Resumen (Nov. 16, 2004): Uno tiene nada más que hojear apenas la cronología terrestre de las especies para quedarse asombrado ante los extraños experimentos realizados en la historia biológica de la Tierra. Los animales y las plantas desarrollaron toda clase de métodos de protección, pero entre los poderosos dinosaurios, hubo un animal en particular que fue duro de atravesar.
Basado en un artículo de la Universidad de Bonn

Anquilosaurio, un herbívoro acorazado y equipado con una cola con un mazo
|
Su armadura era perfecta; aún sus párpados consistían en placas de hueso. Los que denominamos como anquilosaurios se encuentran entre los animales mejor acorazados que conocemos. Estos herbívoros llegaban a tener diez metros de largo, con una cola que terminaba en un enorme mazo óseo, “probablemente utilizado como un arma”, dice Torsten Scheyer, “aún cuando definitivamente no lo podían balancear hacia delante y hacia atrás; su conformación era simplemente demasiado rígida para éso.
Torsten Scheyer ha examinado la armadura de los dinosaurios como parte de su tesis doctoral. Los resultados son sorprendentes: “La placa acorazada no es para nada parecida a la de los cocodrilos, como se había asumido previamente”, agrega. “Su microestructura es sustancialmente más compleja, al menos en algunos tipos de anquilosaurios”.
Un equipo completo de cota de malla de dinosaurio estaba compuesto de cientos de miles de placas acorazadas óseas conocidas como osteodermos. La mayoría de ellas eran más pequeñas que una moneda europea de un centavo, pero algunas tenían un diámetro de varias docenas de centímetros y terminaban en largas puntas. “A diferencia de los caparazones de las tortugas, las placas individuales estaban colocadas unas al lado de las otras. No estaban fusionadas entre sí”, explica el estudiante Torsten Scheyer. Esta clase de armadura era flexible y de esa forma no se rompería fácilmente bajo presión. Aunque los cocodrilos modernos poseen una armadura similar, las placas individuales tienen una estructura mucho más simple.
Utilizando un microscopio de polarización, Torsten Scheyer descubrió que había fibras de colágeno entretejidas en el calcio del hueso de las placas acorazadas del dinosaurio, formando capas que estaban intercaladas unas con otras tri-dimensionalmente. Dentro de cada una de las capas las fibras estaban alineadas en forma paralela, y en ángulo recto con respecto a las fibras de las capas de arriba y de abajo. “De esta forma la armadura poseía una gran fortaleza en todas las direcciones”, destaca Torsten Scheyer. Los materiales compuestos actuales que se utilizan para las aspas de los rotores de las granjas de viento o para los chalecos a prueba de balas, están basados en el mismo principio, excepto que en estos casos las capas de colágeno son reemplazadas por fibras de vidrio o de carbono.

Dos especies terrestres saludándose una a la otra, separadas por eones. Los humanos parecen particularmente vulnerables en comparación con los poderosos períodos depredadores de la historia de la Tierra..
|
El colágeno es una proteína que se encuentra en el tejido conectivo, en los tendones y en el cartílago. La armadura del anquilosaurio se formaba en la capa de tejido conectivo, rodeando así la red ya existente de colágeno. En el proceso de fosilización esta red se desintegra, y es reemplazada por minerales. “A menudo, el patrón de las fibras en los fósiles puede ser trazado todavía, aún después de cientos de millones de años”, agrega Torsten Scheyder.
Algunas placas acorazadas son aún más estables.
Los paleontólogos dividen a los anquilosaurios en tres sub-divisiones. La estructura de chaleco anti-balas puede ser probada solamente en una de ellas; un segundo tipo es una forma relativamente simple de placas acorazadas. Paradójicamente, en el tercer grupo la armadura consiste en lo que se conoce como hueso haversiano, una forma que fue descrita en los seres humanos por el anatomista británico Dr. Clopton Havers en el siglo XVII. En el curso de la vida de las personas sus huesos son re-estructurados. Los trabéculos en el interior del hueso se disuelven y son reemplazados por numerosos pequeños tubos de hueso conocidos como osteones. Esto reduce la estabilidad de los huesos y es una de las causas del bien conocido fenómeno de huesos quebradizos entre los mayores. Torsten Scheyer explica: “Los anquilosaurios tienen también estos osteones, pero en contraste con los humanos estos huesos también están fortalecidos con fibras”.
Posiblemente, estas fibras de colágeno son la razón por la cual este tercer tipo de armadura es aún más estable que la armadura “normal” del anquilosaurio. “En este tercer grupo las placas de hueso son mucho más delgadas que entre los otros anquilosaurios; esto reduce el peso y los nutrientes”. Agrega que, sin embargo, a pesar de ésto la armadura era probablemente difícil de romper, y no solamente a causa de su refuerzo de fibras: “Estas delgadas placas de hueso estaban conformadas de una forma tan sofisticada que podían enfrentar mucho mejor a la presión y no se rompían tan fácilmente.