La biología celular y los “orígenes súbitos” del profesor Schwartz explican los “agujeros” de Darwin.
Un artículo publicado en el número del 30 de enero de 2006 de la revista New Anatomist, escrito por el profesor de antropología Jeffrey H. Schwartz de la Universidad de Pittsburgh y el profesor de bioquímica Bruno Maresca de la Universidad de Salerno, demuestra que el conocimiento emergente de la estructura celular brinda un fuerte respaldo a la teoría de la evolución de Schwartz, explicada originalmente en su trabajo seminal, “Sudden Origins: Fossils, Genes, and the Emergence of Species” (
”Orígenes súbitos: fósiles, genes, y la emergencia de las especies”) (John Wiley & Sons, 2000).
En ese libro, Schwartz presta atención a teorías anteriores que sugerían que el modelo darwiniano de evolución como una adaptación continua y gradual al medioambiente enmascara agujeros existentes en el registro fósil, asumiendo que, simplemente, los fósiles intervinientes no han sido encontrados todavía. En cambio, Schwartz sostiene que no han sido descubiertos porque no existen, ya que la evolución no es necesariamente gradual sino que a menudo se presenta como expresiones súbitas y dramáticas de cambio que comienzan a nivel celular como consecuencia de tensores ambientales radicales, como pueden ser el calor o el frío extremos o la súper-población, ocurridos años antes.
“La teoría de los Orígenes Súbitos, reforzada por la biología celular moderna, subraya la necesidad de preservar el medioambiente, no solamente para mejorar la vida actual, sino para proteger la vida en generaciones futuras.” |
La determinación del mecanismo que causa esas expresiones retardadas de cambio es la mayor contribución de Schwartz a la evolución de la teoría de la evolución. El mecanismo, según explican los autores, es el siguiente: El trastorno ambiental hace que muten los genes, y estos genes alterados se mantienen en un estado recesivo, diseminándose lentamente a través de la población hasta que aparecen descendientes con dos copias de la nueva mutación y cambian súbitamente, surgiendo aparentemente de la nada. Estos cambios pueden ser significativos y beneficiosos (como los dientes o las extremidades), o, más probablemente, maten al organismo.
¿Qué se necesita para que un drama ambiental genere mutaciones? ¿Por qué las células no cambian sutil y constantemente en pequeñas maneras a lo largo del tiempo, como sugiere Darwin?
Los biólogos celulares conocen la respuesta: A las células no les gusta cambiar, y no lo hacen con facilidad. Como explican Schwartz y Maresca: En sus estados ordinarios, las células poseen grupos de moléculas (varias clases de proteínas) cuya tarea consiste en eliminar los errores que pueden ser introducidos y que distorsionan el funcionamiento de esas células.
Por ejemplo, algunas proteínas se encargan de mantener intacta la membrana celular; otras, actúan como chaperones, llevando las moléculas a sus lugares correspondientes en la célula; y así por el estilo. En pocas palabras, con esa clase de protección contra el cambio, es muy difícil que las mutaciones, de cualquier clase que sean, puedan establecer una cabeza de playa. Pero las tensiones extremas empujan a las células más allá de su capacidad de producir proteínas protectoras, y entonces pueden ocurrir las mutaciones.
Esta revelación tiene enormes implicaciones para la noción de que los organismos cambian rutinariamente para adaptarse al medioambiente. En realidad, propone Schwartz, es el medioambiente que los saca de equilibrio y que probablemente los aniquile a medida que los modifica. De modo que están siendo sacudidos por el medioambiente, no adaptándose a él.
Las conclusiones del artículo también tienen implicaciones importantes para la noción de “fijar” el medioambiente para proteger a las especies en peligro. Si bien es de hecho el medioambiente el que está causando la mutación, para el momento en que finalmente lo nuevo escapa de su estado recesivo y se expresa, el organismo resultante ya se encuentra en un medioambiente completamente diferente.
“Sencillamente no se puede hacer un rápido arreglo del medioambiente para prevenir la extinción porque la causa de la mutación ocurrió en algún momento del pasado, y no se sabe cuál fue la causa de la tensión en ese momento”, dijo Schwartz.
“Esta nueva visión de cómo cambian los organismos nos proporciona una oportunidad para prevenir el daño que podríamos causar con los cambios no meditados del medioambiente”, agregó Schwartz. “La teoría de los Orígenes Súbitos, reforzada por la biología celular moderna, subraya la necesidad de preservar el medioambiente, no solamente para mejorar la vida actual, sino para proteger la vida en generaciones futuras”.
Schwartz, junto a su colega Ian Tattersal, curador de antropología del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, también es el autor del libro de cuatro volúmenes “The Human Fossil Record” (
”El registro fósil humano”) (Wiley-Liss, 2002-05). En su conjunto, los volúmenes representan el primer estudio del registro humano completo. El volumen I recibió el reconocimiento de la Asociación de Publicadores Americanos al otorgarle su premio “Professional Scholarly Publishing Award”. En 1987, el libro de Schwartz “The Red Ape: Orang-utans and Human Origin” (
”El simio rojo: los orangutanes y el origen humano”) (Houghton Mifflin Company) fue recibido con aplausos críticos.
Schwartz, quien es también profesor de historia y de filosofía de la ciencia en Pittsburgh, fue nombrado miembro del Centro Pittsburgh de Filosofía de la Ciencia y miembro también de la prestigiosa Academia Mundial de Artes y Ciencias.
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Traducido para Astroseti.org por
Heber Rizzo Baladán
Web Site: EurekaAlert
Artículo: “Pitt professor's theory of evolution gets boost from cell research”
Fecha: Enero 31, 2006