Por Leslie Mullen

Los meteoritos de condrita carbonosa contienen pistas vitales para la evolución de los compuestos de carbono en nuestro sistema solar previos al origen de la vida.
Adaptado de una nota de prensa de la Arizona State University
Los científicos han llevado a cabo un análisis orgánico del meteorito del lago Tagish, un raro meteorito rico en carbono clasificado como condrita carbonosa. El meteorito cayó en una zona helada de Canadá en enero del 2000 y es el especimen de condrita carbonosa más puro que se ha estudiado.|
El análisis sugiere que en la química orgánica del espacio puede haber caminos evolutivos diferentes a los que se han observado en otros meteoritos carbonosos. Esta diferencia podría deberse a la posibilidad de que el meteorito del lago Tagish contenga moléculas de carbono que se habrían acumulado durante la formación y el desarrollo del Sistema Solar.
Los meteoritos de condrita carbonosa contienen pistas vitales para la evolución de los compuestos de carbono en nuestro sistema solar. Por ejemplo, el meteorito Murchison, una condrita carbonosa encontrada en Australia en 1969, contiene numerosos aminoácidos y otros compuestos orgánicos que participan en la construcción de la vida. Muchos científicos creen ahora que tales meteoritos podrían haber alcanzado la Tierra con los ingredientes necesarios para que se desarrollara la vida.
Un equipo encabezado por la química Sandra Pizzarello, una científica investigadora en la Arizona State University, dirigió en análisis orgánico del meteorito del lago Tagish. Se cogieron 4,5 gramos del interior sellado del meteorito, y mientras que los compuestos orgánicos encontrados en el meteorito tienen algunas similitudes con los de otras condritas carbonosas, hay también claras diferencias, la más notable la casi total ausencia de aminoácidos.
“Su química es diferente de la que hemos visto en cualquier otro meteorito” dice Pizzarello. “Es simple si la comparamos con el meteorito Murchison, y probablemente representa una línea separada de evolución química. Sin embargo, también incluye compuestos que son idénticos a las biomoléculas”.
En un artículo publicado en el número 2 de agosto del diario on-line Science Express el equipo consigna que la química del meteorito del lago Tagish parece haber preservado compuestos orgánicos que se acumularon o se desarrollaron en la temprana historia del Sistema Solar. Esto incluye burbujas de carbono molecular (fulerenos o “buckyballs”) que contienen gases nobles como helio y argón en proporción similar a la de la nube de gas y polvo que formó los planetas. De este modo el meteorito quizá refleja un estadio temprano de la evolución en el espacio de los compuestos complejos de carbono.
Science Express afirma que muchos de los compuestos orgánicos encontrados en la muestra del lago Tagish se han encontrado también en otros meteoritos, pero que la distribución de los compuestos es diferente, en particular la de los aminoácidos y los ácidos carboxílicos.
“Encontramos algunos compuestos idénticos a algunos del Murchison, que muestran la misma conexión interestelar en su abundancia de deuterio (hidrógeno pesado), mientras que algunos otros difieren del Murchison en cantidad y variedad” dice Pizzarello, refiriéndose a que de algunos grupos de moléculas orgánicas sólo se encontraron las especies más simples en el lago Tagish, al contrario que la más amplia distribución de especies encontradas en Murchison. “Sobre todo, el lago Tagish representa un estado más simple y más inalterado de lo que nunca habíamos visto”.
Otros miembros del equipo de investigación son Yongsong Huang, del departamento de ciencias geológicas de la Universidad de Brown; Luann Becker, del Institute for Crustal Studies (estudios de la corteza terrestre) de la Universidad de California, Santa Bárbara; Robert J. Poreda, del departamento de ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Rochester; George Cooper del Ames Research Centre de la NASA; y Ronald A. Nieman y Michael Williams, ambos de ASU.
“A alguna gente le ha disgustado que no encontráramos aminoácidos, pero científicamente ha sido muy emocionante” dijo Pizzarello. “Este meteorito muestra la complejidad de la historia de los compuestos orgánicos en el espacio. Parece haber tenido una evolución distinta”.
Pizzarello afirma que mientras que los meteoritos como el del lago Tagish pueden carecer de aminoácidos, todavía podrían haber aportado los precursores moleculares de las biomoléculas que son necesarias para el origen de la vida.
Louis Allamandola, astroquímico en el Ames Research Centre de la NASA y miembro de la NAI, dice que la ausencia de aminoácidos y de otras moléculas orgánicas simples podría significar que el meteorito ha estado expuesto a altos niveles de calor o de energía durante sus viajes en el espacio.
“El principal signo del meteorito es el del hollín de material aromático polimerizado; probablemente algo muy similar al humo negro de un motor diesel o a una humeante llama de vela” dice Allamandola. “Desde el punto de vista de la química orgánica este es el tipo de material que obtienes cuando calientas cualquier materia orgánica por encima de los 400 ºC (752 ºF). Así que todo lo que esto significa es que esta roca en particular tiene una historia diferente de la del meteorito Murchison. Ha tenido un camino más duro desde el espacio profundo hasta la Tierra”.
Los meteoritos de condrita carbonosa muestran en general pocas pruebas de haber sido influidos por las altas temperaturas. Incluso la entrada en nuestra atmósfera no calienta su interior a temperatura muy alta, porque su textura porosa tiende a refractar el calor. Pero Allamandola dice que no resultaría una sorpresa que el meteorito hubiera sufrido procesos de energía o calor antes de entrar en la atmósfera de la Tierra: el vasto espacio contiene muy diferentes niveles de radiación, temperaturas, densidades y ambientes.
“Hay por lo menos dos modos de mirarlo” dice Allamandola. “O el carbono pasa por algún tipo de proceso para formar aminoácidos, y este meteorito, entonces, representa una ventana temprana sobre la evolución de las condritas carbonosas antes de que se desarrollen los aminoácidos, o la roca puede haberse expuesto a tal cantidad de energía que los aminoácidos se hubieran destruido”.
“Básicamente” dice Allamandola “esto nos hace percatarnos de que sólo se han estudiado con detalle muy pocos meteoritos, y que en realidad no sabemos lo que la mayoría de ellos contienen. Es un juego duro”.