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Octubre 26, 2006: Un penacho de humo se elevó a 1 000 metros de altura y los pueblos próximos se cubrieron de cenizas. Temiendo una erupción de importancia, las autoridades locales comenzaron a evacuar a 40 000 personas. Al mismo tiempo, agentes de las Naciones Unidas lanzaron una llamada de socorro: los vulcanólogos deberían empezar a monitorizar Talang de inmediato.
Sin que ellos lo supieran, muy alto sobre la Tierra un pequeño satélite ya estaba observando el volcán. Nadie le había dicho que lo hiciera. EO-1 (abreviación de 'Earth Observing 1', Observando la Tierra 1) advirtió las señales de aviso y comenzó a monitorizar Talang por su cuenta.
De hecho, para cuando los vulcanólogos estaban leyendo sus correos electrónicos de las Naciones Unidas, 'EO-1 ya disponía de datos', dice Steve Chien, líder del grupo de inteligencia artificial del JPL.
EO-1 pertenece a una nueva raza de satélites que pueden pensar por sí mismos. 'Lo programamos para descubrir cosas que cambian (como la nube de humo de un volcán) y tomar las acciones adecuadas', explica Chien. EO-1 puede reorganizar sus propias prioridades para estudiar erupciones volcánicas, inundaciones repentinas, incendios forestales, la desintegración de hielo marino--en resumen, cualquier cosa inesperada.
¿Es esto inteligencia real? 'Absolutamente', dice. EO-1 pasa la prueba básica: 'Si pones el sistema en una caja y lo observas desde fuera, sin saber cómo se toman las decisiones, ¿dirías que el sistema es inteligente?' Chien piensa que sí.
Y ahora la inteligencia está creciendo. 'Estamos enseñando a EO-1 a usar los sensores de otros satélites'. Por ejemplo: Terra y Aqua, dos satélites de la NASA que sobrevuelan toda la Tierra dos veces al día. Cada uno de ellos lleva a bordo un sensor denominado MODIS. Se trata de un espectrómetro de infrarrojos capaz de detectar el calor de erupciones volcánicas o incendios forestales--justo el tipo de cosas que al EO-1 le gusta estudiar. 'Ponemos los datos de MODIS a disposición del EO-1', dice Chien, 'de modo que cuando Terra o Aqua ve algo interesante EO-1 puede responder'.
EO-1 también se conecta a sensores en la superficie terrestre, tales como 'los observatorios de volcanes USGS en Hawai, Washington y la Antártida'. Juntos, las estaciones terrestres y los satélites forman una red de sensores o 'sensorweb', con EO-1 en el centro, recogiendo los datos y adoptando acciones. Es un nuevo método de gran potencial para el estudio de la Tierra.
Chien predice que las redes de sensores resultarán útiles en otros planetas también. Tomemos Marte como ejemplo: 'Tenemos cuatro satélites en órbita alrededor de Marte y dos vehículos de exploración sobre su superficie. Podrían trabajar juntos'. Supongamos que un satélite detecta que se está formando una tormenta de arena. Podría dirigir a los otros para que monitoricen la tormenta cuando sobrevuelen la zona y que alerten a los vehículos o a los astronautas: '¡a cubierto, viene una tormenta!'
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En la Luna, Chien se imagina enjambres de vehículos examinando la superficie lunar: 'otra buena aplicación', dice. ¿Y si un vehículo descubre una veta prometedora? Se podría llamar a otros para que ayuden, llevando a la zona taladros y otras herramientas especializadas. Con la autonomía de la inteligencia artificial, estos vehículos de exploración precisarían escasa supervisión por parte de sus amos humanos.
Otro ejemplo más: el Sol. Hay más de media docena de naves 'ahí afuera' que pueden monitorizar la actividad solar: SOHO, ACE, GOES-12 y 13, Solar-B, TRACE, STEREO y otras. 'Si estas naves pudieran organizarse como una red de sensores, podrían coordinar sus acciones para estudiar las tormentas solares y proporcionar mejores advertencias a los astronautas que se encuentren en la Luna o Marte', señala.
Por ahora la inteligencia está restringida a la Tierra. El resto del Sistema Solar está a la espera.