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Para la Profesora Carol Cleland, la clave de la búsqueda de vida extraterrestre puede estar en que seamos capaces de analizar las anomalías para encontrar formas de vida completamente diferentes de la nuestra.

Nota de Prensa
Fecha de emisión: Sábado, 18 de febrero de 2006
Fuente: Universidad de Colorado, en Boulder

Contacto:

Carol Cleland, (303) 492-7619
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Jim Scott, (303) 492-3114

La profesora Carol Cleland de la Universidad de Colorado, en Boulder, sugiere a los científicos que están observando planetas y sistemas solares lejanos para localizar actividad alienígena, que mantener la mente abierta es un asunto de primera importancia.

Para Cleland, profesora de Filosofía y miembro de la Junta de Gobierno del Centro de Astrobiología de la Universidad de Colorado, Boulder (fundado por la Nasa), el intentar definir la vida puede ser un error, dado que estas definiciones se basan en un sólo ejemplo: la vida en la Tierra. Probablemente la mejor estrategia sea, según dijo Cleland, desarrollar una “teoría general de los sistemas vivientes”.



Muchos biólogos están de acuerdo con que la mejor definición de sistemas vivientes es la “definición química Darwiniana”, sistemas químicos evolutivos auto-sostenidos que sufren la evolución a un nivel molecular, comentó la profesora. Pero la teoría se limita a que la vida en la Tierra probablemente resultó de las “contingencias” físicas y químicas presentes en el momento de su origen sobre el planeta.

Cleland: “Lo que realmente necesitamos es buscar sistemas físicos que desafíen nuestro concepto actual de la vida, sistemas que se parezcan a la vida que conocemos y que difieran de ella de manera provocativa”. Cleland participó en el simposio de Astrobiología en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que se convocó en San Luís entre el 16 y el 20 de febrero.

Ella dijo que “en 1976, por ejemplo, la nave espacial Viking 1 de la NASA llevó a cabo unos experimentos autónomos de biología en Marte mezclando muestras de suelo con nutrientes marcados radiactivamente para determinar si se producían ‘eructos’ metabólicos de posibles microbios extraterrestres”. Aunque las lecturas positivas convencieron al menos a algunos científicos del equipo de que había presencia de vida, la investigación subsiguiente por un segundo instrumento de la Viking falló al buscar pruebas de moléculas orgánicas en la superficie del planeta.

Cleland dijo que “al principio, los científicos estaban preparados para abrir el champagne”. “Pero debido a que la investigación subsiguiente produjo resultados desconcertantes que no se ajustaban con la definición de la vida con la que estaban trabajando, la NASA concluyó que la señal original no era una prueba de la existencia de vida. Este es un experimento que aún hoy se encuentra en debate, y es un clásico ejemplo de anomalía”

Aunque hay más de 100 combinaciones de ácidos nucléicos en la Naturaleza, la vida terrestre construye todas sus proteínas con sólo 20 de ellos, sugiriendo un único origen para la vida en la Tierra, dijo Cleland. “Es muy difícil generalizar acerca de la vida basándose en un solo ejemplo”, volvió a decir.

Un artículo de Cleland y de la Profesora Shelley Copley del departamento de biología celular, molecular y desarrollo de la Universidad de Colorado, Boulder, publicado en línea en el Diario Internacional de Astrobiología (International Journal of Astrobiology), explora la idea de que puede existir una “vida microbiológica alternativa” en la Tierra. Una “biosfera en la sombra” de este tipo tendría una arquitectura molecular y una bioquímica diferente de la vida conocida y sería indetectable con las técnicas actuales en microscopía, cultivo celular y amplificación de las Reacciones de las Cadenas de Polímeros, escribieron los autores.

A pesar de los nuevas series de sofisticados instrumentos desarrollados en los últimos años, la habilidad de los científicos para detectar vida en Marte y en otros sistemas solares probablemente esté muy limitada, dijo Clealand. “Si el ADN de un organismo alienígena fuera incluso ligeramente diferente del ADN de la vida de la Tierra, con una serie diferente de bases nucleicas que codificaran la información genética, probablemente no seríamos capaces de reconocerla.”

Así, ¿qué podría haber ahí fuera? “No es muy descabellado imaginarse un microorganismo alienígena cuyo material genético cambiara directamente adaptándose en respuesta a diferentes condiciones ambientales”, dijo Cleland. “En lugar de buscar la vida tal y como la conocemos, a los científicos les puede resultar más fácil buscar anomalías, lo que equivale a buscar vida de un tipo desconocido”.

Cleland dijo: “En la última década, los científicos han descubierto más de 170 nuevos planetas alrededor de otras estrellas, número que parece incrementarse mes a mes debido a las ingeniosas nuevas técnicas para buscar planetas”. Dijo además que en el futuro, los astrobiólogos que inspeccionen otros planetas no dudarán en encontrar sistemas no vivos que sean “realmente extraños”.

“En casos como ese, lo mejor sería probablemente suspender la emisión de cualquier juicio”, dijo. “El mayor fuerte de la Ciencia es la capacidad de ensayo, y a través de la Historia, lo que ha cambiado los paradigmas científicos ha sido el análisis cuidadoso de las anomalías.”

Nota de los editores: La copia del contenido está prohibida hasta el 18 de febrero a las 14:00 CST, cuando Carol Cleland participará en el simposio “Astrobiología: Habitabilidad de Mundos en Torno a Otras Estrellas”, en la reunión anual de la AAAS en San Luís.