Un interesante concepto basado en viejas tecnologías, pero aprovechando los últimos avances, promete crear naves aéreas que vuelen a cualquier parte de la Tierra sin necesidad alguna de combustible.
Aviones propulsados por la gravedad
Publicado por Alan Bellows el 31 marzo 2006, 10:13 pm
Concepción artística del GravityPlane. |
Ciertamente nuestro mundo no cesa de buscar fuentes de energía gratuita. El sol vomita constantemente una cantidad absurda de energía sobre la superficie de la Tierra – hasta mil vatios por metro cuadrado durante la fase diaria de luz; el manto del planeta se retuerce en energía calorífica, hasta 4.000 grados Celsius; y un tremendo suministro de energía satura a todo el planeta en forma de gravedad. La dificultad ha sido siempre encontrar formas de capturar esa energía para poder utilizarla. Los paneles solares tuvieron algún éxito arrebatando luz solar para convertirla en electricidad, las instalaciones geotermales usan el calor de la Tierra para generar energía, y las plantas hidroeléctricas explotan la potencial energía de la gravedad. En la actualidad, una compañía de aviación con sede en Nevada está explorando otra forma creativa de utilizar la gravedad como fuente de energía – combinando algunas ideas muy viejas con otras realmente nuevas – para producir una nave aérea conceptual que podría un día transportar personas y cargas durante largas distancias sin la necesidad de combustible. El proyecto recibe el nombre de GravityPlane (Avión Gravitatorio).
La idea surgió del cerebro de Robert D. Hunt, un físico teórico e inventor que fundó la empresa Hunt Aviation para desarrollar su patentado “avión híbrido propulsado por gravedad”, concepto que opera según los principios de la flotabilidad, la elevación aerodinámica y la gravedad. Funciona mediante un ciclo de ascenso y descenso para mantener su velocidad de elevación y avance, imitando el comportamiento de los cuerpos de aire cálido y frío que configuran el clima.
Para que el GravityPlane pueda volar, se rellenan unas bolsas de gas, situadas en el interior de un par de estructuras rígidas parecidas a zeppelines, con el helio que se almacena en el interior de los tanques del vehículo. Esto provoca que la nave aérea se vuelva más ligera que el aire, y se eleve por encima del suelo. Eyectores de aire comprimido situados a los lados de la nave añaden un extra de propulsión, empujando al vehículo hacia el cielo y disminuyendo el sobrepeso de la nave mediante la liberación del aire almacenado, que actúa como lastre. Una vez que la nave alcanza la altitud en la que el helio deja de ser más ligero que el aire de su alrededor (teóricamente a una altura superior a los 16 kilómetros, o 10 millas) esta es incapaz de subir más. Parte del aire comprimido almacenado se expande entonces hacia las áreas dirigibles, disminuyendo el efecto de la flotabilidad del helio e iniciando la fase de descenso de la aeronave.
A medida que la gravedad tira del avión hacia la tierra, las largas alas se repliegan para reducir la resistencia al viento, y las turbinas de aire montadas en lo alto de la nave capturan parte del momento (velocidad) de avance y la emplean para accionar las bombas de aire encargadas de rellenar los tanques de aire comprimido de a bordo. En este vuelo sin motor, la nave alcanza la elevación aerodinámica mediante un descenso gradual de las altas velocidades, y puede viajar en esta configuración durante 400 o 600 millas (de 640 a 960 km). Al final de la fase de vuelo sin motor, las alas se despliegan de nuevo. El aire comprimido puede expulsarse otra vez a través de los eyectores, empujando al vehículo hacia arriba e incrementando la flotabilidad de la nave hasta que de nuevo se vuelve más ligera que el aire, comenzando un nuevo ciclo. Este proceso se puede repetir tantas veces como sea necesario hasta cubrir la distancia requerida.
De izquierda a derecha: Joe Chomko (Vicepresidente), Robert D. Hunt (Inventor) y Gene Cox (Presidente). |
Si el concepto abandona alguna vez la mesa de diseño y pasa a convertirse en prototipo, será tremendamente grande. Muy parecido a los zeppelines de antaño, el volumen requerido de helio hace necesaria una bolsa de gas con un área muy grande. Pero hipotéticamente este diseño podría permitir que la nave viajase prácticamente cualquier distancia sin combustible. No emitiría gases contaminantes, y sería virtualmente silenciosa. Así mismo poseería rasgos muy interesantes para una nave grande, incluyendo el despegue y aterrizaje vertical, y la habilidad de posarse tanto en tierra como sobre mar. Adicionalmente, su flotabilidad le permitiría quedarse suspendido en el aire si fuera necesario, incluso en caso de una pérdida completa de energía.
Considerando la simplicidad del GravityPlane, su forma de propulsión respetuosa con el medio ambiente, y su no dependencia de pesados y caros combustibles sólidos, este concepto podría revolucionar completamente el diseño de aeronaves en las décadas futuras si se demuestra su viabilidad. Además, el empleo de helio no inflamable implicaría evitar riesgos de desastre del estilo del Hindenburg. ¿Podrá Hunt Aviation entregarnos el chispeante futuro basado en naves aéreas rígidas que los zeppelines nos prometieron hace tantas décadas? El tiempo lo dirá.
Fuente noticia:
Damminteresting.com
Nota del E. Más información en inglés sobre el concepto de vuelo basado en la energía de los ciclos atmosféricos disponible en
esta nota publicada en la AIAA (Instituto Americano de Aeronáutica y Astronáutica).
Traducido por Miguel Artime para
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