Con sólo 50 mil veces la masa del Sol, es más de dos veces más pequeño que cualquier otro objeto conocido de su tipo. Es un total de 100.000 veces menos masivo que los grandes agujeros negros en el centro de otras galaxias.
“De alguna manera, es un pequeño agujero negro supermasivo”, dijo Elena Gallo, profesora asistente de astronomía en el Instituto de Literatura, Ciencias y las Artes de la Universidad de Michigan (UM).
Se cree que todas las grandes galaxias, incluyendo nuestra propia Vía Láctea, tienen que tener un agujero negro supermasivo en su núcleo. El objeto descubierto recientemente es uno de los primeros en ser identificados en una galaxia enana.
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Crédito: Observatorio de rayos X Chandra
“Estas pequeñas galaxias pueden servir como analogía para las galaxias en el universo temprano”, dijo Vivienne Baldassare, estudiante de doctorado de la UM y primer autor de un artículo sobre los resultados, publicados hoy (11 de agosto) en la revista Astrophysical Journal Letters. También comenta que “Las galaxias como nuestra Vía Láctea, no sabemos como eran en su juventud”.
“Mediante el estudio de cómo las galaxias están creciendo y la alimentación de sus agujeros negros y como están influyendo entre sí, podremos obtener una mejor comprensión de cómo las galaxias se formaron en el universo temprano”.
Como es el caso en la mayoría de las galaxias de hoy en día, el agujero negro de la Vía Láctea es latente. Las jóvenes o pequeños galaxias como RGG 118 tienen núcleos activos que aún están en el proceso de deglución de estrellas, polvo y gas. Durante este tiempo tumultuoso en la historia de las galaxias, el agujero negro central ayuda a dar forma a la evolución de su anfitrión. Actúa como un termostato, como dice Gallo, regulando tanto la temperatura de la galaxia como el movimiento del polvo y los gases que acaban formando estrellas.
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Para hacer las observaciones, el equipo utilizó el Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA y el Telescopio Clay de 6’5 metros en Chile. RGG 118 fue encontrado gracias a Sloan Digital Sky Survey.
Los investigadores se dieron cuenta de la masa del agujero negro mediante el estudio del movimiento del gas cerca del centro de la galaxia a partir de datos de luz visible del Telescopio Clay. Utilizaron también los datos facilitados por Chandra para averiguar el brillo del material alrededor del agujero negro en la banda de rayos X.
Los astrónomos aún no entienden cómo se forman los agujeros negros supermasivos. Algunas hipótesis apuntan a que las nubes gigantes de gas sirven entonces suyas. Otros creen que son el fruto de estrellas gigantescas de alrededor de 100 veces la masa del sol.
El estudio lleva por nombre “A ~ 50.000 masas solares del Agujero Negro en el Núcleo de RGG 118”. La investigación ha sido financiada por la Fundación Nacional para la Ciencia y la NASA.