Por Amir Alexander
Es, por supuesto, muy difícil determinar la fecha exacta del nacimiento de SETI. La fascinación con otros mundos y sus habitantes es una larga historia, desde la antigüedad. Incluso la búsqueda de señales de radio del espacio se inicia con los experimentos de los pioneros en los primeros días de la radio. Pero la historia moderna de SETI tiene un claro principio. En 1959 Philip Morrison y Giuseppe Coccoci eran jóvenes físicos de la Universidad de Cornell interesados en los rayos gamma. 'Un día de primavera de 1959', recuerda Morrison, 'mi ingenioso amigo Giuseppe Cocconi vino a mi oficina e hizo una pregunta original: Los rayos gamma, preguntó, ¿no serían el mejor medio de comunicación entre las estrellas?' morrison estuvo de acuerdo que los rayos gamma funcionarían, pero sugirió que deberían considerar las posibilidades de todo el espectro electromagnético.
El resultado de esta discusión fué un breve artículo de dos páginas, que fue publicado en la revista Nature el 19 de Septiembre de 1959. Titulado 'Buscando Comunicaciones interestelares', está considerado el documento fundacional del SETI moderno.
En el artículo Morrison y Cocconi admiten que es imposible estimar la probabilidad de la existencia de civilizaciones alienígenas orbitando estrellas distantes. Pero basados en el único ejemplo disponible - el de los humanos en la Tierra - argumentan que no se puede desestimar que podrían haber muchas sociedades alienígenas tecnológicas ahí fuera. Muchas de ellas, argumentan, podrían ser mucho más antiguas que las sociedades humanas y mucho más avanzadas tecnológicamente.
Los extraterrestres, además, considerarían nuestro Sol como una estrella candidata a la formación de una civilización tecnológicamente avanzada, e intentarían contactar con ella. La pregunta principal, según Morrison y Cocconi, es ¿que medios usarán?
Ellos consideran que las ondas electromagnéticas (ondas de radio, ondas de luz, etc.) son la elección evidente. Solo estas, viajando a la velocidad de la luz, pueden cruzar las fantásticas distancias necesarias sin dispersarse en algo parecido a una cantidad de tiempo práctica. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿en que frecuencias transmitirían los alienígenas su señal?
Las frecuencias más razonables para comunicación entre las estrella, decían Morrison y Cocconi, estaban entre 1 y 10,000 Mhz. Estas son las frecuencias en las que la atmósfera planetaria interfiere menos con las señales electromagnéticas, y donde el ruido de la radiación de nuestra galaxia es mínimo. Algunos años después se descubrió que estas eran tambien las frecuencias en las que era menor la interferencia con la Radiación Cósmica de Fondo, pero esto no se sabía en 1959.
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Primera página del artículo de Cocconi y Morrison en Nature
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Un rango de frecuencias de 10,000 Mhz es todavía demasiado amplio para realizar una búsqueda sistemática. Morrison y Coccioni entionces averturaron una idea que ha marcado el curso de la investigación de SETI hasta hoy: Los alienígenas, dijeron, probablemente emitirán en la frecuencia de 1420 Mhz (longitud de onda de 21 cm). Esta es la frecuencia de emisión del átomo de elemento más común en el universo -el hidrógeno. Esta frecuencia se sugeriría porque sería conocida para cualquier observador en el universo. Cualquier búsqueda sistemática debería empezar aquí.
Los autores hicieron entonces otra observación, que ha tenido un impacto profundo en la manera en que se realizan las búsquedas SETI: una señal enviada desde el planeta en órbita de los alienígenas hacia nuestro planeta en órbita forzonamente mostrará un desplazamiento de su frecuencia original. Este es el resultado del efecto Doppler, familiar para cualquiera que haya oido el cambio de agudez del silbido de un tren al pasar. Debido a que la velocidad a la que se mueven los planetas relativamente el uno del otro cambia constantemente, la frecuencia de transmisión inavitablemente variará con el tiempo. La búsqueda de una señal alienígena debería de tener en cuenta este desplazamiento, y buscar una transmisión cuya frecuencia varie ligeramente.
Morrison y Cocconi concluyeron su artículo con un reto a los lectores escépticos. Muchos, admitieron, dirán que esta clase de especulación pertenece más a la ciencia ficción que a la ciencia. No es así: su argumento, explicaron, muestra que la presencia de una señal extraterrestre es consistente con todo lo que actualmente conocemos. Concluyeron con un reto que se ha convertido en el grito de todos los entusiastas de SETI: 'La probabilidad de éxito es difícil de estimar: pero si nunca buscamos, la probabilidad de éxito es cero'.