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Forraje prehistórico de Alfred Hitchcock
Publicado por Sara Benedicta Oyola | 17/10/2024
Un nuevo estudio sugiere que aves de presa prehistóricas podrían haberse alimentado de algunos de nuestros primeros ancestros humanos.
#3#
Basado en un comunicado de la Universidad del Estado de Ohio
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras estudiar más de 600 huesos de monos actuales. Habían recolectado los huesos debajo de nidos de águilas coronadas africanas en la selva tropical de Tai, en Costa de Marfil. Un águila coronada africana adulta tiene aproximadamente el tamaño de un águila calva americana, que normalmente pesa entre 10 y 12 libras.
Las perforaciones y los arañazos en varios cráneos de monos han conducido a algunos investigadores a reconsiderar qué clase de animales podrían haberse alimentado de nuestros primeros ancestros humanos, dijo W. Scout McGraw, el principal autor del estudio y profesor adjunto de antropología en la Universidad del Estado de Ohio.
“Parece que las rapaces han sido una fuerza selectiva en la evolución de los primates por mucho tiempo”, dijo. “Antes de este estudio yo pensaba que las águilas no contribuían tanto a la tasa de mortalidad de los primates en el bosque”.
“No podría haber estado más equivocado”.
Los resultados también podrían tener unas importantes implicaciones en el misterio que rodea a la muerte de un ancestro humano que vivió hace alrededor de 2,5 millones de años.
Los arqueólogos descubrieron en 1924 el cráneo de un primate de 3 años y medio, semejante a un niño, en una cueva sudafricana. Los investigadores creían que este niño, llamado el niño de Taung (Australopithecus africanus), había sido muerto por un felino predador. Pero McGraw comentó que las heridas en los cráneos de los monos que él había examinado se parecían mucho a las encontradas en el cráneo del niño de Taung.
“Las águilas dejan marcas distintivas de garras y picos alrededor de la cara y en las cuencas oculares. El cráneo del niño de Taung tenía esta mismas clase de heridas”.
El estudio se encuentra en línea en la página del American Journal of Physical Anthropology, y su publicación está prevista para la edición de Octubre de la revista. McGraw llevó a cabo el estudio junto con Catherine Cook, estudiante graduada en Antropología en la Universidad del Estado de Ohio; y con Susanne Schultz, de la Universidad de Liverpool, recolectó la mayor parte de los huesos para el estudio.
#4#La mejor manera de aprender acerca de la presa de un águila es recolectando los restos que quedan en o cerca del nido de la rapaz, dice McGraw.
“Las águilas son depredadores de acecho: se dedican a matar rápidamente”, dijo McGraw, quien ha pasado la mayor parte de los últimos 15 años estudiando primates en el bosque tropical de Tai, en la parte sudoeste de Costa de Marfil.
“De manera que la posibilidad de ver realmente el ataque de un águila a un mono es extremadamente remota”, continuó. “Sin embargo, las aves rapaces son tan amables de dejar al final todos los huesos alrededor. Esto implica que podemos trabajar retrospectivamente y construir un perfil de presa basandonos en lo que quedó de ella”.
A lo largo de tres años los investigadores recolectaron unos 1 200 huesos de animales remanentes en 16 nidos de águilas coronadas africanas. Algo más de la mitad de los huesos (669) pertenecían a primates. El resto de los huesos eran de otros animales no primates que las águilas habían acechado y cazado.
La mayoría de los huesos en la colección pertenecían a especies de monos más pequeños, que pesaban entre 1 y 5 kg. en la madurez. Pero un tercio de los monos cuyos huesos eran parte del conjunto de la muestra habrían pesado entre 6 y 10 kg. La mayoría de estos huesos eran de mangabeyes, los monos más grandes en el bosque de Tai.
McGraw admitió que este descubrimiento le sorprendió. Los mangabeyes viven principalmente en el suelo - todas las otras especies de monos viven en la cima del bosque tropical. Tiene sentido que las águilas hubieran tomado como blancos a monos arborícolas, ya que estos primates son presumiblemente más fáciles de detectar y atacar. Por otra parte, la densidad de población de mangabeyes no es tan alta como la de otras especies de monos del bosque tropical de Tai.
“Parece que el águila coronada africana específicamente se enfoca en estos monos grandes y relativamente raros”, dijo McGraw. “Cuando consideramos la densidad del promedio de la población de mangabeyes, las oportunidades de un águila de encontrar uno de estos monos deberían ser pocas. Pero estos mangabeyes están apareciendo en nidos con más frecuencia de lo que la sola probabilidad permitiría”.
El descubrimiento sugiere que las aves de este tamaño eran lo suficientemente capaces de atacar con éxito a un joven homínido.
Los arqueólogos piensan que el niño de Taung pesaba alrededor de 26 libras (12 kg.). McGraw sostiene que los científicos piensan que una rapaz de aproximadamente el mismo tamaño que un águila coronada africana moderna podría haber matado al joven homínido.
“Muchos pensaban que un águila de este tamaño no habría tenido la suficiente fuerza como para levantar a un primate del tamaño del niño de Taung”, dijo McGraw. “Eso no es un problema, porque las águilas no cazan y procesan sus asesinatos de ese modo. Ellas, típicamente, desmembran a sus presas muy rápidamente y luego llevan las piezas del esqueleto a sus nidos”.
Tras identificar los huesos, los investigadores comenzaron a evaluar los patrones reales de daño en ellos.
La colección consistía principalmente en cráneos y huesos largos de miembros posteriores (a saber, el fémur, o hueso del muslo, y la tibia, un hueso en la extremidad inferior). Los huesos más pequeños y más frágiles son destruidos frecuentemente durante el ataque, y también pueden decaer rápidamente en un ambiente forestal tropical.
Los cráneos, omóplatos y cintura pélvica de los monos mostraban la mayor cantidad de daño. La mayoría de los cráneos estaban fracturados o perforados, presuntamente por la fuerza aplicada por la sujeción de las garras de un águila. Había fracturas en las cuencas oculares y en la base de la mayoría de los cráneos, de garras o picos que habían perforado el hueso para extraer tejidos blandos.
Había notables heridas y rasguños a lo largo de cada omóplato en la muestra. Los extremos de muchos de los huesos de las extremidades superiores habían sido retirados, aparentemente para llegar hasta la médula ósea.
#5#Las heridas en algunos de los cráneos de monos son muy parecidas a las encontradas en el cráneo del niño de Taung, dijo McGraw.
“Este cráneo fósil de un homínido es posiblemente el más manipulado, el más estudiado, y sobre el que más se ha escrito”, dijo. “Pero casi nadie se había preocupado realmente en buscar cráneos desechados en nidos de águilas. No es que el daño haya sido pasado por alto en el cráneo de Taung, es que no teníamos el vínculo para darle sentido”.
Continuó diciendo que las heridas en el cráneo de Taung probablemente no se debían al daño producido durante el proceso de fosilización; en realidad, estas marcas serían un indicio de lo que realmente habría matado al pequeño homínido.
“Esas marcas no son de un gran felino depredador, vienen de una antigua águila coronada”, dijo McGraw.
La evidencia a partir de este estudio también está cambiando la manera en que McGraw y sus colegas ven la dinámica presa-predador.
“El descubrimiento sugiere que las aves de presa han sido una de las fuerzas selectivas más importantes en la evolución de los primates durante mucho tiempo”, dijo. “Hay otras colecciones de fósiles de primates alrededor del mundo que pueden merecer una segunda búsqueda de evidencias de heridas infligidas por rapaces”.
http://www.astrobio.net/news/article2069.html
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