Por Douglas Vakoch

Si algún día detectamos una señal de radio de una civilización distante, tendremos que hacer algunos ajustes en la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Después de milenios sin saber nada de otra inteligencia en el universo que la humanidad, nos enfrentaríamos a un reto considerable para nuestra egolatría terrestre.|
En el proceso, ¿sólo ganaríamos un poco de sana humildad acerca de nuestro lugar en el Universo, o nos humillaríamos al comparar nuestros mínimos logros con los conseguidos por los más avanzados extraterrestres?
Después de todo, si contamos con los extraterrestres, ellos poseerán una tecnología mucho más avanzada que la nuestra. Este argumento está basado en algunas estadísticas sencillas. Si otras civilizaciones son capaces de llevar a cabo comunicación interestelar durante al menos el tiempo que nosotros lo hemos estado haciendo (poco más de medio siglo), y después se auto-destruyesen, o simplemente detuviesen su intento de efectuar un contacto, entonces el SETI tiene muy pocas posibilidades de encontrarlos.
Únicamente aquéllas civilizaciones que continuasen transmitiendo durante cientos, miles o incluso millones de años serán probablemente las que estén transmitiendo a la vez que nosotros estemos escuchando. De este modo, si detectásemos extraterrestres, ellos serían mucho más viejos que lo que nosotros lo somos.
¿Serían mejores las sinfonías de Sigma Draconis que las de la Tierra? Esta pregunta carece de sentido, al igual que preguntar qué es mejor: un canto Navajo nocturno, o una canción de boda Peruana.
Pero tener una avanzada tecnología no se traduce automáticamente en una superioridad cultural. Los extraterrestres bien pueden poseer sofisticadas formas de música, arte y filosofía, pero podemos contar con una cosa: ellos no serán lo mismo que nosotros.
Puede haber suficientes similitudes para permitir la comprensión a través de distancias interestelares. Por ejemplo, algunos principios musicales pueden tener unas bases universales en la matemáticas - una herramienta plausible compartida entre civilizaciones capaces de enviar señales de radio. ¿Pero pudieran ser las sinfonías de Sigma Draconis mejores que las de la tierra?
Esta cuestión carece de sentido, al igual que preguntar qué es mejor - un canto Navajo nocturno o una canción de boda Peruana. Cada expresión musical debe ser evaluada en el contexto de su propia cultura e historia, y podremos ganar más abriéndonos a nuevas formas de música que intentando forzar la música de las culturas alienígenas hasta nuestras nociones preconcebidas.
En el esquema cósmico de las cosas, es probable que los humanos encuentren que aún están en su “terrible two”
1 a medida que la civilización avanza. Y mientras tanto es bonito mirar a un niño de dos años aporrear el piano, el sano desarrollo requiere retos mayores, con su correspondiente dominio. Parte de nuestro legado como humanos es crecer.
Si contactamos con extraterrestres, nuestra ampliada perspectiva debe permitirnos tener mayores expectativas para el cambio de la humanidad. Sabiendo eso, es posible el triunfo de la niñez tecnológica, podremos alentarnos para intentarlo incluso más concienzudamente en La Tierra.
Contactar con otros no sería simplemente un evento cercano para la humanidad. Deberemos aprender más acerca de otras especies, deberemos comprender lo única que es la humanidad. Como hermanos necesitamos aprender a desarrollar talentos únicos y visiones, de esta forma el contacto con los extraterrestres proporcionaría a la humanidad una oportunidad para definir su propia identidad.
En el espacio no encontraremos nada parecido a un gemelo idéntico a la humanidad, aunque algunas civilizaciones detectadas por el SETI compartirán con nosotros, al menos, algo de tecnología para comunicarnos a través de distancias interestelares, la inteligencia tras esta tecnología pudiera tomar formas radicalmente distintas. Cuando esa morfología divergente es combinada con diferentes culturas e historias, las discrepancias que observamos entre culturas en La Tierra parecerán triviales en comparación con las diferencias entre humanos y extraterrestres.
Si algún día, efectivamente, detectamos extraterrestres, aprenderemos, igual que niños de dos años, que no somos el centro del universo. Y tras darnos cuenta de eso -no sólo como hipótesis, sino como una observación científicamente confirmada - necesitaremos preguntarnos a nosotros mismos, ¿Y ahora qué? ¿Aceptaremos el reto de crecer como una civilización, moviéndonos más allá de nuestros “terrible two”, quizá incluso preguntando cómo podemos contribuir, dadas las únicas experiencias y perspectivas de nuestras especias y nuestra sociedad?
¿Quién sabe? Quizá incluso decidiremos que es tiempo de dejar de dar golpes al piano y comenzar a componer algunas sinfonías interestelares propias.
NT: Se denomina “terrible two” a la etapa de los dos años de edad de los niños, en la cual se muestran agresivos, tienen rabietas, etc...