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Según miembros del equipo, el hallazgo sugiere que podría haber vida en condiciones extremas similares incluso en otros mundos.
La comunidad bacteriana autosuficiente, hallada en una mina de oro de Sudáfrica, prospera a base de aguas subterráneas ricas en nutrientes, y ha estado aislada de la superficie de la tierra durante varios millones de años. Representa el primer grupo de microorganismos conocido que depende exclusivamente de compuestos de hidrógeno y azufre para su alimentación. Las condiciones extremas bajo las cuales viven estas bacterias se asemejan a las de la tierra en sus orígenes, pudiendo ofrecer una idea de la naturaleza de los organismos que vivieron mucho antes de que nuestro planeta tuviera una atmósfera de oxígeno.
Los científicos, que proceden de nueve instituciones colaboradoras, tuvieron que excavar 2,8 kilómetros bajo la superficie de nuestro planeta para encontrar estos inusuales microorganismos, llevando a especular que podría existir vida en circunstancias similares en algún otro sitio en el sistema solar.
“Lo que realmente me excita es la posibilidad de que haya vida bajo la superficie de Marte”, señaló Tullis Onstott, un profesor de geociencia de la Universidad de Princeton, y líder del equipo de investigación. “Estas bacterias han permanecido aisladas de la superficie de la Tierra durante bastantes millones de años, pero han prosperado en condiciones que la mayoría de los organismos considerarían hostiles para la vida. ¿Podrían estas comunidades bacterianas sobrevivir independientemente de lo que ocurra en la superficie?. En ese caso, aumentan las probabilidades de que haya organismos que puedan sobrevivir incluso en planetas cuyas superficies hayan estado estériles para la vida desde hace tiempo”.
El equipo de Onstott publicó sus resultados en el número del 20 de octubre de la revista Science. El equipo de investigación incluye como primer autor a Li-Hung Lin, que llevó a cabo muchos de los análisis como estudiante de doctorado en Princeton, y después como investigador posdoctoral en la Institución Carnegie.
“Estas bacterias son realmente únicas, en el más estricto sentido de la palabra”, dijo Lin, ahora en la Universidad Nacional de Taiwán. “Sabemos lo aisladas que han estado estas bacterias porque los análisis del agua en la que viven muestran que ésta es muy antigua y no ha sido diluida por aguas superficiales. Además, descubrimos que los compuestos hidrocarbonos presentes en el medio no vienen de organismos vivos, como es habitual, y que la fuente del hidrógeno necesario para su respiración procede de la descomposición de agua mediante degradación radiactiva de uranio, torio y potasio”.
Dado que el agua subterránea que el equipo analizó para encontrar las bacterias procede de varias fuentes distintas, es difícil determinar específicamente cuánto tiempo han estado aisladas. El equipo estima el marco temporal entre tres y 25 millones de años, lo que implica que los seres vivos son más adaptables de lo que se pensaba.
“Sabemos sorprendentemente poco acerca del origen, evolución, y límites de la vida en la tierra”, dijo la bioquímica Lisa Pratt, que lideró la contribución de Blomingston de la Universidad de Indiana al proyecto. “Los científicos están ahora empezando a estudiar los diversos organismos vivos de las partes más profundas de océano, y la corteza rocosa de la tierra está prácticamente inexplorada a profundidades superiores a medio kilómetro bajo la superficie. Los organismos que describimos en este artículo viven en un mundo completamente diferente del que conocemos aquí arriba”.
Ese mundo subterráneo, señala Onstott, es una piscina sin luz de agua a presión, caliente y salina que apesta a azufre y gases nocivos que los humanos encontrarían irrespirables. Pero la recientemente descubierta bacteria, que está emparentada lejanamente con la familia Firmicutes de microbios que habitan cerca de fuentes hidrotermales submarinas, vive allí.
“La radiación hace posible la producción de montones de compuestos de azufre que esas bacterias usan como un fuente de comida altamente energética”, indicó Onstott. “Para ellas es como comer patatas fritas”.
Pero la llegada del equipo de investigación llevó consigo una sustancia hasta el mundo subterráneo que, aunque vital para la supervivencia de los humanos, se mostró fatal para los microorganismos – el aire de la superficie.
“Estas criaturas parecen tener un problema muy serio con su exposición al oxígeno,” señaló Onstott. “No parece que podamos mantenerlos vivos después de recogerlos para su análisis. Pero dado que este medio ambiente es muy similar a la tierra en sus orígenes, eso nos proporciona una pista sobre la clase de criaturas que pudieron haber existido antes de que apareciese el oxígeno en la atmósfera”.
Onstott indicó que hace varios cientos de millones de años, algunas de las primeras bacterias en el planeta pudieron haberse desarrollado con éxito en condiciones similares, y que los microorganismos recientemente descubiertos podrían arrojar cierta luz sobre la investigación de los orígenes de la vida en la tierra.
“Estas bacterias se sitúan probablemente próximas a la base del árbol del dominio bacteriano de la vida,” comentó. “Podrían ser genealógicamente muy antiguas. Para averiguarlo, tendremos que compararlas con otros organismos como los Firmicutes y otros como las criaturas amantes del calor de las fuentes termales de las profundidades del océano”.
El equipo de investigación está construyendo un pequeño laboratorio 3,8 kilómetros bajo la superficie en la región Witwatersrand de Sudáfrica para continuar con el estudio del nuevo ecosistema, dijo Onstott, quien espera que los hallazgos sean útiles cuando las futuras cápsulas espaciales sean enviadas para buscar vida en otros planetas.