El telescopio espacial Spitzer descubre indicios de formación planetaria alrededor de estrellas hiper-gigantes.
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Concepción artística de un disco súper-gigante comparado con nuestro sistema solar.© NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC) |
Esta ilustración compara el tamaño de una estrella gigantesca y del disco de polvo que la rodea (arriba) con el de nuestro sistema solar.
Discos monstruosos como éste fueron descubiertos por Spitzer alrededor de dos estrellas hiper-gigantes. Los astrónomos creen que estos discos podrían contener “semillas” primigenias de planetas, o quizás los escombros remanentes de planetas que ya se formaron.
Las estrellas gigantescas, denominadas R 66 y R 126, están localizadas a unos 170 000 años luz de distancia, en una de las vecinas más cercanas de la Vía Láctea, la galaxia conocida como Gran Nebulosa de Magallanes. Estas estrellas son unas 100 veces más grandes que nuestro Sol, o sea que son lo suficientemente grandes como para abarcar una órbita equivalente a la de la Tierra. Estos rechonchos objetos son muy “pesados”, con 30 y 70 masas solares respectivamente. Son las estrellas más masivas que se sepa contienen estos discos.
En sí mismos, los discos también están “agrandados”, con masas iguales a varios Júpiteres. Comienzan a una distancia aproximada de 120
UA, y se extienden hasta unas 2 500 UA.
Las estrellas hiper-gigantes son los descendientes “hinchados” de la clase más masiva de estrellas, las así llamadas de tipo “O”. Son tan masivas que finalmente sus núcleos colapsan sobre sí mismos bajo su propia gravedad, disparando esas explosiones increíbles conocidas como “supernovas”. Si hubiera algún planeta girando alrededor de ellas durante uno de estos estallidos, muy probablemente sería totalmente destruido.
Las distancias orbitales de esta imagen están diagramadas en una escala logarítmica. Esto significa que una distancia dada que aquí se muestre, representa distancias reales proporcionalmente más pequeñas a medida que uno se mueve hacia la derecha. Las escalas del Sol y de los planetas de nuestro sistema solar han sido aumentadas para una mejor visión.
Spitzer descubre indicios de mega-sistemas solaresWhitney Clavin (Jet Propulsion Laboratory, Pasadena, Calif)
El Telescopio Espacial Spitzer de la NASA ha identificado dos enormes estrellas “hiper-gigantes” rodeadas por discos monstruosos de lo que podría ser polvo formador de planetas. El hallazgo sorprendió a los astrónomos ya que se pensaba que estrellas tan grandes como estas resultaban inhóspitas para la existencia de planetas.
“Estas estrellas extremadamente masivas son tremendamente calientes y brillantes, y generan vientos muy fuertes, lo que hace que la tarea de construir planetas sea algo difícil”, dijo Joel Kastner del Instituto Rochester de Tecnología en Nueva York. “Nuestros datos sugieren que el proceso de formación planetaria puede ser más fuerte que lo pensado anteriormente, y que ocurre incluso alrededor de las estrellas más masivas producidas por la naturaleza”.
Kastner es el autor principal de un artículo que describe la investigación que se publicará en el número del 10 de febrero de 2006 en
Astrophysical Journal Letters.
Telescopio Espacial Infrarrojo Spitzer.© NASA / JPLCaltech |
Se cree que los discos de polvo que rodean a las estrellas son signos indicadores de sistemas planetarios presentes o futuros. Nuestro propio Sol está orbitado por un delgado disco de escombros planetarios conocido como Cinturón de Kuiper, el cual está compuesto por polvo, cometas, y cuerpos más grandes similares a Plutón.
El año pasado, un grupo de astrónomos que utilizó a Spitzer anunció el descubrimiento de un disco de polvo alrededor de una estrella en miniatura (véase
”¿Un planeta con planetas?”), o enana marrón, que tenía apenas un milésimo de la masa del Sol. Anteriormente, también se habían detectado discos alrededor de estrellas que tenían hasta cinco masas solares.
Los nuevos resultados de Spitzer extienden el rango de estrellas que albergan discos, hasta incluir a las “extra grandes”. El telescopio infrarrojo detectó enormes cantidades de polvo alrededor de dos estrellas confirmadamente enormes, R 66 y R 126, localizadas en la galaxia más cercana a nuestra Vía Láctea, la Gran Nebulosa de Magallanes.
Denominadas hipergigantes, estas ardientes estrellas son los viejos descendientes de la clase más masiva de estrellas, las clasificadas como tipo “O”. Tienen 30 y 70 veces la masa del Sol, respectivamente. Si una hipergigante estuviera ubicada en nuestro sistema solar en la posición del Sol, todos los planetas interiores, incluyendo la Tierra, cabrían confortablemente dentro de su circunferencia.
Los astrónomos estiman que los discos de las estrellas también están “agrandados”, extendiéndose hasta una órbita 60 veces más distante que la recorrida por Plutón alrededor de nuestro Sol. Probablemente, los discos están cargados con hasta 10 veces la masa contenida en el Cinturón de Kuiper. Kastner y sus colegas dicen que estas estructuras polvorientas podrían representar los primeros o los últimos pasos de un proceso de formación estelar. Si lo último fuera correcto, se podría decir que los discos son las versiones aumentadas de nuestro Cinturón de Kuiper.
“Estos discos podrían muy bien estar poblados por cometas y otros cuerpos más grandes llamados planetesimales”, dijo Kastner. “Podría pensarse en ellos como Cinturones de Kuiper hiper-desarrollados”.
Spitzer detectó los discos durante una inspección de 60 estrellas brillantes que se pensaba estaban envueltas en capullos esféricos de polvo. Según Kastner, R 66 y R 126 “sobresalían como pulgares doloridos” a causa de sus firmas lumínicas, o espectros, que indicaban la presencia de discos achatados. El y su equipo creen que estos discos orbitan estrellas hipergigantes, pero que es posible que también lo hagan alrededor de estrellas compañeras ligeramente más pequeñas.
Un examen cercano del polvo que compone los discos reveló la presencia de bloques constitutivos parecidos a arena, denominados silicatos. Además, el disco alrededor de R 66 mostró signos de polvo acumulándose en forma de cristales de silicatos y en gránulos más grandes de polvo. Tales acumulaciones pueden ser un paso significativo en la construcción de planetas.
Las estrellas tan masivas como R 66 y R 126 no viven mucho tiempo. Consumen todo su combustible nuclear en apenas unos pocos millones de años, y desaparecen con un estallido, en terribles explosiones conocidas como supernovas. Sus cortas vidas no dejan mucho tiempo para la evolución de planetas, o de vida. Cualquier planeta que surgiera sería probablemente destruido con la explosión de su estrella.
“No sabemos si los planetas como los de nuestro sistema solar pueden formarse en el ambiente altamente energético y dinámico de estas estrellas masivas, pero si pudieran lograrlo, su existencia sería tan corta como emocionante”, dijo Charles Beichman, un astrónomo de
JPL y de
Caltech, ambos en Pasadena.
Entre otros autores de este trabajo se encuentran Catherine L. Buchanan del Instituto de Tecnología de Rochester, y B. Sargent y W. J. Forrest de la Universidad de Rochester, en Nueva York.
El Laboratorio de Propulsión a Chorro dirige la misión del Telescopio Espacial Spitzer para el Directorio de Misiones Científicas de la NASA en Washington. Las operaciones científicas son llevadas a cabo en el Centro de Ciencia Spitzer en Caltech. JPL es una división de Caltech. El espectrógrafo infrarrojo de Spitzer, con el que se realizaron las nuevas observaciones, fue construido en la Universidad de Cornell, Ithaca, Nueva York. Su desarrollo fue dirigido por Jim Houck de Cornell.
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Traducido para Astroseti.org por
Heber Rizzo Baladán
Web Site: Spitzer Newsroom
Artículo: “NASA's Spitzer Uncovers Hints of Mega Solar Systems”
Autor: Whitney Clavin
Fecha: Febrero 08, 2006
Enlace con el artículo original en inglés.