Chris Stringer nos brinda más información sobre el Homo floresiensis.
El cráneo del Homo floresiensis es diminuto comparado con el del Homo sapiens moderno.
Crédito: P. Brown |
A menudo, cuando se encuentra un nuevo fósil, se dice que con él se re-escribirán los libros de texto antropológicos. Pero en el caso del asombroso nuevo descubrimiento en Indonesia, esta pretensión está totalmente justificada.
El punto de vista convencional de la evolución humana temprana es que la especie
Homo erectus fue nuestro primer pariente en diseminarse fuera de África, hace unos dos millones de años.
La dispersión lograda por nuestro primo lejano es verificada por el hallazgo de una forma primitiva de
H. erectus en Dmanisi, Georgia, y por otros hallazgos en sitios ligeramente más jóvenes en China y en la isla indonesa de Java. No se pensaba que
H. erectus hubiera viajado más lejos hacia Australia que éso, porque si bien algunos humanos primitivos pudieron haber viajado desde el sudeste de Asia hacia Java en épocas de bajo nivel del mar, las islas al este de Java (separadas siempre por aguas profundas) parecían estar más allá de sus capacidades.
Sin embargo, hace seis años un equipo de arqueólogos liderado por el australiano Mike Morwood publicó un artículo afirmando que un sitio en la isla de Flores, a 500 km al este de Java, contenía herramientas de piedra que databan de hace unos 800.000 años (artículo de Nature, en inglés,
aquí).
Muchos investigadores (entre los que me incluyo) dudaron de esas afirmaciones, porque si eran ciertas implicaban que el
H. erectus se había trasladado hasta más allá de Java, y que para éso tendría que haber utilizado botes. Se creía que tal desarrollo era prerrogativa única del
Homo sapiens.
Cuando escuché rumores sobre el descubrimiento de un esqueleto humano primitivo en una cueva de Flores, quedé sorprendido. Sin embargo, nada me había preparado para una sorpresa tan grande (o tan pequeña).
Fusión asiática
El esqueleto que se encontró en Ling Bua, una cueva en Flores, es el de un adulto que medía solamente un metro de alto y que poseía un cráneo de apenas 380 centímetros cúbicos. Eso es menos de un tercio del tamaño promedio del cráneo de un humano moderno, e incluso mucho menor que el del
H. erectus primitivo descubierto en Dmanisi.
El estegodonte, un antecesor del elefante. |
El cráneo de Flores muestra una mezcla única de características primitivas y avanzadas. El tamaño del cerebro es el mismo de un chimpancé, el hueso occipital es bajo, presenta un arco superciliar prominente, y la mandíbula inferior carece completamente de barbilla. Sin embargo, al igual que los humanos modernos, tiene un rostro pequeño y delicado que está colocado mas bien debajo del cerebro y no colocado frente al mismo, y los dientes son similares en tamaño a los nuestros.
El esqueleto muestra una mezcla igualmente de características. El hueso de la cadera se parece al de la especie africana pre-humana conocida como australopitecinos (que significa “simios del sur”). Pero las piernas son delgadas, y se ha preservado el suficiente detalle como para demostrar que, definitivamente, esta criatura caminaba sobre dos piernas, como nosotros.
Acta de clase
Este cráneo perteneció casi seguramente a una mujer que vivió hace 18.000 años.
Crédito: P. Brown |
¿Quién era esta extraña criatura, y que estaba haciendo en Flores?.
Los autores de los dos artículos de
Nature (que pueden ser leídos, en inglés,
aquí (1) y
aquí (2) sobre el descubrimiento y su contexto, tuvieron que tomar algunas elecciones difíciles en el momento de decidir cómo clasificar a la criatura, aunque resulta claro que su persona no es, definitivamente, la de un humano moderno. El pequeño tamaño del cerebro y la forma de la cadera podrían favorecer una clasificación como australopitecino, mientras que el tamaño y la forma del cráneo podrían sugerir una forma primitiva de
H. erectus.
Dada esta combinación única de características, los autores decidieron darle al espécimen un nuevo nombre:
Homo floresiensis. Esto significa, literalmente, “
hombre de Flores”, aunque los autores reconocen que el esqueleto probablemente sea el de una mujer.
Los investigadores arguyen que esta especie fabricó las herramientas que se encontraron en la cueva de
Liang Bua, y pueden haberse alimentado de uno de los otros pocos mamíferos que también se las arreglaron para llegar a Flores: una forma diminuta del extinto
Estegodonte, un animal parecido al elefante.
De cierta edad
Parecería además que el hombre (o la mujer) de Flores guarda todavía otra sorpresa bajo la manga: su edad.
Sorprendentemente, dos métodos de datación concuerdan en ubicar al esqueleto en una edad de apenas 18.000 años. Sus ancestros, probablemente una forma de
H. erectus, podrían haber llegado a la isla mientras cazaban hace un millón de años, persiguiendo a los estegodontes, ya sea construyendo alguna clase de bote o caminando sobre un puente de tierra de corta vida.
Mapa de Indonesia.
Crédito: lonelyplanet.com |
El aislamiento y la endogamia resultante puede haber llevado a que evolucionaran hacia un cuerpo pequeño, en un proceso que para otros mamíferos es conocido como “enanismo isleño”.
Como resultado del cambio climático o del impacto de los humanos modernos, que comenzaron a diseminarse desde África hace unos 100.000 años, la extraña historia del
H. floresiensis finalizó eventualmente con su extinción.
Pero seguramente los humanos modernos se encontraron con este diminuto pariente nuestro, y el descubrimiento muestra cuánto tenemos todavía que aprender sobre la historia de la evolución humana.
Chris Stringer es un paleontólogo del Museo de Historia Natural de Londres.
NOTA: Más información sobre este tema en los artículos de Astroseti “El primo Hobbit” y “El primo Hobbit III: una nueva especie”