Esta web utiliza 'cookies' propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las 'cookies'. Sin embargo, puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento.

Acepto Más información
Estás viendo

¿A quién le dan miedo las llamaradas solares?

Publicado por Fernando Muñoz Sagasta | 09/10/2005
¿Que es el “Descenso de Forbush"?
escuche o descargue esta historia
Autor: Dr. Tony Phillips #1# Octubre 7, 2005: El mes pasado, el sol se volvió loco. Casi cada día, durante dos semanas, a comienzos de septiembre, brotaron llamaradas solares de una mancha solar gigante llamada “región activa 798/808.” Rayos X ionizaron las capas superiores de la atmósfera de la Tierra, y protones solares acribillaron la Luna. No era un buen momento para estar en el espacio. ¿O quizás sí lo era? Durante las tormentas, algo extraño sucedía a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS): Los niveles de radiación descendieron. “La tripulación de la ISS absorbió un 30% de rayos cósmicos menos de lo habitual,” dice Frank Cucinotta, jefe de salud radiológica del Centro Espacial Johnson de la NASA'. De hecho, las tormentas mejoran el ambiente de radiación dentro de la estación.” Hace mucho tiempo que los científicos saben de este fenómeno. Lo llaman “Descenso de Forbush,” en honor al físico americano Scott E. Forbush, que estudió los rayos cósmicos durante los años 30 y 40. Cuando los rayos cósmicos golpean la capa más alta de la atmósfera terrestre producen una lluvia de partículas secundarias que pueden tocar tierra. Monitorizando estas lluvias Forbush observó que, contrariamente a lo que se intuía, las dosis de rayos cósmicos desciende cuando la actividad solar es elevada. La razón es sencilla: Cuando las manchas solares explotan, frecuentemente arrojan enormes nubes de gas caliente lejos del sol. Estas nubes, llamadas CMEs (erupciones de masa coronal), contienen no sólo gas sino también campos de fuerza magnética, nudos de magnetismo arrancados del sol por la explosión. Los campos magnéticos desvían las partículas cargadas, de modo que cuando una CME pasa más allá de la Tierra también se lleva lejos la mayor parte de los rayos cósmicos cargados eléctricamente que, de otro modo, chocarían con nuestro planeta. En esto consiste el “descenso de Forbush.” Adondequiera que las CMEs vayan, los rayos cósmicos son desviados. El descenso de Forbush ha sido observado en la Tierra y en la órbita terrestre a bordo de la MIR y de la ISS. Las astronaves Pioneer 10 y 11 y Voyager 1 y 2 la han experimentado también allende la órbita de Neptuno. Una simple CME puede suprimir los rayos cósmicos durante varias semanas. La actividad solar sostenida puede suprimirlos durante mucho más tiempo: “El Sol ha estado inesperadamente activo en el año 2005,” observa Cucinotta. Desde enero, los astrónomos han contado 14 potentes llamaradas solares de clase X y un todavía mayor número de CMEs. Como consecuencia, “la tripulación de la ISS ha absorbido menos rayos cósmicos a lo largo de todo el año”. #2# La historia total es irónica porque las llamaradas y CMEs son por sí mismas fuentes de radiación letal. En particular, las CMEs producen “tormentas de protones”. Con rumbo a la Tierra, las CMEs corren por la atmósfera exterior del Sol, abriéndose paso entre el gas caliente a velocidades que superan el millón y medio de kilómetros por hora. Los protones que entran en el camino de una CME pueden ser acelerados a energías peligrosas. Ningún astronauta desea encontrarse una nube de protones solares de alta energía. Las tormentas severas son literalmente repugnantes; la exposición a ellas causa vómitos, fatiga y descenso de glóbulos rojos. Sin atención médica, un astronauta enfermo de radiación podría morir. Ahora las buenas nuevas: Pocos protones solares consiguen penetrar las paredes de las naves espaciales de la NASA. Mientras los astronautas permanezcan en su interior están a salvo. Los rayos cósmicos son diferentes –y peores. Los rayos cósmicos están hipercargados de partículas subatómicas que llegan principalmente de fuera de nuestro sistema solar. Las fuentes incluyen explosiones de estrellas, agujeros negros y otros tipos que superan al Sol en violencia. A diferencia de los protones solares, los cuales son relativamente fáciles de detener con materiales tales como aluminio o plástico, los rayos cósmicos no pueden ser completamente detenidos por ninguna tecnología protectora conocida. Incluso en el interior de las naves, los astronautas están expuestos a una pequeña llovizna de rayos cósmicos que atraviesa las paredes. Las partículas penetran en la carne, produciendo daños microscópicos en los tejidos. Un posible efecto secundario es la rotura de DNA, la cual puede a la larga producir cáncer, cataratas y otras enfermedades. #3# Nadie sabe todo lo que los rayos cósmicos pueden producir en los seres humanos. “No hemos permanecido en el espacio durante el tiempo suficiente,” dice Cucinotta. Excepto durante los breves viajes a la luna hace cuarenta años, nos explica, los astronautas nunca han estado totalmente expuestos a los rayos cósmicos de la galaxia. Cerca de la Tierra, en donde órbita la ISS, la tripulación está protegida no sólo por las paredes de la nave sino también por el campo magnético terrestre y el gigantesco cuerpo sólido de la Tierra. Un viaje de seis meses a Marte, lejos de estos escudos naturales, sería algo nuevo. ¿Cuáles son los peligros de un largo viaje? ¿Cuánta protección se necesita para mantener a los astronautas a salvo? Los investigadores de la NASA están bregando con estas cuestiones. Una cosa está clara: “La reducción de la exposición es algo bueno,” dice. El Sol puede ayudar. Cada 11 años, la actividad solar alcanza un grado llamado Max Solar. El último aconteció en el año 2000; están previstos futuros episodios en 2011 y 2022. Durante el Max Solar, las CMEs se producen diariamente, y el viento solar lanza intricados campos magnéticos por el sistema solar interior de forma rutinaria. Estos campos proporcionan una medida protectora extra para los viajes de la Luna y Marte, bajando los rayos cósmicos que oscilan en un rango de energía biológicamente peligrosa de 100 a 1000 megaelectronvoltios un 30% o más. Los programadores de las misiones del futuro podrían programar largos viajes por el sistema solar para que coincidan, aproximadamente, con el Max Solar, aprovechando así el descenso de rayos cósmicos. Quizá las llamaradas solares no sean tan malas después de todo.
Artículos relacionados: El mínimo solar explota Llamaradas solares escalofriantes Un nuevo tipo de tormenta solar ¿Podemos ir a Marte?
http://science.nasa.gov/headlines/y2005/07oct_afraid.htm
x Comentarios
  • Twittear

Comentarios

Enviar
Tweets por @Astroseti