La política espacial de la administración Bush pone en peligro la concordia entre las naciones que exploran el espacio.
Autora: Victoria Samson.
11 de diciembre de 2006.
Artículo publicado por primera vez en Minutemanmedia.org, el 29 de noviembre de 2006
Noticia original en inglés
La Casa Blanca difundió por fin en octubre la nueva Política Espacial Nacional de los EEUU (NSP). Llega después de años de vacilaciones y luchas burocráticas internas sobre hasta dónde llevar los límites de la política previa, actualizada por última vez por la administración Clinton, en 1996. Un primer vistazo a la nueva NSP no indica grandes diferencias. Sin embargo, una lectura más detenida revela que, como todo lo que procede de la Casa Blanca de Bush, contiene un unilateralismo y una tendencia militarista que podría demostrarse bastante peligrosa.
Esta política promueve excesivamente un acceso sin trabas al espacio por parte de los Estados Unidos, mientras que la política previa impulsó el acceso al espacio de todos los países. La nueva NSP también se empapa de la desconfianza hacia las instituciones internacionales, lo cuál se encuentra en línea con gran parte de las acciones de la administración anterior. Véanse la derogación del Tratado Anti Misiles Balísticos; el rechazo del Tratado de Kyoto; las continuas oposiciones al Tribunal Penal Internacional.
Esta NSP reniega de las instituciones internacionales como posibles lugares de encuentro para la seguridad espacial colectiva. Si leemos entre líneas, se trata de otro clavo más en el ataúd del propuesto Tratado para la Prevención de la Carrera Armamentística en el Espacio Exterior (PAROS), que podría prevenir contra su militarización. PAROS ha estado marchitándose en la Conferencia de Desarme de Génova durante años. Los Estados Unidos han rehusado permitir que la organización discutiera siquiera sobre armamento espacial, mientras que, capciosamente, argumentaba que, al no existir todavía dicho armamento espacial, no era necesario desarrollar un tratado en su contra.
Sin embargo, este prepotente unilateralismo presta una pobre atención a las propias posesiones espaciales de los Estados Unidos. No me refiero sólo al sector económico que depende de la red de satélites de los EEUU, aunque en cierta medida así lo sea. Los militares de los EEUU han visto como se incrementaban sus necesidades de comunicaciones hasta el punto de que una gran parte de las mismas descansa sobre las redes comerciales de comunicaciones. El Pentágono depende de las posesiones espaciales para la vigilancia de movimientos en tierra, de cartografía aérea y para apunar su armamento.
Además, los Estados Unidos dependen tanto de sus satélites, que llevaríamos las de perder en caso de que el espacio fuera militarizado. Nos encontramos en una disyuntiva en la que necesita tomarse una decisión acerca de cómo los Estados Unidos van a proteger estos efectivos. Podemos crear una atmósfera que nos lleve hacia la cooperación con otras naciones espaciales que podrían permitirnos un acceso seguro y de confianza al espacio. O podemos crear una atmósfera de mutua desconfianza y hostilidad que incrementaría la probabilidad de las disputas y la escalada hacia la guerra.
Como uno de los mayores usuarios del espacio, los Estados Unidos tienen la oportunidad de dirigir el debate de un modo que sea ventajoso para nosotros. Si escogemos la ignorancia hacia los otros países, la comunidad internacional dirigirá el debate contra nosotros, lo que muy bien podría hacerse de un modo que no sería el idóneo para los intereses de América.
La nueva NSP también pone un mayor énfasis en las acciones militares de lo que hizo durante el modelo Clinton, para denegar a nuestros enemigos el uso del espacio. Esto viene tras de una plétora de artículos de la doctrina de la Fuerzas Aéreas que se adhiere al combate de la guerra “en, desde y a través” del espacio. Mientras que actualmente no existen programas oficiales de armamento espacial, hay sistemas que podrían ser armas disfrazadas. El debate comenzará de verdad en febrero del año próximo, cuando el Pentágono exponga en el Congreso los programas que quiera fundar durante el año fiscal de 2008. La Agencia de Defensa de Misiles planea en la actualidad presupuestar interceptores con base en el espacio como una parte del conjunto de la arquitectura de defensa de misiles.
Es el momento de discutir los pros y los contras del armamento espacial, antes de que la instalación de dichos sistemas se lleve a cabo, y antes de que se abarquen fondos de varios distritos del congreso, lo que generaría un momento institucional que dificultaría, cuando no imposibilitaría su eliminación. La administración Bush está claramente deseando eludir este debate. Incluso la forma de la puesta en marcha de la nueva NSP lo demuestra: se llevó a cabo a las cinco de la tarde la noche de un viernes antes de un fin de semana de tres días anterior a las elecciones a representantes del Congreso, cuando todo el mundo está fuera de Washington. Se dice que es más fácil pedir perdón que permiso. La seguridad espacial de América es un asunto demasiado serio para que se permita su decisión de una forma tan desviada.
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