Resumen (Noviembre 21, 2005): A menudo, los astrobiólogos tienen atractivas aventuras en remotos lugares. Charles Cockell, profesor y catedratico de microbiología en la Universidad Open del Reino Unido, relata una inusual expedición para atrapar polillas en Indonesia.
Hasta que se encuentren extraterrestres, los astrobiólogos deberán contentarse con estudiar las formas extrañas de vida sobre la Tierra. Los estudios de organismos que viven aquí en ambientes inhóspitos o inusuales pueden sugerir las posibilidades de vida en otros lugares del universo. Por lo tanto, los astrobiólogos tienen fascinantes aventuras en algunos de los sitios más exóticos del mundo.
Charles Cockell, profesor y catedrático de microbiología de la Universidad Open en el Reino Unido, ha viajado a los confines de la Tierra estudiando diferentes organismos. Antes de que comenzara su carrera como astrobiólogo, viajó junto a una expedición para volar en las selvas de Indonesia como un gigantesco insecto. En una entrevista reciente con Astrobiology Magazine, Cockell describió cómo fue más listo que las polillas y que los militares, solamente para ser derribado por un pícaro árbol.
“Estoy fascinado por las conexiones que existen entre la exploración de la Tierra y la espacial. Se pueden estudiar los ambientes extremos en la Tierra como un camino hacia la exploración espacial, y se envían satélites al espacio para monitorear los medioambientes en la Tierra. Esta conexión entre las ciencias naturales y la exploración espacial ha existido por largo tiempo, y siempre busqué formas de unir esas dos cosas.
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Crédito: Cockell
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La máquina polilla de Barnes Wallis. Cliquear aquí para una imagen mayor.
Crédito: Cockell
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En una de mis primeras expediciones me las arreglé para combinar la exploración con la aeronáutica. Todo comenzó cuando quise ir a Mongolia para recolectar polillas para el Museo de Historia Natural de Londres. En esa época Mongolia era comunista, de modo que resultaba difícil para un occidental entrar en el país. Cuando llamé a la Embajada de Mongolia en Londres y dije que quería organizar una expedición, sencillamente me colgaron el teléfono.
Durante cuatro años intentamos ir a Mongolia, y finalmente el ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido me consiguió 20 minutos con el ministro de ciencia de Mongolia para intentar convencerlo. Resultó, y fuimos a Mongolia en 1990, llegando el día después de las primeras elecciones libres. Fue la primera expedición científica occidental en entrar a la Mongolia post-comunista.
Condujimos a través del desierto de Gobi recolectando polillas hasta que llegamos al sur, y subimos a través del norte de Mongolia adentrándonos en las selvas. Estábamos intentando capturar polillas en los árboles, y para lograrlo se utilizan lámparas muy poderosas, se las coloca contra una sábana blanca, y se espera que las polillas bajen volando y aterricen en la sábana. Pero pronto nos dimos cuenta que las polillas de las cimas de los árboles no querían bajar. Volaban hasta media altura, nos daban un vistazo, y volvían a subir. Esa noche, mientras estábamos sentados alrededor del fuego, dije: “¿No sería fantástico si pudiéramos resolver el problema trayendo un aeroplano y volando hasta las polillas sobre los árboles?”. Así nació la idea de la Máquina Polilla: un planeador ultraligero cazador de polillas.
Cuando regresamos a Londres, comencé inmediatamente a planear una expedición de captura de polillas en Indonesia. Tomé lecciones para obtener mi licencia de piloto de ultraligeros. Diseñamos un ultraligero atrapa-polillas: un fuselaje de fibra de vidrio sobre el que sentarse, con un ala en forma de V sobre el piloto. Se sostiene uno de esta barra, y esencialmente uno está hamacándose debajo del ala, trasladando el peso para navegar durante el vuelo.
Crédito: Cockell.
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La Máquina Polilla: un planeador ultraligero atrapa-polillas.
Crédito: Cockell.
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Es necesario hacer muchas modificaciones del diseño básico para atrapar polillas sobre los árboles. Antes que todo, se necesitan algunas luces ultravioleta (UV) para atraer a las polillas, porque de otro modo volarán sobre cúpula de los árboles y no podrán ser localizadas. Es necesario poder barrer la cúpula con las luces UV para atraer las polillas a un lugar. Así que pusimos luces UV en la nariz de la Máquina Polilla.
También es necesario poder determinar la altitud sobre la selva. Las polillas están activas al oscurecer o en plena noche, lo que lleva a un pequeño problema con el asunto de chocar contra los árboles. Para evitarlo, se toman dos lámparas de un millón de candelas y se las coloca al frente del ultraligero, apuntándolas hacia debajo de forma de ver dónde están los árboles. Pero el otro problema es que a veces se encuentran esos pícaros árboles sobresalientes que crecen hasta muy alto y sobresalen sobre la cúpula de la selva lluviosa. Si no se es cuidadoso, se terminará estrellándose contra uno de esos árboles. De modo que también se necesita una luz para los árboles sobresalientes. Es una lámpara en el frente del ultraligero que recorre de un lado para el otro para vigilar la presencia de árboles altos. También se utilizan gafas infrarrojas de visión nocturna para ayudar la visión.
Y luego, por supuesto, es necesario atrapar las polillas. Podría simplemente adosar una red para mariposas al fondo del ultraligero, pero entonces las polillas chocarían contra la red a toda velocidad, que alcanza unos 60 kilómetros por hora, y eso destruiría sus alas. De modo que adosamos algo denominado Aparato Recolector de Polillas de Flujo Reducido de Aire. Es como una trampa para langostas, con un embudo invertido y una red en la parte de atrás. Como es angosto en el frente y ancho en la parte de atrás, cuando el aire entra en el embudo baja su velocidad y se expande en el espacio. La red tiene pliegues en el fondo y las polillas golpean el fondo de la red y quedan atrapadas en los pliegues, lo que las protege hasta el aterrizaje.
Crédito: Cockell
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Vista de la Máquina Polilla desde el suelo de la cúpula en Indonesia.
Crédito: Cockell
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De modo que construimos esta cosa, empacamos todo, y lo enviamos a Indonesia en el verano de 1993. Pero el gobierno indonesio no nos permitió sacarla de la aduana porque pensaban que la íbamos a utilizar para una prospección petrolera. De modo que tuvimos que pagar a los militares indonesios una fuerte soborno para sacar a nuestra Máquina Polilla de la aduana.
No pudimos encontrar un vehículo para remolcarla, de modo que tuvimos que construir uno. Luego viajamos hasta la selva lluviosa de Sumatra, remolcando nuestra Máquina Polilla detrás de nuestro camión. Acampamos en una choza en el medio de la selva lluviosa, y había cerca de allí una aldea diminuta con una escuela, y expropiamos el camino de la escuela para utilizarlo como nuestra pista de aterrizaje.
Realizamos algunos vuelos de prueba alrededor de la aldea para asegurarnos que las alas seguían funcionando. Los aldeanos nunca habían visto algo como esto, y lo bautizaron “Besar Ayam”, que en indonesio significa “Gallina Grande”.
Volamos la Máquina Polilla sobre la selva lluviosa durante dos o tres semanas, y atrapamos también polillas en el suelo. En total, recogimos unas 8 000 polillas de Sumatra.
Hacia la mitad de la expedición yo estaba trayendo la Máquina Polilla hacia tierra para aterrizar en el borde de la selva lluviosa. Creo que debe haber rozado un árbol, pero no estoy realmente seguro porque todo ocurrió muy rápido. Lo siguiente que supe fue que estaba sentado en el suelo, rodeado por los restos de la Máquina Polilla. Tuve bastante suerte, porque estaba completamente ileso. Ni siquiera perdí el conocimiento.
Según los aldeanos locales, la Máquina Polilla realizó tres saltos mortales antes de chocar de nariz contra el suelo. Quedó completamente destruida. Los locales pensaron que era lo más gracioso que había ocurrido en mucho tiempo, y decidieron dar una gran fiesta. De modo que nos juntamos todos, y los niños locales realizaron un saludo sobre la destrozada Máquina Polilla.
Crédito: Cockell
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Choque en una inusual expedición atrapando polillas en Indonesia.
Crédito: Cockell
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Ahora necesitábamos encontrar un medio de salvar nuestra expedición. Los indonesios habían estado entrenando a personas para cabalgar elefantes, ya que estaban preocupados por la caza furtiva y querían recorrer la selva lluviosa a lomo de elefante para seguir los movimientos de los otros elefantes. De modo que se nos ocurrió que podríamos alquilar un grupo de elefantes y salir a atrapar polillas a lomo de elefante. Enviamos un mensaje al Times de Londres, que era uno de nuestros patrocinadores, diciendo: “Máquina Polilla destruida, pero cambiamos a atrapar polillas en Jumbo”. De modo que así finalizó nuestra expedición, introduciéndonos en la selva sobre los lomos de elefantes con redes para mariposa y lámparas para recoger polillas.
Tres años más tarde estaba yo en la Antártida, en la estación McMurdo de los EE.UU. dando una conferencia sobre la experiencia de la Máquina Polilla. Algunos aviadores navales estaban allí, y se entusiasmaron realmente, y pergeñamos la idea de un helicóptero atrapa-polillas. Dibujamos un diagrama de un helicóptero artillado Apache con un artilugio atrapa-polillas debajo, pero sorprendentemente nunca llegó a construirse. De modo que ese fue el fin de mi experiencia atrapa-polillas con aeronaves”.