso esfuerzo de transmisión extraterrestre. Pero en poco más de un siglo, los humanos han pasado de fabricar inútiles radio transmisores de un vatio a los monstruos de megavatios. ¿Qué sería capaz de acoplar a sus antenas una sociedad miles de años por delante de la nuestra?.
Podemos especular, pero no lo sabemos. Y esa es una buena razón para poner a trabajar a esa primera cosecha de hongos metálicos.